La mayoría de los analistas y gestores coinciden en que el Brexit y el Reino Unido siguen siendo un foco importante de atención para este año. Cómo evolucionarán las negociaciones y cómo afectarán a la economía inglesa y a la libra su salida de la Unión Europea son solo algunas de las principales inquietudes.
Más de un año y medio después de que ganara el sí, no sólo los inversores tienen dudas, sino que la propia industria de gestión de activos aún no está segura de qué consecuencias tendrá también para ellos, al menos en el campo de la gestión y comercialización de productos.
La respuesta a todas estas preguntas y preocupaciones está en el proceso de negociación que la primera ministra, Theresa May, está peleando. Por ahora, el Reino Unido ha aceptado una serie de condiciones relativas al reconocimiento de la situación de los ciudadanos comunitarios en su territorio y de los expatriados británicos, al no establecimiento de una frontera rígida entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, y al pago de la cuenta del divorcio, que actualmente se prevé que ronde los 50.000 millones de euros.
“El principal logro de esta negociación ha consistido en evitar una escalada del Bréxodo –es decir, la macha de empresas– de cara a 2018, ya que el pánico estaba cundiendo entre las empresas, y ahora parece que el riesgo de que el Brexit sea brusco se ha reducido”, afirma Léon Cornelissen, economista jefe de Robeco. En opinión de Cornelissen, aún queda mucho por hacer: “Sobre todo esbozar las líneas generales del futuro acuerdo comercial, que todo apunta a que se asemejará a los modelos adoptados para Canadá o Noruega”, matiza.
Un proceso abierto
En este sentido, el gobierno británico está desesperado por evitar la fuga de empresas, que abandonan el Reino Unido en busca de países más tranquilos dentro del mercado único. Por su parte, los líderes de la Unión Europea siguen teniendo como prioridad evitar un Brexit duro.
La parte comercial, regulatoria y de libre circulación de las personas y capitales son los principales temas que tienen que esclarecerse. Según explica Paul O’Connor, jefe del equipo del Multiactivos de Janus Henderson con base en Reino Unido, “es probable que las tensiones políticas resurjan en muchas etapas en el camino al Brexit”.
Unas tensiones que tienen que ver con el imperativo político de mantener la alineación regulatoria entre Irlanda del Norte y la Unión Europea y el Reino Unido. “Esto limitara significativamente el alcance de la divergencia regulatoria del Reino Unido después del Brexit”, aclara O’Connor.
Sector y mercado
Las negociaciones ya han pasado a la segunda fase, tras la reunión de los líderes de la Unión Europea a mediados de diciembre de 2017. En opinión de Stéphane Monier, jefe de Inversiones de Lombard Odier, los avances en torno a Brexit son positivos.
El acuerdo alcanzado hasta ahora es “claramente una buena noticia para Reino Unido, y disminuye el riesgo de no llegar a un acuerdo futuro con su mayor socio comercial. Debería aumentar la confianza de las empresas y actuar como un desincentivo para las compañías que han considerado trasladar las operaciones a Europa continental o más allá. Vale la pena señalar que actualmente los inversores internacionales tienen poca exposición al mercado de renta variable de Reino Unido”, explica.
Como es lógico todo este proceso que vive el Reino Unido y la Unión Europea se refleja en las previsiones que los gestores tienen para el mercado. “Aunque el acuerdo levanta parte de la penumbra del Brexit, no aborda algunas de nuestras principales preocupaciones sobre la dirección de la economía de Reino Unido y sus fundamentales, incluyendo los déficits fiscales y de cuenta corriente que siguen siendo amplios según los estándares históricos”, advierte Monier.
Desde Lombard Odier apunta estiman que el PIB británico tendrá un “desempeño decepcionante en 2018” y prevé un crecimiento del 1,3%. Además, destaca que hay poco margen de maniobra en el Banco de Inglaterra, que en noviembre ya elevó los tipos de interés al 0,5% a largo plazo, tras el nivel más bajo post crisis financiera mundial del 0,25%.
“Las perspectivas económicas de Reino Unido siguen siendo demasiado vulnerables para que el banco entre en un período de normalización concertada, a pesar del modesto repunte de la inflación. Los últimos datos muestran que la inflación de los precios al consumidor de Reino Unido aumentaron en noviembre al 3,1%, frente al 3,0% tanto en septiembre como en octubre, pero creemos que podría contenerse en los próximos meses, ya que el crecimiento salarial sigue siendo lento y los efectos del debilitamiento de la libra del año pasado bajan las cifras de comparación anuales”, explica Monier.
En opinión de Pierre Bose, responsable de Estrategia de Inversión europea en Credit Suisse, es importante vigilar este proceso de cara a la evolución de la libra esterlina. “Creemos que el adelanto y aceleramiento a las negociaciones comerciales es de apoyo para Sterling, pero esto a su vez puede pesar sobre renta variable en el Reino Unido. Para los bonos gubernamentales del Reino Unido, vemos los riesgos como equilibrados. Las expectativas de inflación están comenzando a disminuir gradualmente, lo que compensa el riesgo del aumento de las tasas reales si la economía mejora”, explica.
Por último, y de cara a la industria de gestión de activos, Bose destaca como señal positiva de todo este proceso que “se planea una transición manteniendo los derechos actuales de passporting facilitado por medio del Reino Unido buscando una alineación regulatoria armoniosa con la Unión Europea”.
Salida en 2019
Entre tanto, nadie sabe cuánto puede durar este proceso de negociación ni los acuerdos transitorios. En principio, parece ser que los británicos quieren limitar su duración a dos años, pero la mayoría de los expertos considera que este plazo es ilusorio.
“Un punto de salida más natural sería diciembre de 2020, cuando concluyen los actuales presupuestos plurianuales de la Unión Europea. Después, habrá que negociar con Reino Unido la posibilidad de que realicen nuevas aportaciones. Pero incluso este plazo podría resultar demasiado corto, ya que concluiría tan solo 22 meses después de la fecha de salida, actualmente establecida para marzo de 2019”, explica Cornelissen.
Unos tiempos con los que coincide Bose. “Esperamos que el Reino Unido busque un acuerdo sobre el período de transición tan pronto como sea posible después de que la Unión Europea adopte su posición oficial de negociación, sin embargo, la certeza jurídica total no llegará hasta que se ratifique el acuerdo de retirada. Esto solo puede ocurrir una vez que el Reino Unido se haya convertido en un tercer país, es decir, las negociaciones comerciales detalladas continuarán después del 29 de marzo de 2019 y deberán completarse durante el período de transición”, afirma.