La adopción progresiva de la inteligencia artificial y la inteligencia artificial generativa por todo tipo de empresas para evolucionar sus negocios plantea numerosos retos a inversores, reguladores y a las propias compañías, que tendrán que lidiar con un incremento del consumo energético (y su correspondiente huella de carbono) y reforzar su gobernanza para garantizar un uso responsable de estas nuevas tecnologías.
Si después de una explosión lo que queda es el rastro del polvo que ha levantado, dejando caprichosas formas sobre la superficie, podría afirmarse que 2022 y 2023 han sido los años de la explosión de la inteligencia artificial (IA), y que en 2024 empresas, inversores, gobiernos, reguladores y otros agentes están tratando de analizar los patrones que ha dejado ese polvo, al tiempo que lidian con nuevas explosiones de innovación, porque la IA ha seguido evolucionando a un ritmo vertiginoso.
Hace un año, los análisis giraban en torno a cómo la IA podría empezar a generar cambio; hoy, ya es consenso que estamos presenciando la siguiente gran revolución tecnológica, con potencial para disrumpir la práctica totalidad de las industrias.
“Más que la disputa habitual entre disruptores e incumbentes, la IA podría estar planteando un desafío entre empresas tradicionales e innovadoras”, afirma a este respecto Humberto Nardiello, gestor de renta variable en DPAM. Según una encuesta realizada por McKinsey (datos de septiembre de 2023), las compañías líderes en aplicación de IAs han sido capaces de superar a sus homólogas del sector en un factor de 3,4 veces. Las estimaciones a nivel mundial apuntan además a que la IA tiene el potencial de generar una actividad económica total adicional de aproximadamente 13 billones de dólares para 2030.
Ahora bien, si hay un terreno en el que sigue habiendo más dudas que certezas en torno a la IA es en su intersección con otra de las grandes tendencias estructurales de esta década, la transición energética. ¿Será una aliada para llegar al objetivo del cero neto, o más bien un obstáculo inesperado? Según un estudio de la consultora EY, el 88% de los CEOs declaró estar invirtiendo o tener planes para invertir en productos y servicios impulsados por IAs en sus compañías. En cambio, solo el 38% destacó que estaba priorizando la resolución de problemas relacionados con la sostenibilidad a la hora de asignar el capital. Adicionalmente, el 65% de los CEOs encuestados declaró que iba a ser necesario más trabajo para abordar los riesgos sociales, éticos y delictivos que puedan aparecer en un futuro impulsado por la IA.
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