Nordea lanzó en 2008 una estrategia pionera en la lucha contra el cambio climático, Nordea Global Climate & Environment, con el objetivo de invertir en empresas que utilizan su talento e innovación para identificar soluciones a los desafíos climáticos y ambientales, que se localizan primordialmente en las temáticas de recursos eficientes, protección del medioambiente y energías alternativas. Tras más de quince años, hoy en día esta estrategia conforma el mayor fondo artículo 9 por la SFDR.
Sin embargo, existen otras compañías igualmente decisivas que se han quedado rezagadas y en un segundo plano. Nordea identificó esta problemática, y en respuesta lanzó en 2022 la estrategia Global Climate Engagement, que propugna la idea de inversión climática 2.0. “Si nosotros queremos tener de verdad un impacto a largo plazo, tenemos que establecer un diálogo con las empresas que contaminan, que tienen un rol importante en la transición”, resume Carlo Fassinotti, responsable de Advisory Marketing de Nordea y experto en ESG.
Fassinotti explica que identificar a compañías que están al inicio de su proceso de descarbonización genera un impacto más profundo y duradero que limitarse simplemente a aplicar filtros de exclusión: “Resulta de vital importancia colaborar con las compañías que todavía tienen un perfil de emisiones alto, porque también puede desarrollarse el potencial de cambio ahí y por lo tanto podrían existir oportunidades de rentabilidad”. Fassinotti pone un ejemplo real de actuación: la firma convenció a Ultratech (uno de los fabricantes de cemento líderes en India con una cuota de mercado del 22%), de emplear energía solar en vez de combustibles fósiles en la fabricación de cemento, consiguiendo así reducir su huella de carbono y los gastos operacionales de la empresa. “No solo tiene sentido por el planeta, sino que también lo puede tener para las empresas en términos de rendimiento”, recalca.
¿Cómo dialoga Nordea con las compañías?
Nordea cuenta con un largo y reconocido historial de inversión sostenible, por lo que el concepto de inversión climática 2.0 reúne los recursos y capacidades ya existentes del equipo de Nordea Asset Management, como el equipo de inversión responsable de la firma creado en 2009 que cuenta hoy con más de 20 analistas ESG.
Fassinotti explica que la definición de engagement que utiliza la gestora consta de dos elementos, proxy voting y diálogo directo con las empresas. Dentro del ya mencionado equipo de inversión responsable se encuentra otro equipo que se encarga expresamente de esa parte de diálogo, centrándose en temáticas sostenibles (cambio climático, biodiversidad y otros) y el análisis de las empresas.
El experto afirma que, aunque la firma ya lo hacía anteriormente, “desde que entró en vigor la clasificación SFDR, la necesidad de interpretar la información y los datos se ha vuelto aún más importante”. Por eso, además del equipo de inversión, la firma ha mejorado considerablemente su plataforma de datos ASG. La parte más interesante viene al combinar la dimensión cuantitativa con otra más cualitativa: “El sistema nos puede decir que una empresa emite por encima de lo sostenible, pero por el momento no puede decirnos cuál es el plan de transición de esa empresa. Por eso nuestros analistas ESG forman una parte clave a la hora de entender el contexto donde se mueve la compañía”, explica Fassinotti.
Así, el equipo se encarga de analizar los planes de cero neto de las empresas -cuáles son sus objetivos, retos y plazos para bajar sus emisiones- y a partir de esa evaluación llegan a una conclusión sobre si una compañía es o podría llegar a ser sostenible o no, al identificar si está comprometida con el cambio y tiene un plan alineado con el Acuerdo de París. De esta manera, consiguen identificar compañías que consideran fundamentales en la transición hacia una economía verde.
La siguiente fase del proceso consiste en preparar y ejecutar el diálogo con las empresas identificadas. Aquí, el equipo se ha marcado cuatro objetivos, siendo el primero la confrontación de sus expectativas con las de la empresa. “Si no están alineados, no comenzamos el engagement con la empresa”, aclara el representante de Nordea.
El segundo paso consiste en conseguir que la entidad reconozca que tiene que implementar los criterios de Nordea para llegar a su objetivo de bajas emisiones. Dichos criterios van más allá de controlar las emisiones, ya que la firma cuenta con experiencia en temáticas como gestión de la energía, gestión de recursos naturales, modelos de negocio sostenible o contaminación del medio ambiente, entre otros.
El tercer objetivo es monitorizar que la compañía cumpla con el plan en los próximos años. “Somos largoplacistas. Nosotros no invertimos para vender mañana. Y tiene sentido, porque la transición requiere de años. Si vemos oportunidad de rentabilidad es porque pensamos que una empresa concreta tiene un retorno esperado importante a lo largo de un ciclo económico”, insiste el experto, que indica que sucede lo mismo con el engagement, que necesita tiempo para dar sus frutos. “Lo importante es que al tener indicadores medibles podamos controlar lo que sucede en la empresa y ver si en algún momento no se está cumpliendo con lo acordado para escalar el asunto”.
Finalmente, el último hito es que la empresa alcance su objetivo. “En dicho momento, decidimos si merece la pena seguir dialogando con esta empresa si vemos que hay mayor potencial de rentabilidad, o decidimos vender nuestra exposición al dar por concluida nuestra misión”, indica Fassinotti.
Un ejemplo que cita viene a colación del estallido de la guerra de Ucrania, donde la alemana RWE se vio obligada a reabrir una central térmica de carbón para proveer de energía al país, lo cual se reflejó en un incremento de las emisiones en cartera. “Nuestro equipo escaló esta situación y decidió seguir con esta posición al concluir que había sido algo extraordinario y no iba a cambiar el compromiso de RWE con la transición energética”, indica Fassinotti.
Además de estos objetivos, Nordea añade cuatro indicadores para medir la credibilidad de cada empresa en la que invierten (reporting, ambición para conseguir cero emisiones, si tiene objetivos basados en métricas científicas y que la remuneración de los ejecutivos esté ligada a objetivos sostenibles), así como dos indicadores específicos para cada compañía, en función de su actividad y del sector en el que la desarrolle.
Estos y otros movimientos quedan reflejados en un informe sobre el engagement del fondo que Nordea publica anualmente. “Lo importante es transmitir este tipo de información al cliente, explicar por qué en un momento dado pueden subir las emisiones de la cartera y comprender qué hay detrás y si es algo puntual y justificable”, concluye Fassinotti.
Nordea consigue así englobar en una estrategia los recursos y capacidades que han evolucionado estos años para tener presencia en todos los ciclos de inversión necesarios de la inversión climática con la estrategia Global Climate Engagement. El concepto de Inversión Climatica 2.0 abre un universo de inversión completamente distinto al de los líderes climáticos. Mediante la colaboración con empresas dejadas de lado por su alto nivel de emisiones se ocultan compañías con un papel fundamental en la lucha del cambio climático. El valor oculto reside en esperar a que los cambios de adopten y sepan responder fehacientemente a los pasos marcados por el engagement.