El IPC ha pasado de niveles negativos a finales de 2020 al 9,8% en que cerró marzo, según datos del INE. La inflación está disparada y hay dos factores que juegan un papel fundamental en su repunte. En primer lugar, según destacan desde el Instituto Santalucía, la demanda embalsada.
El consumo no realizado durante la pandemia elevó los niveles de ahorro, y una vez las restricciones se relajaron el consumo repuntó con fuerza, haciendo que los precios subiesen.
El segundo factor es la guerra en Ucrania, que está encareciendo todavía más los costes energéticos. Este conflicto, según advierte Víctor Alvargonzález, director de estrategia y socio fundador de la firma de Nextep Finance, formará parte de la ecuación que moverá la inflación y los mercados. «El aislamiento económico de Rusia tiene un impacto inflacionista a nivel mundial (y no tanto en el crecimiento), al ser Rusia el mayor productor global de materias primas. Cortar las exportaciones rusas implica poner al mercado de materias primas patas arriba. Occidente se auto sanciona indirectamente, en forma de shock inflacionista», apunta.
Además, considera que incluso si los cuellos de botella causados por la pandemia se resuelven rápidamente y la revolución digital logra suavizar la inflación en el sector de los servicios, aún quedará esta “potente fuente de inflación”, que será de origen ruso y de origen salarial.
Los bancos centrales son quienes tienen las herramientas para reducir la inflación y una palanca de la que pueden tirar son los tipos de interés, que sirven para que los bancos fijen el coste de pedir prestado dinero o la rentabilidad ofrecida en un producto financiero. De este modo, si la inflación se desboca, como está actualmente, las autoridades monetarias suben los tipos de interés. “Al subir los tipos se encarece la financiación. Conclusión, pierdes poder adquisitivo, todo es más caro y optas por consumir menos. Y volvemos al principio, si se consume menos, los precios, la inflación, bajan”, aclaran los expertos del Instituto Santalucía.
Sin embargo, los bancos centrales se encuentran en una difícil situación. Si no suben los tipos la inflación podría descontrolarse, pero si los bajan para reducir la inflación, se corre el riesgo de frenar el crecimiento, el cual ya se ha debilitado en comparación con los niveles que se esperaban para este año.
¿Habrá estanflación?
Según relatan desde Mapfre, la previsión actual respecto a estos datos para los próximos meses es que sigan el curso alcista que llevan arrastrando desde hace varios meses y que se ha agravado con el conflicto en Ucrania. No obstante, Alberto Matellán, economista jefe de Mapfre Inversión, cree que estos números “están dentro de lo esperado” y que la tendencia, apoyada por factores exógenos, se mantendrá por ahora: “Las materias primas, los metales y, además, los alimentos, van a empujar a la inflación hacia arriba”.
Como consecuencia, Matellán explica que la actualización de los datos de inflación en España ha vuelto a poner sobre la mesa la idea de una posible estanflación, un escenario de elevada inflación y de crecimiento muy bajo, nulo o incluso negativo.
“Por el momento, y pese a las revisiones a la baja en las expectativas de crecimiento, las cifras siguen siendo suficientemente altas (se espera, por ahora, un avance de en torno al 4-5% para este año) como para no entrar en pánico. De hecho, Ismael García Puente, gestor de inversiones y selector de fondos en MGP, cree que, teniendo en cuenta la curva de los bonos, se pueden disipar las dudas de una posible recesión: “El tramo largo (bono a diez años) depende más del crecimiento, por lo que en un contexto de recesión deberían estar bajando, y no es el caso”, calma Matellán.
Pedro del Pozo, director de inversiones financieras en Mutualidad de la Abogacía, nos recuerda que el BCE ha ponderado una serie de escenarios, algunos adversos, donde hablan de una inflación del 7,1% en Europa y crecimiento del 2,3%. “Es evidente que, si la inflación no mejora, habrá que ser más drástico en política monetaria, y eso podría traducirse en un cuadro coyuntural de cierta estanflación en unos meses vista”, advierte el experto.
¿Cómo afecta al ahorro y cómo combatirla?
A la inflación también se le llama el impuesto silencioso ya que se va comiendo nuestro dinero poco a poco. Además de encarecer la cesta de la compra, la inflación es el mayor enemigo del ahorro no invertido porque hace que con el paso del tiempo pierda valor.
Para proteger el ahorro que no necesitamos en el corto plazo de los efectos negativos de la inflación tenemos que invertirlo, rentabilizarlo, en productos financieros capaces de batir la inflación, explican desde el Instituto Santalucía. Hay que entender también que si, por ejemplo, la rentabilidad ofrecida en un producto financiero es del 2,5% y el IPC está en el 1%, el interés real, lo que ganarás, será de un 0,50%. Es decir, para saber el beneficio real tienes que descontar la inflación.
“Lo importante es hacer una buena planificación financiera que tenga en cuenta la evolución de la inflación. Ahora, de forma atípica, está en niveles muy elevados, pero lo normal, y es lo que buscan los bancos centrales, es mantenerla en el entorno del 2%”, explican los expertos del Instituto Santalucía.