Tras cuatro elecciones generales desde 2015, meses de negociaciones y numerosas sesiones de investidura, acaba de formarse un Gobierno en España. Pedro Sánchez lo liderará con su partido, el PSOE, junto a Unidas Podemos, tras ganar hace tan solo unas horas una ajustada votación (con 167 votos a favor, frente a 165 en contra, y con las abstenciones de EH Bildu y ERC). Precisamente lo ajustado de los números da cuenta de la fragilidad del nuevo ejecutivo de izquierdas, al igual que ha venido sucediendo en los últimos años, en un entorno de mayor fragmentación política en el país.
Esas cifras, que han obligado al presidente del Gobierno a negociar con numerosos grupos parlamentarios para lograr su investidura, hacen hablar a los expertos de debilidad y poca estabilidad gubernamental. Sobre las consecuencias económicas y en los mercados, ciertas voces pronostican la vuelta atrás de reformas como la laboral, o un parón en la reforma de las pensiones, y algunos temen una mayor tensión con Bruselas a cuenta de los números y hasta un potencial resentimiento en el crecimiento económico. En el lado positivo, también hablan de una mayor relajación de las tensiones con Cataluña, aunque auguran un conflicto duradero.
Así, el banco británico Barclays considera que la coalición PSOE-Podemos aplicará políticas fiscales expansivas e intentará instaurar un mercado laboral más rígido a través de políticas como, por ejemplo, el aumento del salario mínimo. Esto podría generar tensiones con Bruselas, además de suponer un escollo para el crecimiento a medio plazo, dicen. Además, el banco incide en que la formación de gobierno no asegura que la estabilidad política haya retornado definitivamente.
En la misma línea se pronuncian desde la agencia de calificación Moody’s: “Aunque España finalmente ha sido capaz de formar gobierno, su mayoría es diminuta y el país carece de experiencia en coaliciones gubernamentales multipartidistas”, explica Kathrin Muehlbronner, Senior Vice President de la agencia. En su opinión, el presupuesto de 2020 será el primer indicador clave de la dirección política del nuevo gobierno, clave para medir los impactos en esta materia: “Moody’s espera un mayor gasto (también para las comunidades) y mayores impuestos para mantener bajo control el déficit público. Las reformas de las pensiones podrían ser más difíciles de alcanzar”, advierten. Un riesgo clave, añaden, podría ser una vuelta atrás de las anteriores reformas laborales.
En el terreno regional, consideran que el gobierno regional en Cataluña estará sobre la mesa: “Creemos que hay mayores oportunidades que en el pasado de que se produzca una relajación de las tensiones en el conflicto. Sin embargo, es difícil ver un acuerdo definitivo para una solución y en cualquier caso llevaría tiempo”, añade Muehlbronner.
Menor optimismo
Almudena Benedit, responsable de gestión de carteras de Julius Baer España, hablaba hace semanas -antes de salir adelante la investidura- sobre su visión de la economía española para 2020 y vaticinaba impactos negativos: “La perspectiva de un gobierno débil y poco favorable a la libertad de empresa nos ha llevado a reducir nuestro optimismo respecto de la economía española. Recientemente hemos rebajado la proyección de crecimiento para España en 2020 al 1,7% y pensamos que cerraremos 2019 en el 2%, por lo que estaríamos convergiendo con el resto de países de la Eurozona donde creemos que la tasa de crecimiento se mantendrá constante en el 1,1%”, decía.
En su opinión, la expectativa de una subida de impuestos podría agravar las revisiones a la baja del PIB y el peor comportamiento del consumo privado frente a lo esperado, pero siguen confiando “en que el incremento de los salarios, la bajada del ratio de endeudamiento de las familias y la facilidad de acceso al crédito mantengan la demanda interna e inclusive rebote. El sentimiento empresarial también se ha deteriorado porque se espera una presión fiscal sobre las compañías y mayores costes regulatorios”, añadía.