Hoy no solo es el día de los enamorados, también se celebra el Día Mundial de la Energía, creado para concienciar sobre el uso sostenible de los recursos energéticos. Un fin muy alineado con el contexto actual, protagonizado por la voluntad de transitar hacia una transformación energética donde la sostenibilidad sea el eje central.
Según el escenario de la Agencia Internacional de la Energía para pasar a “Net Zero” (net cero o neutralidad de carbono), la producción total de energía debe disminuir un 7% en los próximos 10 años y la energía neta consumida por persona se reduciría aún más a medida que aumenta la población. Dado que es improbable que el consumo de energía por habitante disminuya en India, África o el Sudeste Asiático, esto implica que las zonas de alto consumo energético, como Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, deben ver disminuir el consumo per cápita en un 30-40% en los próximos 10 años. Esto no se parece a nada de lo que se ha vivido en los últimos 200 años, y podría provocar descontento e incluso disturbios.
“Nuestra visión es que hay oportunidades de mercado generacionales asociadas a los billones de dólares en inversiones necesarias hacia el objetivo de un sistema energético descarbonizado, tanto por la parte larga como por la corta”, afirma Álvaro Cabeza, Country Head de UBS AM Iberia. En su opinión, hay varias áreas de mejora disponibles para acelerar este proceso: mejores datos sobre las emisiones, aumento de los impuestos sobre el carbono o la integración de las energías renovables en la red eléctrica existente.
Adaptar los sectores económicos
Los objetivos de la COP26, la lucha contra el cambio climático y la transformación de las economías para alejarse de los combustibles fósiles obliga a los gestores e inversores a tener una nueva visión sobre el sector energético. En opinión de Thomas Leys, Investment director de renta fija de abrdn, con toda la atención puesta en cómo lograr el «cero neto» en las próximas décadas, es fácil olvidar que el cambio climático ya está aquí y que es fundamental adaptarse a los cambios que se avecinan.
“Hay que celebrar el aumento de la atención de los inversores a las causas del cambio climático y los planes de reducción de emisiones, pero ahora hay una necesidad urgente de invertir en la resiliencia climática. Ambas cosas son complementarias y deben ir en paralelo. La COP26 puso de manifiesto, con razón, la necesidad de financiar la adaptación, situando este tema por delante de la mitigación del cambio climático en el acuerdo final. Ha llegado el momento de que los inversores despierten a la realidad del cambio climático actual e inviertan no sólo en la mitigación de sus causas, sino también en la adaptación a sus consecuencias”, añade Leys.
Según su visión, invertir ahora para adaptarse al cambio climático podría reportar grandes beneficios: la Comisión Global de Adaptación ha identificado inversiones por valor de 1,8 billones de dólares que podrían reportar unos beneficios netos de 7,1 billones de dólares para 2030. “Los cambios en el clima exigen la adaptación de muchos sectores de la economía. El sector inmobiliario es especialmente vulnerable, ya que se enfrenta a daños por tormentas e inundaciones, al aumento de los costes de los seguros, al incremento de los costes energéticos y, potencialmente, a la necesidad de contar con generadores de reserva y sistemas de emergencia. Además, un mundo más cálido y húmedo necesitará una infraestructura diferente: sistemas de drenaje mucho mejores y capacidades de ciudad esponja que permitan a las zonas densamente edificadas hacer frente a las inundaciones repentinas que provocan las lluvias intensas. Los sistemas de red eléctrica tendrán que ser reforzados para que puedan hacer frente a las condiciones meteorológicas y de temperatura extremas”, señala Leys.
Para el experto de abrdn, a estos sectores se suma también la agricultura, ya que habrá que adaptar su explotación y conservación a los efectos cada vez más extremos del clima. Una realidad, en su opinión, que deja a los mercados emergentes en una posición más vulnerable.
A estos sectores, UBS AM añade otro más: las materias primas. En opinión de Cabeza, el camino hacia el “Net Zero” va a ser muy beneficioso para el cobre. “Específicamente para la electrificación, cuando se trata de limitar el aumento de las temperaturas por debajo de 1,5 grados centígrados. El cobre contribuye enormemente a mover los electrones y es la piedra angular de las tecnologías asociadas a la generación, transmisión y dispositivos finales. En los escenarios “Net Zero”, como los esbozados por la Agencia Internacional de la Energía, el uso del cobre se duplica de aquí a 2050, y la oferta no está preparada para satisfacer el aumento previsto de la demanda en el transcurso de esta década. El suministro de cobre también es vulnerable al estrés climático, ya que la producción compite con otros usuarios por el agua, y las minas están sujetas al calor extremo y a las inundaciones”, explica.
Por último, según explican Mark Lacey y Alexander Monk, responsables de materias primas de Schroders, tras lograr unos resultados destacables durante 2020, la renta variable enfocada a la transición energética ha capeado un 2021 muy volátil. “A las acciones del sector les ha costado generar ganancias pues las presiones sobre las cadenas de suministros y el aumento de la inflación han afectado al crecimiento de muchas compañías. Como resultado, los inversores han sido menos entusiastas con la inversión en transición energética”, señalan.
Las expectativas de Lacey y Monk son positivas en parte porque la implicación política tendrá un impacto clave. “Hacia finales de 2021, los retrasos, cambios y debates en torno a las políticas relacionadas con la energía provocaron una importante incertidumbre y problemas en el mercado. La mayoría de las tecnologías del sector de la transición energética ya no requieren apoyo político para ser rentables, pero las medidas políticas pueden seguir provocando importantes ajustes de la demanda en función de cuándo y cómo se apliquen. Este ha sido el caso, en particular, de los proyectos de energías renovables en Estados Unidos”, concluyen.