El fervor por los colores de cada una de nuestras selecciones de fútbol ya está más que desatada tras las primeras rondas de partidos y el objetivo de llegar a la final, que será el próximo 15 de julio. En este entorno festivo, desde Candriam se preguntan cómo afecta todo ese flujo de emociones, positivas cuando gana tu equipo y negativas cuando pierde, a los mercados financieros.
“La pregunta no es baladí a tenor de esta sorprendente estadística: desde 1950 el mercado estadounidense pierde en promedio un 2,6 % durante el transcurso de la Copa Mundial –entre mediados de junio y mediados de julio, aproximadamente, cada cuatro años–, frente a una revalorización del 1,1 % durante el mismo periodo en los años en que no se juega mundial de fútbol. Y hay más: de los 17 periodos observados desde 1950, 13 registran una rentabilidad negativa”, señala Ken Van Weyenberg, jefe de CPM de asignación de activos de Candriam.
En su opinión, la explicación de esta interacción entre emociones o psicología y mercados financieros entra de lleno en el ámbito delas finanzas conductuales, que consisten en aplicar la psicología a las finanzas. Esta disciplina, nacida hace una treintena de años, ha ido ganando reconocimiento gracias a la entrega del premio Nobel de Economía a dos de sus artífices: Daniel Kahneman, galardonado en 2002, y Richard Thaler, en 2017.
“En contraposición a la hipótesis clásica de eficiencia de los mercados, las finanzas conductuales tratan de esclarecer en qué situaciones los mercados se comportan de forma irracional y de explicar los porqués a partir de la psicología de sus agentes, recurriendo a toda una serie de experimentos”, apunta Weyenberg.
En este sentido Weyenberg propone un ejemplo práctico: “Tomemos el mejor ejemplo y tratemos de averiguar si es usted un agente racional. Primera elección; debe usted escoger entre: ganar 900 euros seguros o tener un 90 % de probabilidad de ganar 1000 euros y un 10 % de no ganar nada en absoluto. Si se decanta usted por la primera respuesta, como la mayoría de personas encuestadas, tiene usted aversión al riesgo. En los mercados financieros ese sesgo puede ocasionar, por ejemplo, una preferencia por los activos de menor riesgo, lo que conduciría a una asignación de activos optimizable”.
La segunda propuesta de Weyenberg es elegir, con independencia de lo anteriormente seleccionado, entre perder 900 euros o tener un 90 % de probabilidad de perder 1000 euros y un 10 % de no perder nada. “Si en este caso también forma parte de la mayoría que escoge la segunda opción, tiene usted aversión a las pérdidas: es usted más sensibles a las perspectivas de pérdidas que a las de ganancias. En los mercados financieros, la aversión a las pérdidas se manifiesta por lo que se denomina efecto de enajenación, que designa la tendencia de los inversores a vender demasiado tarde activos que sufren pérdidas”, añade.
Según los estudios y la experiencia de los gestores, existen diferentes tipos de sesgos; uno de lo más comunes es el exceso de confianza. Cuando esto ocurre se tiende a sobrevalorar las capacidades del inversor, sintiéndose más inteligente que el mercado. Los estudios muestran que el exceso de confianza lleva a los inversores a precipitarse al comprar o al vender, ya que están convencidos de saber más que su contraparte.
En otras palabras, el inversor está sometido constantemente a sus propias debilidades: miedo, exceso de confianza o tendencia a sobreinterpretar la información según sus propias creencias. Desde una perspectiva teórica, las finanzas conductuales apuntan, pues, a la escasa racionalidad del individuo.
“Una de las dificultades a las que se enfrentan los expertos en finanzas conductuales es la organización de experimentos a gran escala para comprobar la veracidad de sus hipótesis. A este respecto, la Copa del Mundo de Fútbol, por su universalidad y las pasiones que levanta, supone un laboratorio perfecto para observar los efectos de las decepciones y frustraciones colectivas que causa la eliminación sucesiva de sus participantes. ¿Acaso existe también un efecto futbolístico? ¿Tendrá alguna influencia en los mercados financieros la derrota de la selección brasileña o la alemana o de los restantes 30 combinados nacionales? Y, por lo que a usted respecta, ¿influirá la derrota del equipo de sus amores en sus próximas operaciones?”, se cuestiona Weyenberg.