A pocas semanas de acabar 2023, el contexto macroeconómico, marcado por la inflación y un aumento de los riesgos geopolíticos, sigue siendo un tema relevante para las gestoras de fondos. Comprender el entorno actual se ha convertido en algo crucial para también entender el comportamiento de algunos de los activos del mercado y las oportunidades de inversión que pueden generar.
“Muchos inversores parecen creer que las autoridades pueden orquestar un aterrizaje suave en la economía, de tal forma que la inflación descienda hasta los niveles deseados sin perder vigor en el plano del crecimiento. Personalmente, yo considero que eso podría resultar una falacia, ya que existen muchas señales que indican que el crecimiento está flaqueando en todo el mundo. El temor a la recesión domina en Europa y el Reino Unido. Los precios de las materias primas han descendido, exceptuando el petróleo y las empresas también son cada vez más cautas en sus perspectivas y la confianza de los consumidores está deteriorándose”, apunta Adam Darling, gestor de inversiones en el equipo de renta fija de Jupiter AM.
En este sentido, Darling considera que la economía mundial podría encontrarse al borde de una recesión. “Las tensiones creadas por los altos tipos de interés ya son evidentes en diversos sectores. Las quiebras empresariales están disparándose y muchos emisores del mercado de bonos high yield no pueden sobrevivir con los rendimientos en los niveles actuales”, argumenta.
Además, el gestor de Jupiter AM asegura que a pesar de los argumentos alcistas para los bonos high yield que aseguran que los rendimientos disponibles son muy elevados, la capacidad de generar alfa y materializar las rentabilidades dependerá de cómo se gestione un ciclo crediticio volátil durante los próximos 12-18 meses. “En este entorno, apostamos por seguir siendo pacientes para ver qué ocurre a partir de ahora. Aunque acertar con el análisis macroeconómico es importante, en este entorno resulta determinante un análisis crediticio riguroso”, añade Darling.
n ese “esperar y ver”, gran parte del foco sigue estando en la inflación y los bancos centrales. Los principales bancos centrales han alcanzado sus tipos máximos, que se convertirán en mesetas prolongadas. Sin embargo, los mercados adoptan ahora una perspectiva excesivamente agresiva, fijando los tipos restrictivos de EE.UU. para un futuro lejano.
“Esto, unido a unas perspectivas de crecimiento más sombrías y a los flujos hacia activos refugio en medio de los riesgos geopolíticos, puede contribuir a que los rendimientos retrocedan desde los máximos recientes. Pero la fuerte oferta y el endurecimiento cuantitativo mantendrán el descenso en niveles moderados”, explica Thomas Hempell, responsable de estudios macroeconómicos y de mercado en Generali Investments.
Desde la gestora apuntan que el alivio de los activos de riesgo debería ser limitado, dado el deterioro de las perspectivas de beneficios. De hecho, el MSCI World, que ha bajado un 10% en los últimos tres meses, sigue bajo presión, a pesar de las perspectivas estacionales positivas de finales de año. En consecuencia, la gestora mantiene infraponderada la renta variable y el crédito high yield, y se muestra partidaria de una duración moderadamente larga en bonos básicos y cuasi soberanos.
Hempell sigue viendo valor en el crédito investment grade, ya que considera que los niveles de compensación del riesgo siguen siendo atractivos. “Es posible que los diferenciales de la deuda soberana del sur de Europa se amplíen algo más debido a la persistente preocupación por el crecimiento, la QT del BCE y el aumento de los costes de los intereses. Sin embargo, esperamos que el movimiento sea ordenado, y que el impacto en la rentabilidad de los bonos se vea ampliamente compensado por un carry decente”, explica.
En opinión de Vincent Mortier, Group Chief Investment Officer de Amundi, y Matteo Germano, Deputy Group Chief Investment Officer de Amundi, en las últimas semanas, los mercados han permanecido en una zona de fluctuación, mientras tratan de valorar la dirección de las políticas monetarias, el crecimiento económico y la trayectoria de la inflación, cuya evaluación se complica aún más por la guerra entre Israel y Hamás.
Ambos siguen esperando una leve recesión en EE.UU. en el primer semestre de 2024. “Unos tipos de interés más altos durante más tiempo (higher-for-longer) y unas condiciones financieras más ajustadas, junto con los siguientes factores principales, nos mantienen preocupados por las perspectivas económicas globales: la ambigüedad en la política monetaria, expectativas de una pausa hawkish; las capacidades fiscales limitadas en Estados Unidos y Europa; el ahorro y los mercados de trabajo; el debilitamiento corporativo; y el desapalancamiento estructura de China”, señalan sobre su visión macro.
A la hora de hablar de activos concretos, primero aclaran que el contexto económico y las valoraciones favorecen una postura positiva en duración. “Mantenemos una posición positiva sobre los bonos del Tesoro de EE.UU. y somos cada vez más constructivos en Europa, incluso en el tramo corto de la curva. En cuanto a la renta variable, aunque mantenemos la cautela sobre los mercados desarrollados, mejoramos la posición de Japón a neutral a la luz de la recuperación interna. En cuanto a las divisas, la preocupación por la inflación en EE.UU. y la subida de los tipos de interés a largo plazo podrían impulsar al dólar a corto plazo. Así, nos hemos vuelto tácticamente positivos frente a determinadas divisas asiáticas y a un franco suizo de bajo yield. No obstante, mantenemos que un pivote de la Reserva Federal provocaría la debilidad del dólar a medio plazo. También nos hemos vuelto constructivos respecto al petróleo como diversificación y creemos que los inversores deberían reforzar las coberturas de sus carteras”, explican.
En este sentido Mortier y Germano defienden que en medio de los riesgos de desaceleración económica, los bonos actuarán como diversificador. Pero a corto plazo, advierten de que la situación es delicada, dependiendo de los datos que vayan llegando, lo que nos lleva a ser ágiles. “Somos positivos en EE.UU., neutrales en Europa core o central y prudentes en Japón. En crédito corporativo, mantenemos nuestra visión ligeramente positiva sesgada hacia la alta calidad, como el Investment Grade, donde vemos un margen limitado de un deterioro de los fundamentales. En general, la necesidad de diferenciación es elevada”, concluyen.