La inflación se ha convertido en una de las mayores preocupaciones de los inversores y ahorradores, ante la posibilidad de que esta pueda comerse sus ahorros. Algunos expertos advierten de que la subida es pasajera, pero otros, aunque sean minoría, consideran que será estructural. Esta es la opinión, por ejemplo, de BlackRock.
La firma prevé una inflación estructuralmente más alta, consecuencia de los estímulos monetarios y fiscales. El principal factor que lleva a la firma a ponerle ese adjetivo a la inflación es la respuesta sin precedentes de los gobiernos y bancos centrales. “Es cuatro veces más fuerte que la que vimos de la Fed en 2008 para un impacto que ha sido cuatro veces más pequeño. Si ya durante la crisis financiera nos pareció que las políticas habían sido muy contundentes, en este escenario aún más”, argumenta Manuel Gutiérrez-Mellado, responsable del Negocio Institucional de BlackRock en España.
Desde JP Morgan AM consideran que seguirá siendo transitoria. “De cara a finales de año, principios del que viene, deberíamos ver cómo empieza a caer. Es cierto que este ciclo podremos ver niveles más altos, pero no es un problema para los bancos centrales, que en el medio y largo plazo podrán convivir con esa inflación”, aclara Lucía Gutiérrez-Mellado, directora de Estrategia de JP Morgan AM. La gestora argumenta su opinión de que no será duradera señalando al exceso de capacidad instalada, la capacidad de mejora del mercado laboral y la persistencia de otros factores que nos han llevado a inflaciones bajas en ciclos anteriores, como son un mundo cada vez más global y tecnológico.
Desde Nuvix Consulting, señalan que el incremento de precio de varias materias primas como el cobre, la madera o el petróleo puede llevar a una inflación con cierta persistencia en el tiempo. “La duda es si será algo pasajero o más estructural”, se preguntan. Pimco insiste en su convicción de la que los actuales repuntes de la inflación son transitorios: “Esperamos que los principales bancos centrales de los mercados desarrollados comiencen a subir los tipos en 2023. Aunque la inflación ha sorprendido al alza y ha despertado algunos temores, mantenemos que el mundo está asistiendo a un repunte transitorio, impulsado por efectos de base interanuales, cuellos de botella en la oferta y escasez temporal, que también debería moderarse en 2022”.
Según explica Francisco Martínez Márquez, asesor financiero de Andbank y de la plataforma de Finect asesores, la coyuntura actual en el nivel de precios hay que entenderla dentro de un contexto amplio en el que han sido varios los factores que han desencadenado una subida de la inflación, más acusada en Estados Unidos que en Europa, y que han provocado una situación excepcional tras la reactivación económica, y después de un periodo en el que la demanda ha estado reprimida como consecuencia de los confinamientos.
“Este incremento de la demanda no ha venido acompañado por un incremento suficiente de la oferta, y que por tanto tampoco ha sido capaz de crear stocks, generando de esta forma cuellos de botella. Este desequilibrio se irá solucionando a medida que aumente la oferta, y por tanto, estamos ante un fenómeno transitorio”, advierte.
Factores inflacionistas y deflacionistas
Jordy Hermanns, gestor en Aegon AM, señala que las dinámicas de inflación que se observan en la actualidad son fuertes y están empujando la inflación hasta niveles que hacía tiempo que no veíamos. “Creemos que la inflación seguirá alta en los próximos meses como consecuencia de la recuperación cíclica ligada a la reapertura de las economías. De cara a 2022, prevemos que la inflación volverá a caer a medida que la actividad se normalice y los cuellos de botella se solucionen. En nuestra opinión, los factores desinflacionarios estructurales impedirán que la inflación se mantenga alta de forma sostenida. Los avances tecnológicos, el escaso poder de negociación de los trabajadores y el envejecimiento de la población volverán a ejercer una presión bajista sobre la inflación”, expresa.
A la hora de analizar el fenómeno, Francisco Martínez señala que hay que considerar otros factores como el tensionamiento de precios de las materias primas; la fortaleza del yuan dentro de un cambio de política de Pekín orientado a convertir su moneda en una divisa fuerte capaz de actuar como reserva internacional, lo cual ha exportado inflación desde China; las actuales políticas fiscales expansivas, que también añaden presión; y por último, la actuación de los bancos centrales, quienes llevan una década intentando crear inflación con sus políticas monetarias.“Y al contrario que en las décadas precedentes, cuyo objetivo era reducir la inflación (y lo consiguieron), este será un elemento a considerar, porque en el largo plazo acabarán cumpliendo con su objetivo. Este sin duda es un elemento de corte estructural”, aclara.
No obstante, Martínez coincide con Hermanns e insiste en que hay que contemplar en paralelo los factores deflacionistas: demografía, digitalización y deuda, que suavizarán las subidas en los niveles de precios. “Como consecuencia, deberíamos esperar un incremento de precios mayor a los vistos en los últimos años, pero lejos de mantener los niveles actuales en Estados Unidos”, señala.
La inflación debe estar presente en la planificación de los ahorradores e inversores
A pesar de que la inflación se materialice o no, esta debería estar presente en la planificación de todos los ahorradores/inversores, ya que las directrices de política monetaria de las autoridades siempre han marcado un nivel de referencia (2% en el caso del BCE). Por tanto, la mejor manera de cubrirla, según aconseja Martínez, es incorporarla en el proyecto de inversión. “Esto va a exigir a los perfiles más conservadores asumir un riesgo mayor para preservar su capital (rentabilidad nominal objetivo del 2%). Pero esto no es nuevo y a nadie debe pillarle por sorpresa”, apunta.
Para cubrir la subida en el nivel de precios, el experto recomienda incorporar activos en cartera que diversifiquen y conduzcan a una rentabilidad nominal que permita, una vez deducida la inflación, alcanzar rentabilidades positivas en el largo plazo, acorde al nivel de riesgo.
“En estos momentos los activos de riesgo serían los preferidos en su dosis adecuada dentro de cada perfil, dada la curva de tipos. Aprovecharíamos las correcciones para tomar posiciones. El oro también tiene cabida como elemento diversificador. Para buscar valor en renta fija, deberíamos acudir a corporativos y High Yield. Tendríamos en este plano presentes los mercados emergentes en moneda local. China, India e Indonesia dentro de Asia; Méjico y Brasil en América; Turquía y Rusia en Europa, todos en moneda local”, recomienda.