Bajo el lema “La inversión como fuerza innovadora para vivir un mundo más justo”, iCapital ha celebrado su jornada informativa específicamente diseñada para instituciones religiosas y organizaciones sin ánimo de lucro que buscan, a la hora de realizar sus inversiones financieras, que éstas obtengan un retorno social.
Con esta jornada, son ya nueve años consecutivos los que iCapital organiza este evento cuyo principal objetivo es incrementar la formación financiera de los responsables de la economía y gestión de congregaciones religiosas y organizaciones sin ánimo de lucro, que necesitan tomar decisiones sobre sus inversiones a largo plazo y que no tienen por qué poseer conocimientos financieros.
Pablo Martínez-Arrarás, socio fundador de iCapital, ha señalado que la inversión de impacto se encuentra en las hojas de ruta de grandes organizaciones e instituciones: “Si analizamos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), marcados por Naciones Unidas y el contenido del documento vaticano Mensuram Bonam, que busca aportar principios religiosos y éticos para los inversores católicos, llegamos a la conclusión de que ambos persiguen los mismos objetivos. Porque toda institución católica a la que se confían recursos para cumplir su misión se enfrenta a una doble responsabilidad: la de gestionar sus recursos con prudencia y financiar cuidadosamente sus programas y proyectos; y el deber moral de que, en la medida de lo posible, utilicen los principios de la fe y doctrina social de la Iglesia para alinear sus prácticas de inversión y gestión”.
“Puesto que en iCapital no somos depositarios, no tenemos productos propios y siempre trabajamos con nuestros clientes libres de interés. Constantemente realizamos análisis exhaustivos para conocer cuáles son los productos de inversión de impacto más adecuados para nuestra cartera de clientes”, ha explicado Martínez-Arrarás.
Actualmente, en el mercado español, existen productos financieros diseñados para obtener impacto social, tanto si se trata de líquidos como de ilíquidos. “Si bien son los productos ilíquidos los más apropiados puesto que la inversión de impacto precisa de más tiempo para la consecución de los objetivos para los que fue diseñada”, ha recalcado Martínez-Arrarás.
En la actualidad, “los inversores tienen acceso de forma fácil a estos productos bien mediante las entidades que los crean o bien mediante gestoras y bancos nacionales e internacionales”, ha afirmado Martínez-Arrarás. Durante la jornada, se ha hecho un repaso detallado tanto de los productos financieros específicos de inversión de impacto, como las entidades propietarias y las gestoras y bancos a través de los cuales se puede invertir en ellos.
Lo que no se mide no existe y lo que no existe no se puede mejorar ni comunicar
La jornada ha contado con la participación de Ana Hauyón, analista de inversiones de Global Social Impact (GSI), gestora especializada en fondos de inversión de impacto social y medioambiental global; y con Brezo Sintes, responsable de proyectos de 21 gramos, agencia de comunicación especializada en transformación social e impacto positivo de las empresas.
Ana Hauyón ha destacado la importancia de “ver qué hay detrás del propósito y pasar del dato al relato”. El procedimiento de GSI a la hora de manejar sus fondos de inversión es a través de la deuda privada a empresas consolidadas, con el objetivo de solucionar un problema social y mejorar la calidad de vida de las personas directa o indirectamente beneficiarias.
Desde 2019, GSI cuenta con dos productos financieros de impacto:
- GSIF África: fondo de deuda privada que invierte en empresas de alto impacto social que contribuyen a mejorar los medios de vida de las personas más vulnerables en África subsahariana.
- GSIF España: fondo focalizado en la inversión directa en compañías españolas no cotizadas que contribuyen a la inclusión económica y social de colectivos en situación de vulnerabilidad en España.
“En el caso concreto de GSIF África contamos con 15 empresas invertidas en las que se cumplen criterios de inclusión social, con un foco importante en la mujer (41% de la dirección de estas empresas está en manos de mujeres); y con más de 8 millones de beneficiarios, de los cuales el 63% son también mujeres”, ha explicado Ana Hauyón.
En el caso de GSIF España, GSI está invirtiendo en empresas cuyo foco se centra en personas vulnerables y en riesgo de exclusión social como emigrantes, mujeres mayores de 55 años desempleadas de larga duración y personas con algún tipo de discapacidad.
Y es que la inversión de impacto, a juicio de Ana Hauyón, “ha de partir de tres principios básicos: intencionalidad de buscar el bien social y/o medioambiental; adicionalidad o cómo el inversor contribuye a un bien mayor; y medición del impacto y evaluación de los cambios que se producen con cada una de las inversiones realizadas”.
A la hora de seleccionar las empresas en las que GSI invierte, realiza una due dilligence en la que se especifica el problema que se quiere solucionar; cómo se va a solucionar y el impacto que se va a obtener.
Por su parte, Brezo Sintes ha destacado “la necesidad de imponer una comunicación centrada en las personas y en las herramientas que se van a utilizar para transformar la sociedad, en un contexto de polarización como en el que ahora vivimos”.
KUALI, el mundo que queremos ver
La jornada también ha contado con la participación de Agustín Vitorica y Luca Torre, socios fundadores de GAWA, entidad gestora de inversiones de impacto que apuesta por la inversión transformadora. Desde su creación, en 2009, GAWA ha asesorado 57 inversiones de impacto en 17 países de todo el mundo, ayudando a impulsar la inclusión financiera en comunidades excluidas a través de cuatro fondos de inversión: GAWA Microfinance Fund (GMF), Global Financial Inclusion Fund (GFIF), Magallanes Impacto FIL y Huruma Fund.
Precisamente para dar continuidad a Huruma, nace Kuali, un fondo que cuenta, además de inversión privada, con la donación de fondos de la Unión Europea, y por primera vez de Naciones Unidas. Agustín Vitorica ha explicado que “Kuali nace con el objetivo de ayudar a resolver los problemas que la emergencia climática está ocasionando a más de 500 millones de pequeños productores y el 78% de pymes en todo el mundo. Estos problemas son principalmente la caída de la producción, por la degeneración del suelo cultivable y los fenómenos climáticos adversos. Kuali ofrece una solución al reto de la adaptación al cambio climático”.
Las inversiones de este fondo van dirigidas principalmente a la población rural (60%) y a la mujer (78%). “Hemos comprobado», ha explicado Vitorica, «que cuando una mujer se convierte en el motor económico de un hogar, el impacto permanece durante las siguientes generaciones”.
Tanto Vitorica como Torre han resaltado que la publicación de Mensuram Bonam, demuestra que “la Iglesia es consciente de que el reto principal es trabajar con comunidades vulnerables y resolver la resiliencia climática”.
La asistencia técnica permanente durante el periodo de inversión es fundamental para garantizar el éxito de las inversiones de impacto. “En GAWA mantenemos la asistencia técnica, y no sólo para garantizar la rentabilidad financiera, sino especialmente para asegurarnos de que el impacto que se buscaba se ha conseguido”, ha explicado Luca Torre.
Con un objetivo de alcanzar los 300 millones de euros, KUALI ya tiene comprometidos más de un 60% de esta cantidad y señala las dificultades burocráticas que han debido salvar para que Naciones Unidas se implicase, por primera vez, en un proyecto de inversión privada.
“Precisamente nuestra asistencia técnica nos permite medir el impacto a nivel del lugar donde actúan nuestras empresas financiadas hasta el punto de conocer si la comunidad ha obtenido mejorar en recursos sanitarios y educativos o ha mejorado su nutrición. Estos parámetros, por ejemplo, nos los piden desde la UE y nosotros consideramos que son fundamentales para garantizar el verdadero impacto social”, ha concluido Agustín Vitorica.