Para contestar a esta pregunta, Andy Rothman, estratega de inversión en Matthews Asia con veinte años de vivir en China y recién mudado a San Francisco acude a su local favorito de noodles en Shanghai, en el barrio en el que solía vivir.
Después del shock de pagar comidas a precios de San Francisco, Rothman se encontró con que un cuenco de sopa de carne y fideos sigue costando solo un dólar y medio (unos 9 renminbi). Si bien esto constata que, a pesar de ser un plato elaborado –los fideos se elaboran a mano en el propio local- sigue siendo barato, por lo que la mano de obra es competitiva –¿quién encuentra un plato de sopa tan barato en San Francisco?- esto tampoco nos dice mucho acerca de las tendencias macroeconómicas de China ya que el país tiene que seguir siendo competitivo para productos que exporta a los mercados internacionales, mientras un plato de sopa de un restaurante de Shanghai se adecúa a los salarios internos del país, no a su balanza comercial.
Según apunta Rothman, los exportadores chinos también están aprendiendo a vivir con costes laborales más altos, mejorando su productividad y escalando en la cadena de valor añadido. Desde finales de 2004 el renminbi se ha revalorizado un 41% en términos reales, mientras el salario mínimo en la región exportadora de Dongguan ha aumentado un 196%. ¿Cuál ha sido el impacto sobre las exportaciones chinas? En 2004, China representaba un 13% de las importaciones de EE.UU. (y México un 10,5%) y el año pasado, a pesar de la subida del renminbi, del incremento en los precios de salarios y costes de transporte y de NAFTA, las importaciones de China suponen un 19% del total, mientras México se queda con un 12%.
Si bien China ya no es el lugar más barato del mundo para fabricar coches y juguetes, sigue siendo altamente competitivo para fabricar maquinaria y productos de mayor valor a añadido y por supuesto, según el estratega de Matthews Asia, para elaborar fideos a mano.