La Unión Europea está más cerca de tener su fondo de reconstrucción de 750.000 millones de euros. Ayer la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, presentó el proyecto Next Generation EU para “proteger las vidas y los medios de subsistencia, reparar el mercado único europeo, así como para construir una recuperación duradera y próspera”.
Durante su discurso, Leyen apuntó que «el plan de recuperación convierte el inmenso reto al que nos enfrentamos en una oportunidad, no solo apoyando la recuperación, sino también invirtiendo en nuestro futuro: el Acuerdo Verde Europeo y la digitalización impulsarán el empleo y el crecimiento, la capacidad de recuperación de nuestras sociedades y la salud de nuestro medio ambiente”. Sentando así cuáles serán la bases de esa reconstrucción e identificando la inversión sostenible como una de sus claves.
Maryse Pogodzinski, economista de Groupama AM, señala que la propuesta de la Comisión Europea está enfocada a programas conjuntos de inversión para una economía verde, digital y social, lo que pondrá en foco en: “La transición a una economía neutra para el clima, a reforzar el apoyo al Erasmus y al empleo juvenil, a facilitar el acceso a competencias, formación y educación para adaptarse a un mundo que cambia rápidamente, a apoyar a las llamadas empresas «sanas» pero hoy debilitadas por la pandemia, a fortalecer la resiliencia de las cadenas de suministro esenciales, a apoyar áreas clave como inteligencia artificial, agricultura de precisión o ingeniería verde y a aumentar la resiliencia de los sistemas de salud para hacer frente a futuras crisis”.
En este sentido, se considera muy relevante la apuesta que hace la Comisión Europea de usar como punto de partida la inversión sostenible. “La pandemia de COVID-19 ha llevado a los responsables políticos de la UE a acelerar la inversión en áreas que benefician directamente al medioambiente y la salud, lo que tiene profundas implicaciones para empresas y gobiernos en cuanto a la responsabilidad de cada uno ante sus grupos de interés. Al final, la estrategia de recuperación verde de la UE ha cumplido las expectativas, ya que la propuesta contempla la movilidad sostenible, la renovación de edificios, una mayor adopción de las energías renovables y el hidrógeno, y el fomento de la economía circular”, señala Scott Freedman, gestor en Newton, parte de BNY Mellon IM.
Las bolsas europeas y los inversores han recibido optimismo esta noticia, que además estima que el presupuesto europeo para 2020-2027 tendrán un potencial financiero de 1,85 billones de euros, se ha traducido en subidas y en un mayor apetito por la deuda europea y por el euro. “Este plan tiene como objetivo de reforzar el papel del Marco Financiero Plurianual (Multiannual Financial Framework o MFF, en inglés). Además, para responder a las necesidades más urgentes, la Comisión Europea propone modificar el actual marco de financiación multianual 2014-2020 con una financiación adicional de 11.500 millones de euros ya disponible en 2020. La noticia impulsó inicialmente el euro, ya que los planes superan las expectativas de 500.000 millones de euros de financiación previamente propuestas por Merkel y Macron”, explica el equipo de analistas de Monex Europe.
Valoraciones
En opinión de Francisco Quintana, director de estrategia de inversión de ING, el impacto de este plan en los mercados será relevante. “No se trata del factor sorpresa, ése ya se usó cuando Francia y Alemania pusieron su propuesta sobre la mesa hace unos días. Se trata del efecto señalización. La Unión Europea está mandando un mensaje muy potente de compromiso y cohesión, que haría desaconsejable apostar en contra de su futuro. De ser aprobado, podría considerarse similar al famoso lo que sea necesario de Draghi que fue capaz de terminar con las turbulencias en la zona euro”, afirma.
Como destaca Quintana, el mensaje que la Unión Europea manda con esta propuesta es clave porque se posiciona ante uno de sus principales debates: cómo afrontar la creciente divergencia en los resultados económicos de sus estados miembros. “En virtud de la propuesta, la Comisión emitirá bonos con diferentes vencimientos con el fin de minimizar el coste de la financiación. Un total de 500.000 millones de euros financiarán subvenciones y reforzarán otros programas clave. Los 250.000 millones de euros restantes podrán utilizarse en forma de préstamos a los estados miembros. Los fondos se reembolsarán a partir de 2027 y a más tardar en 2058 utilizando los futuros recursos presupuestarios de la UE, posible impuesto a nivel europeo o aumento de la contribución de los Estados miembros. En general, el mecanismo evitará que los presupuestos nacionales de la mayoría de los países afectados se vean sometidos a presiones. Supone una mutualización parcial de la deuda y fomenta la integración financiera europea”, explica Axel Botte, estratega de Ostrum AM (una gestora de Natixis IM).
