Diciembre fue un buen mes para la deuda corporativa en América Latina. Los mercados de crédito continuaron recuperándose tras la estrepitosa caída que sufrieron después de las elecciones en Estados Unidos. Según el equipo gestor del fondo Investec Latin American Corporate Debt, una menor aversión al riesgo, junto con unos mayores precios del crudo (una subida del 8,7% para el barril WTI) sirvieron de apoyo para obtener un rendimiento del 1,7% en la deuda corporativa de la región.
El retorno de Latinoamérica superó tanto a los mercados emergentes globales (0,8%) como a la deuda de grado de inversión estadounidense (0,7%), pero no fue capaz de seguir el ritmo de la deuda high yield del mismo país (2,2%, tras vivir la mayor entrada de flujo de fondos desde mediados de julio), ni los rendimientos de la deuda soberana latinoamericana (2,6%).
El retorno positivo fue básicamente explicado por una compresión de los spreads corporativos de la región, con la tasa del tesoro americana al alza en el periodo (6 puntos base), luego de la reunión y conferencia de prensa de la Reserva Federal a mediados de mes.
En este entorno, la deuda high yield latinoamericana superó moderadamente a la deuda con grado de inversión, gracias a las ganancias registradas por los bonos de la venezolana PDVSA tras la recuperación del precio del crudo por segundo mes consecutivo. Jamaica fue también uno de los principales artífices del rendimiento, con Digicel (empresa de telecomunicaciones del Caribe) subiéndose la ola del rally (y de los flujos de entrada) del mercado de deuda high yield estadounidense.
Mientras tanto, Colombia se benefició de unos mayores precios del petróleo, de la aprobación de la reforma fiscal del congreso y del nuevo acuerdo de paz establecido entre el gobierno y las FARC, el mayor grupo rebelde del país.
Por su parte, México atrapó un rebote después de la ronda de subastas de campos de petróleo en aguas profundas y el acuerdo de licitación de asociación para el desarrollo del bloque Trión de Pemex.
Las divisas latinoamericanas cotizaron con un mejor tono en los mercados (1,6%), con la excepción del peso mexicano (-0,7%), que continuó sufriendo los trastornos relacionados con la elección del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a pesar de la subida de 50 puntos base que realizó el banco central mexicano sobre la tasa de interés de referencia.
Nuevas emisiones
Diciembre fue un mes relativamente tranquilo en el mercado primario debido tanto a factores estacionales como a las condiciones del mercado, que llevaron a mantener a la mayoría de los emisores potenciales en el banquillo hasta 2017.
La petrolera mexicana Pemex fue el único emisor de deuda en la región, encontrando una ventana para beneficiarse de los mercados ayudado por precios del crudo que tocaron nuevos máximos en el año y la empresa anuncio positivos resultados positivos de su licitación. La emisión, separada en tres tramos, representó el total de 5.500 millones de dólares. Durante el 2016, las emisiones totales de títulos en este mercado llegaron a los 63.100 millones de dólares, por encima de los 46.200 millones registrados en 2015, pero por debajo de los más de 100.000 millones registrados entre 2012 y 2014.
Visión de mercado
A pesar de su duro comienzo, 2016 se convirtió en uno de los mejores años para la deuda corporativa latinoamericana, con niveles de rendimiento no vistos desde la crisis financiera global de 2009. Estos retornos serán difíciles de conseguir en 2017, dado que los diferenciales de spreads se han comprimido desde sus máximos alcanzados a mediados de febrero. Adicionalmente el inesperado resultado de las elecciones estadounidenses se suma a los riesgos macroeconómicos a los que se enfrentan los mercados financieros en el nuevo año. Dicho esto, desde Investec continúan creyendo que el caso de la recuperación en América Latina sigue intacto. “A nuestro modo de ver, las valuaciones relativas, la parte técnica de la oferta y la mejora de los fundamentales macroeconómicos y corporativos en la región siguen sirviendo de soporte para el argumento de la deuda corporativa en Latinoamérica”.
Latinoamérica sigue siendo la región más barata dentro del universo de bonos corporativos de mercados emergentes. La deuda corporativa latinoamericana proporciona un diferencial de al menos 75 puntos base en relación con los mercados emergentes. Mientras tanto, América Latina continúa ofreciendo la mayor tasa de rendimiento entre sus comparables en mercados emergentes (6,53%).
La parte técnica del mercado sigue mostrando soporte para la deuda corporativa en América Latina, presentando una oferta negativa neta (net supply data) de aproximadamente unos 17.400 millones de dólares durante 2016. Proyectando emisiones netas, cupones, amortizaciones y recompras, JP Morgan estima que existe una oferta negativa neta de aproximadamente unos 17.900 millones de dólares para 2017, lo que debería mantener un cierto valor en la clase de activo debido a la escasez.
En términos fundamentales, la mayoría de economías en América del Sur parecen haber encontrado una mayor estabilidad después de dos años de desafíos en la región, con una mejora en políticas macroeconómicas en Argentina, Brasil y Perú. Con la expectativa de que el crecimiento de la región en 2017 debiera revertirse a territorio positivo por primera vez en tres años. La inflación continúa normalizándose, proporcionando más oportunidades para una política monetaria más expansiva (baja de tasas de interés) en especial en Brasil, la mayor economía de la región.
Por último, Investec piensa que la mejora en fundamentos corporativos que comenzó en el 2016 debiera continuar en el 2017. Los balances debieran mostrar un desapalancamiento, en la medida que los ingresos se benefician de la recuperación macro antes descrita, un alza en los precios de las materias primas y una estabilización de las monedas de la región. Lo anterior se ve reforzado por una actitud más conservadora adoptada por muchas compañías, con un fuerte foco en venta de activos no esenciales, disminución de planes de expansión y corte de costos entre otros. Todo lo anterior debiera llevar a que la tasa de default (o no pago) de las empresas debiera caer significativamente desde los altos niveles observados en los tres años anteriores.