En su reunión de ayer, el BCE no hizo cambios en la postura de su política monetaria. Lo más importante es que ha declarado que las compras netas de PEPP durante el próximo trimestre «seguirán realizándose a un ritmo significativamente mayor que durante los primeros meses del año”, según ha indicado. Esta decisión se ha adoptado sobre la base de una evaluación conjunta de las condiciones de financiación y de las perspectivas de inflación, que ha sido la parte más relevante de su encuentro.
“El BCE ha mantenido hoy la actual configuración de la política monetaria, y ha mantenido la mano firme a pesar de la pésima previsión de inflación del 1,4% para 2023. Es probable que el BCE elimine gradualmente las compras netas en el marco del PEPP en 2022, y que vuelvan a cobrar protagonismo las herramientas de compra de activos más regulares con el fin de afinar la política monetaria tras la pandemia. El BCE tiene previsto seguir comprando activos hasta poco antes de empezar a subir los tipos de interés, lo que, dadas las perspectivas de inflación, es poco probable que ocurra en los próximos tres años”, resume Konstantin Veit, gestor de carteras en PIMCO.
En general, las perspectivas de crecimiento e inflación mejoraron y, a diferencia de las reuniones anteriores, los riesgos se evalúan ahora como «ampliamente equilibrados». Según explica Martin Wolburg, economista senior de Generali Investments, la presidenta Lagarde trató de matizar las implicaciones de la política monetaria. “Subrayó que las presiones subyacentes sobre los precios seguirán siendo moderadas en general, debido a un crecimiento salarial todavía débil, a la evolución de los tipos de cambio y a la atonía general de la economía. Creemos que también es importante tener en cuenta que, tras un repunte temporal de la inflación general este año (los precios del petróleo, los efectos de base, el fin del recorte temporal del IVA en Alemania para 2020 y otros factores técnicos), la inflación general volverá a moderarse y su tasa prevista para finales de 2023 seguirá estando por debajo de la proyección anterior a la pandemia, un umbral que el BCE utilizó para justificar sus medidas de emergencia contra la pandemia”.
Con la previsión de que la pandemia pierda gradualmente su fuerza y el nivel de actividad anterior a la crisis se vuelva a alcanzar en el segundo semestre de 2021, el BCE ha incrementado su proyección del crecimiento acumulado del PIB para 2021-2022 en un 1,3% y en un 0,7% la inflación. En opinión de Adrian Hilton, director de tipos mundiales y divisas de Columbia Threadneedle, “al modificar ligeramente al alza las previsiones de crecimiento del PIB y de la inflación para 2021 y 2022, pero dejando sin cambios las perspectivas para 2023, el BCE ha señalado que aún no ve las bases de una recuperación sostenida del crecimiento a largo plazo, especialmente mientras siga habiendo una importante holgura en el mercado laboral”.
“El BCE se ha vuelto considerablemente más seguro en sus perspectivas económicas. Así, la entidad ha elevado de forma significativa sus previsiones de crecimiento del PIB para 2021 y 2022 y considera que los riesgos económicos se encuentran ampliamente balanceados. Sin embargo, su objetivo de inflación para 2022 y 2023 no se va a cumplir en ese periodo. En varias ocasiones, la presidenta del BCE ha hecho hincapié en unas proyecciones más elevadas para la tasa subyacente durante todo el horizonte de previsión”, añade Ulrike Kastens, economista de DWS.
En opinión de Anna Stupnytska, economista global de Fidelity International, si bien el BCE ha revisado al alza sus previsiones de crecimiento e inflación para 2021 y 2022, cambiando la evaluación del riesgo a «ampliamente equilibrada», sigue siendo pesimista en cuanto a las perspectivas de inflación, la cual se aleja aún más del objetivo para su horizonte temporal.
Según destaca Annalisa Piazza, analista de renta fija de MFS Investment Management, “el BCE sigue considerando que el actual repunte es una cuestión temporal, impulsada por la energía, los cuellos de botella de la oferta y los factores temporales. La inflación subyacente, sobre todo en el sector de los servicios, está impulsada por los salarios y estos últimos muestran pocos signos de aceleración por el momento y no se espera un repunte a corto plazo”.
