Las medidas para pararle los pies al COVID-19 han supuesto un duro revés en las economías de los países. En España, estás consecuencias se reflejan en una caída del PIB que, según las predicciones del Consejo General de Economistas, podría rondar el 10,8%, con una recuperación en 2021 de alrededor del 3,5%. Pero ¿por qué el PIB español se va a ver tan afectado?
Para Emilio Ontiveros, presidente de Afi, el alto impacto tiene que ver con la llegada temprana de la infección y el carácter radical amplio de las medidas de confinamiento, sin olvidar que los sectores más afectados son de los que principalmente se nutre el PIB español. El turismo supone el 12% de nuestro PIB y el comercio un 13%, sectores que dependen de la movilidad física.
Esta es una de las razones por las que Karen Ward, estratega jefe de EMEA de JP Morgan AM, considera que el impacto del COVID-19 puede ser mayor en España que en otros países de la Unión Europea, por la alta dependencia que tiene del turismo, donde considera que será “casi un año perdido”.
Además, Ontiveros recuerda el sector del automóvil, el cual también tiene un peso relevante y ya venía arrastrando dificultades que se han acentuado con la pandemia. Otro de los factores que localiza tiene que ver con el censo empresarial, ya que, según indica, el 96% son empresas micro y por lo tanto muy vulnerables a cualquier viento adverso que venga. Asimismo, una parte de esas microempresas pertenece a los sectores más afectados por la crisis sanitaria.
Otro de factores que hay que sumar a esta operación que da como resultado una caída del PIB relevante, es el de un mercado de trabajo dominado por el empleo temporal. Esta característica ya se ha reflejado en el número de parados, el cual casi roza los cuatro millones. Según Leopoldo Torroalba (Arcano), cerca de un 40% de la población activa podría estar en riesgo, un porcentaje que, a su parecer, puede crecer aún más. Para Torralba, el principal problema al que se enfrentan las compañías y las familias es el derrumbe de ingresos y recursos propios, no es de exceso de deuda o la falta de liquidez. “No es lo mismo un problema de solvencia que de liquidez. Hay que dar menos líneas de avales a las compañías y más ayudas directas para ayudarles a rellenar el hueco”, demanda. Por su parte, Gonzalo Fernández considera que la pandemia nos va a hacer retroceder casi cuatro años en nuestro avance en el empleo.
El profesor, economista y exconsejero del Fondo Monetario Internacional, Mario Weitz, también ha mostrado su preocupación respecto a los datos del paro. Prevé que pasaremos del 12% al 21% de desempleo a final de año, “motivado por mucho contrato temporal, mucha economía sumergida y demasiado ladrillo y turismo”. El Consejo General de Economistas prevé que la tasa de paro se sitúe entre el 21-22%, con una reducción en 2021 hasta el 17%. Respecto al déficit, Weiz cree que posiblemente llegue al 10% este año. “La deuda alcanzará el 120% del PIB. Hay miedo a un rescate como el de Grecia”, explica.
La luz al final del túnel
Giorgio Semenzato, director de Finizens, considera que el inicio de las fases de desescalada en España trae una señal muy positiva bajo todos los puntos de vista, incluyendo los mercados bursátiles, ya que representa un “hito muy relevante al marcar la reactivación de la economía y de las normales dinámicas sociales”, explica.
Asimismo, cree que el hecho que Madrid y Barcelona puedan ser las ciudades donde se aplique una desescalada más lenta podría influenciar de forma conservadora la evolución del Ibex-35, pero solo de forma transitoria, ya que los mercados tenderían a descontar con antelación ese acontecimiento. “Si las empresas de gran capitalización no salen demasiado heridas por este principio de 2020, es de esperar que el Ibex se estabilice y vuelva a niveles acordes”, apunta.
“Pero de lo que no hay duda es de que, en el largo plazo, los mercados globales acabarán recuperándose en su plenitud, tal y como ya ocurrió después de crisis anteriores como la de 2008. He ahí una de las claves fundamentales: la importancia del largo plazo que, sobre todo en estas situaciones caracterizadas por continuos vaivenes de los mercados, se torna fundamental”, añade. En este sentido, Semenzato cree que lo más probable es que durante el tercer trimestre veamos de manera mucho más clara algunas señales de la recuperación.
Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, considera “fundamental” que se compatibilice el interés sanitario con el económico. Respecto a la actividad, a pesar de que cree que en el tercer y cuarto trimestre habrá un rebrote de la actividad gracias a la desescalada, considera que en términos anuales puede caer desde el 6 al 12%. “En el segundo semestre habrá una recuperación importante pero no completa. En el año 21 el crecimiento rondará el 6% en la zona euro, tardaremos entre un año y medio dos en recuperar la posición que teníamos al principio”, pronostica.
En España, considera que “hemos tocado fondo”, pero encuentra un punto positivo y es que España en 2019 crecía por encima de la media. Sin embargo, reconoce que su estructura productiva es muy sensible al confinamiento. “La economía española caerá más que el resto, pero también tiene ventajas, es competitiva y nuestro sistema financiero está mucho más saneado por la reestructuración que se hizo hace unos 10 años”, concluye.