Si el año pasado Larry Fink, presidente y CEO de BlackRock, ponía el foco en cómo había cambiado el escenario global y el proceso de desglobalización al que nos enfrentamos, este año se ha centrado en el nuevo escenario macroeconómico al que se enfrentan los clientes e inversores de BlackRock.
Este entorno, que ya viene describiendo en sus últimas misivas, incluye no solo la inflación, la subida de tipos y las tensiones en el sector bancario, sino también unas economías cada vez más fragmentadas y un mayor proteccionismo y polarización. “Desde la crisis financiera de 2008, los mercados se definieron por una política fiscal y monetaria extraordinariamente agresiva. Como resultado de estas políticas, hemos visto cómo la inflación subía bruscamente hasta niveles no vistos desde la década de 1980. Para luchar contra esta inflación, la Reserva Federal subió los tipos el año pasado casi 500 puntos básicos. Este es uno de los precios que ya estamos pagando por años de dinero fácil, y ha sido la primera ficha del dominó en caer”, destaca.
Un precio que, en su opinión, ha pagado Silicon Valley Bank. “Algo más tenía que ceder a medida que el ritmo más rápido de subidas de tipos desde la década de 1980 dejaba al descubierto las grietas del sistema financiero. La semana pasada asistimos a la mayor quiebra bancaria en más de 15 años, cuando los reguladores federales embargaron el Silicon Valley Bank. Se trata de un clásico desajuste entre activos y pasivos. La semana pasada también quebraron dos bancos más pequeños. Es demasiado pronto para saber el alcance de los daños. Hasta ahora, la respuesta reguladora ha sido rápida y las medidas decisivas han contribuido a evitar los riesgos de contagio. Pero los mercados siguen en vilo”, reconoce.
En este sentido, la pregunta que se hace es si serán los desajustes entre activos y pasivos la segunda ficha del dominó en caer. Según explica, “los anteriores ciclos de endurecimiento han desembocado a menudo en espectaculares catástrofes financieras, como la crisis de las cajas de ahorros y los préstamos de los años ochenta y principios de los noventa o la quiebra del condado de Orange (California) en 1994”. Sin embargo, no quiere ser alarmista e insiste: “Aún no sabemos si las consecuencias del dinero fácil y de los cambios normativos se extenderán en cascada por todo el sector bancario regional estadounidense, de forma similar a la crisis de S&L, con más embargos y cierres por venir”.
Por último, Fink advierte en su carta de una posible “tercera ficha de dominó” que también podría caer antes este contexto: la liquidez. “Además de los desajustes de duración, es posible que ahora también veamos desajustes de liquidez. Años de tipos bajos han llevado a algunos propietarios de activos a aumentar sus compromisos con inversiones ilíquidas, cambiando menor liquidez por mayor rentabilidad. Ahora existe el riesgo de un desajuste de liquidez para estos propietarios de activos, especialmente aquellos con carteras apalancadas”, afirma.
Según su previsión, como la inflación sigue siendo elevada, la Reserva Federal seguirá centrada en combatirla y continuará subiendo los tipos y, aunque reconoce que el sistema financiero es claramente más fuerte que en 2008, las herramientas monetarias y fiscales de que disponen los responsables políticos y los reguladores para hacer frente a la crisis actual son limitadas. “Tras años de crecimiento mundial impulsado por un gasto público récord y unos tipos de interés mínimos, el mundo necesita ahora al sector privado para hacer crecer las economías y elevar el nivel de vida de los ciudadanos de todo el planeta. Necesitamos que los líderes de los gobiernos y las empresas reconozcan este imperativo y trabajen juntos para liberar el potencial del sector privado”, propone en su carta.
En su opinión, estas cuestiones, junto con las crecientes tensiones geopolíticas, han situado la seguridad nacional y económica en el centro de atención. Por ejemplo, defiende que el equilibrio entre precio y seguridad es una de las razones por las que la inflación persistirá y será más difícil de controlar a largo plazo para los bancos centrales. “En consecuencia, creo que es más probable que la inflación se mantenga más cerca del 3,5% o el 4% en los próximos años. Esta nueva economía fragmentada conlleva riesgos, como una inflación elevada, pero también oportunidades”, afirma.
Implicaciones para la inversión
Todo ello tendrá, según el CEO, importantes repercusiones en la forma en que los propietarios de activos decidan asignar el capital y diseñar carteras duraderas. La primera de esas claves, señala, tiene que ver con la “crisis silenciosa” de la jubilación. “Las menores expectativas de rentabilidad de los mercados, el aumento de los costes de la vivienda y la asistencia sanitaria para los jubilados y el desplazamiento de los riesgos de jubilación a los particulares han hecho que sea más difícil que nunca apoyar el aumento de la longevidad”, afirma. Frente a ello defiende que “para jubilarse cómodamente, la gente necesita invertir sus ahorros durante décadas y aprovechar los rendimientos a largo plazo que ofrece el crecimiento de los mercados de capitales”. Además, argumenta que para ayudar a afrontar la crisis, el papel de la firma pasa por entender qué impulsa la toma de decisiones financieras en los distintos mercados.