Los analistas consideran que el plan es acertado, pero advierten que aún tiene que ser refrendado por los jefes de estado y de gobierno y el parlamento europeo. Y en este camino tendrá que superar el sentimiento de recelo que, hasta el momento, han mostrado los llamados “países frugales”, es decir Holanda, Dinamarca, Suecia y Austria. Los debates más candentes se centrarán en el uso de subvenciones, que no tendrán que ser devueltas, y en cómo reducir la impresión en ciertos países de que se trata de un próximo paso para mutualizar la deuda o incluso para una unión fiscal.
“Sigue existiendo un riesgo considerable de que países financieramente conservadores como los Países Bajos, Austria o Suecia bloqueen un acuerdo generoso. El camino hacia un acuerdo final será difícil y podría asustar a los mercados de vez en cuando, ya que los diferentes parlamentos nacionales también tendrán que dar su asentimiento. Un veto para utilizar subvenciones directas o vender deuda emitida por la Comisión Europea sería un fuerte mensaje negativo para los mercados financieros de que cualquier integración futura de la UE y la zona del euro está, al menos durante años, fuera de la mesa. Aumentaría la posibilidad de una mayor disociación entre el sur, más débil económicamente, y el norte, más fuerte”, añade Reto Cueni, economista senior de Vontobel AM.
Teniendo estos retos presentes, desde Bank of America valoran la propuesta como «un buen punto de partida», pero esperan algo más. Según indica la entidad en su análisis diario, con un valor del 5,4% del PIB de la UE27 repartido en 4 años a partir de 2021, “el proyecto es demasiado pequeño y llega demasiado tarde para las necesidades económicas urgentes, pero su poder simbólico probablemente triunfe sobre la economía”.
Los más beneficiados
También se han conocido algunos detalles más de cómo los países podrán acceder al fondo. “Ese dinero se devolvería a lo largo de 30 años, hasta 2058. La mayor parte de los fondos se destinaría a los estados miembros para asistirles en la reconstrucción post-COVID. En total 560.000 millones, más de la mitad (310.000 millones) en forma de transferencias que no han de ser devueltas y por tanto no computarían como deuda para los estados”, apunta Quintana.
Los analistas de BancaMarch puntualizan que la propuesta de Bruselas incluye que se financie el repago de intereses y la amortización de la deuda a través de la creación de un conjunto de impuestos propios, como “la tasa al carbono en frontera, los derechos de emisión, la tasa digital o un impuesto a grandes corporaciones, que dependiendo del alcance podrían llegar a recaudar conjuntamente hasta 44.000 millones de euros anuales”.
Para los países, una de las claves de este programa es que alivia los costes de financiación para los países y les ofrecer un fuerte respaldo institucional. “Esto es fundamental para las naciones de Europa meridional, que han visto aumentar el rendimiento de los bonos a medida que el coronavirus golpea duramente a sus economías nacionales, deteriorando así la trayectoria de su deuda mediante un menor crecimiento y un aumento de los déficits fiscales. El anuncio, de hecho, hizo que los rendimientos específicos de la deuda soberana italiana, española, portuguesa y griega disminuyeran por este motivo”, apuntan los analistas de Monex Europe.
“Con base en el modelo preliminar de financiación preasignada, creemos que los principales beneficiarios serán España (una proporción muy elevada de subsidios), Italia (la asignación total de mayor envergadura) y, especialmente, Polonia, de cara a hacer un guiño al país más grande de Europa central y oriental. A modo de referencia, Polonia previsiblemente recibirá casi el mismo importe en forma de subsidios que Francia”, añade Andreas Billmeier, analista de deuda pública de Western Asset, filial de Legg Mason.
A la espera del BCE
Los analistas también están a la espera de lo que diga el BCE la reunión de su próxima semana. Es más, en general, se espera que anuncie el aumento del tamaño de su Programa de Compra de Emergencia Pandémica (PEPP). De cara a esta reunión, Carsten Brzeski, analista de ING, apunta que el BCE tiene una larga lista de temas para abordar, más allá de presentar sus previsiones de crecimiento y posibles escenarios.
“Habrá que discutir más cosas que las perspectivas macroeconómicas. El fallo del Tribunal Constitucional alemán, así como el posible agotamiento de la dotación de 750.000 millones del programa PEPP para septiembre u octubre, supondrán un intenso debate sobre un posible aumento del programa. El BCE también analizará posibles escenarios sobre cómo continuar con el Programa de Compras del Sector Público sin la participación del Bundesbank”, apunta Brzeski.
En esta misma línea se pronuncia Esty Dwek, responsable de estrategia global de Natixis IM Solutions (parte de Natixis Investment Managers). «Esperamos una ampliación QE del PEPP en la próxima reunión del Banco Central Europeo. El hecho de que la Comisión Europea se basase en la propuesta de Merkel-Macron la semana pasada es un paso más en el camino de una mayor cooperación e integración, y es un buen augurio para el crecimiento futuro en la Eurozona», añade.