“De cara al futuro creemos que, en el entorno de mayor crecimiento e inflación inducido por la reapertura más adelante en el año, es probable que los mercados sigan poniendo a prueba la determinación del BCE (y de la Fed) de mantener una política acomodaticia extrema. La prueba clave para el BCE será la decisión sobre cuándo y cómo retirar el PEPP -en vigor en estos momentos»al menos hasta marzo de 2022- sin provocar tensiones en el mercado. Dado que el APP (acrónimo en inglés del Programa de Compras de Activos) carece actualmente de los atributos de flexibilidad del PEPP, ese traspaso de las compras al APP podría ser problemático. Esperamos que el BCE siente las bases de esa medida cuando anuncie los resultados de su revisión de la estrategia en el segundo semestre de 2021”, añade Stupnytska.
Por su parte, Jai Malhi, Global Market Strategist en JP Morgan Asset Management, considera que, puesta en contexto de lo que hacen el resto de bancos centrales, la decisión del BCE ha sido la correcta. “La narrativa clave de la Fed hoy en día es que necesita que la economía estadounidense se caliente para anclar la inflación en un nivel más alto que el experimentado en el último ciclo. Dado que la baja inflación parecía tan arraigada en la zona del euro, este imperativo es aún mayor para el BCE”, matiza Malhi.
Sin tapering, por ahora
Las gestoras coinciden en que el BCE está enviando un claro mensaje de que no está dispuesto todavía a retirar su apoyo. La propia Christine Lagarde, presidenta de la institución monetaria europea, calificó el enfoque de la decisión política como de «mano firme» y subrayó que cualquier debate sobre la reducción del PEPP es prematuro y no necesario. “Lagarde reiteró su mensaje de que las economías individuales dentro de la eurozona deben proporcionar apoyo fiscal temporal y anticíclico para ayudar a la recuperación económica a la luz de la pandemia”, apunta Marilyn Watson, Head of Global Fundamental Fixed Income Strategy de BlackRock.
En este sentido, el tapering parece aún más lejano también a la luz del riesgo de subida de tipos inducida por Estados Unidos. “El Consejo de Gobierno opina que la mejor opción es mantener la calma. Esto significa que mirará a través de los diversos factores temporales, como el repunte de la inflación o la iliquidez del mercado en verano. Es probable que el BCE siga comprando en el marco de su PEPP al ritmo actual hasta que el programa termine. Esto aplazaría el precipicio de la política monetaria hasta marzo. Creemos que el Consejo de Gobierno, en su reunión de septiembre, empezará a pensar en un rediseño del PEPP (compras mensuales, flexibilidad) que facilite la vida posterior al PEPP tanto para el BCE como para los mercados”, sostiene Wolburg.
Pero Kastens recuerda que, ante la mejora en las perspectivas, un mayor ritmo de las compras de activos dentro del marco del PEPP no se puede justificar en el largo plazo. “En este escenario, es probable que la retirada de las políticas monetarias ultralaxas comience en otoño, con un ritmo algo más moderado de las compras del PEPP, pero sin ajustar la dotación del PEPP en su conjunto. De esta forma, seguimos manteniendo nuestra previsión de que la salida de las políticas monetarias ultralaxas se hará de manera cautelosa. Pero debería quedar claro para todos que, de cara a 2022, se puede esperar mucho menos apoyo del BCE”, añade el economista de DWS.
Apolline Menut, economista para la zona euro de AXA Investment Managers, señala que “el banco central debe abordar la ambigüedad de su definición de estabilidad de precios para dejar claro que es adecuadamente simétrica” y, así, permitir “un cierto rebasamiento de la inflación, necesario para volver a anclar las expectativas de inflación a largo plazo en el 2%. Las presiones inflacionistas podrían jugar a favor de los halcones”.
Las conclusiones de esta reunión suponen, según las valoraciones de las gestoras, que el BCE aplaza hasta después del verano todas las expectativas sobre los cambios en su política monetaria. En opinión de los expertos de Bank of America, “las grandes cuestiones siguen en gran medida sin resolverse: la orientación sigue siendo corta, el concepto de condiciones de financiación favorables en gran parte sin definir, y el calendario y el resultado de la revisión de la estrategia se desconocen. Así que, desde la perspectiva del mercado, seguimos viendo los últimos tres meses como un modelo para los próximos tres meses, con el nerviosismo del tapering aumentando probablemente durante el verano”.