“La inversión a largo plazo requiere confianza en el sistema financiero y la creencia fundamental de que mañana será mejor que hoy. Hoy necesitamos líderes que den a la gente razones para tener esperanza, que puedan articular una visión de un futuro mejor. Y necesitamos instituciones que inspiren confianza. Invertir para alcanzar un objetivo financiero como la jubilación es un acto de esperanza y optimismo, que demuestra una perspectiva a largo plazo, confianza en las instituciones financieras y fe en la integridad del mercado. La falta de esperanza, sobre todo ahora que nos adentramos en un periodo de incertidumbre y malestar económico -si no en una recesión en toda regla-, podría ser uno de los mayores obstáculos para convertir a los ahorradores en inversores a largo plazo”, defiende en su misiva a los inversores.
Como gestora, Fink destaca que BlackRock trabaja por reducir las barreras a la inversión mediante la creación de opciones que faciliten el acceso al mercado y lo hagan asequible allí donde se encuentren sus clientes.
Una de las propuestas que lanza el CEO en su carta de este año es ayudar a los clientes a navegar e invertir en la transición energética mundial, lo cual está muy conectado con la visión a largo plazo que defiende. “A corto plazo, la política monetaria y fiscal será el principal motor de los rendimientos. A largo plazo, los inversores también deben considerar cómo la transición energética, entre otros factores, afectará a la economía, a los precios de los activos y al rendimiento de la inversión”, argumenta. Y explica que el enfoque de BlackRock ante la inversión en la transición es el mismo que el de toda su plataforma: “Ofrecemos opciones a nuestros clientes; buscamos la mejor rentabilidad ajustada al riesgo dentro del mandato que nos confían; y respaldamos nuestro trabajo con investigación, datos y análisis”.
Por último, Fink ha querido plasmar cómo trabaja BlackRock para ofrecer más opciones de voto por delegación a sus clientes. Según explica, los cambios en el ecosistema de voto tienen el potencial de ser una fuerza transformadora en el gobierno corporativo.
“Seguimos innovando en diversos ámbitos para ampliar las opciones que ofrecemos a los clientes. Algunos de nuestros clientes han expresado su interés por desempeñar un papel más directo en la gestión de su capital, y hemos tratado de ofrecerles soluciones que les permitan votar sus acciones. Como escribí el año pasado a clientes y consejeros delegados de empresas, creo que, si se adopta de forma generalizada, la opción de voto puede mejorar el gobierno corporativo aportando nuevas voces a la democracia accionarial”, indica Fink.
Planes de negocio y crecimiento
Tras hacer un repaso por las cifras más destacadas de 2022, Fink comparte con los inversores de la firma los planes de crecimiento de la gestora. Según indica, la estrategia de BlackRock seguirá centrada en el crecimiento de Aladdin, iShares y los mercados privados, manteniendo el alfa en el corazón de la compañía, liderando la inversión sostenible y asesorando a los clientes en toda su cartera.
“Vemos oportunidades crecientes en áreas como las finanzas de transición, la externalización institucional, una mayor personalización de las carteras institucionales y patrimoniales, y las inversiones alternativas para clientes patrimoniales de todo el mundo. Los clientes desean cada vez más trabajar con BlackRock como gestor de activos global, multiproducto y orientado a las soluciones, con una sólida cultura de inversión y la capacidad de resolver las necesidades tecnológicas”, afirma.
Aun siendo la mayor gestora de activos del mundo, BlackRock sólo tiene una cuota del 3% de los ingresos de un sector fragmentado, por lo que Fink confirma que la gestora sigue teniendo como objetivo un crecimiento orgánico del 5% a lo largo de un ciclo de mercado y esperan superar a la industria tanto en mercados bajistas como alcistas.
Otro de los aspectos destacados de la carta de este año es la referencia específica que Fink hace a los activos digitales. Según reconoce, se están produciendo avances muy interesantes en el espacio de los activos digitales. En concreto, considera que muchos de ellos se están haciendo en mercados emergentes (India, Brasil y partes de África), mientras que muchos mercados desarrollados, incluido el estadounidense, se están quedando atrás en innovación, lo que encarece mucho los pagos.
“Para el sector de la gestión de activos, creemos que el potencial operativo de algunas de las tecnologías subyacentes en el espacio de los activos digitales podría tener aplicaciones interesantes. En particular, la tokenización de las clases de activos ofrece la perspectiva de impulsar la eficiencia en los mercados de capitales, acortar las cadenas de valor y mejorar el coste y el acceso para los inversores. En BlackRock seguimos explorando el ecosistema de los activos digitales, especialmente las áreas más relevantes para nuestros clientes, como las cadenas de bloques autorizadas y la tokenización de acciones y bonos. Aunque el sector está madurando, existen riesgos claramente elevados y una necesidad de regulación en este mercado. BlackRock está comprometido con la excelencia operativa, y tenemos previsto aplicar a los activos digitales las mismas normas y controles que aplicamos a toda nuestra actividad”, afirma.