Una de las ideas que más se repitió en la conferencia con inversores celebrada por Old Mutual Global Investors la semana pasada en Oxford fue la búsqueda de diferenciación: “La única manera de superar al mercado es ser diferente”, decía Josh Crabb, responsable de renta variable asiática. Ian Heslop, responsable de renta variable global en la gestora, se encargó de explicar por qué la estrategia de inversión de la firma en bolsa realmente se diferencia de la competencia, con una base muy científica y, siempre, evitando restricciones en cuanto a la selección de valores, sesgos por estilos o apuestas macroeconómicas.
Para Heslop, uno de los errores más frecuentes que cometen los inversores es tratar de predecir la macro: “Es algo que se suele hacer pero en primer lugar, es muy difícil acertar en el evento, y en segundo término, también habría que predecir el impacto de ese evento en los mercados”. Ambas cosas son muy difíciles –sobre todo la segunda- y la historia da prueba de ello, con ejemplos como el Brexit o la elección de Donald Trump: no muchos lo predijeron, como tampoco Einstein fue capaz de predecir en 1934 la energía nuclear ni Thomas Watson, presidente de IBM, pudo ver en 1943 el gran potencial para el mercado de los ordenadores.
De ahí que Heslop considere “contraproducente” la predicción macro, por la dificultad de predecir lo correcto, pero además, e incluso haciendo buenas predicciones en este sentido, es posible el fallo al vislumbrar la reacción del mercado: nadie acertó ni con el Brexit ni con Trump. “Hay un desajuste a veces entre la macro y los mercados: el diciembre de 2015 la Fed subió tipos y la bolsa americana cayó un 8% en dos meses, pero en diciembre de 2016 ocurrió lo mismo y ésta subió un 4% en dos meses”, recuerda Heslop, como ejemplo. “Los mercados no siempre responden de forma predecible, así que nuestro equipo no hace predicciones sino que estudia la evidencia y busca beneficiarse de las ineficiencias de precios”, explica. Y da un dato: los gestores activos que batieron al S&P 500 el año pasado fueron solo un 27% del total, “porque los gestores piensan sobre todo en predecir la macro”…. y eso no funciona.
Base científica
El equipo de Old Mutual GI cuenta con una fuerte base científica (Heslop estudió química, Amadeo Alentorn robótica y Mike Servent física) que les proporciona una estrategia diferente a la hora de mirar el mundo de las inversiones. “Para batir a los índices de forma consistente, pensamos en los mercados con la idea de que los estilos son cíclicos, su naturaleza es fuertemente cíclica, de forma que lo que funciona hoy no tiene por qué funcionar mañana. Si queremos consistencia necesitamos diferentes estilos en cartera e ideas diferentes”, añade.
Con la idea de que los mercados pueden ser ineficientes debido a los sesgos y la irracionalidad de los inversores (también en parte debido a modelos simplistas como la eficiencia de los mercados, explotada por la inversión pasiva y los fuertes flujos hacia ETFs), el equipo trata de entender los mercados y el comportamiento de los inversores, las reacciones y los hechos, con una visión muy escéptica.
Para Heslop, aunque incertidumbre sigue siendo alta, el mercado actual se caracteriza por una baja volatilidad lo que lleva a los inversores a comprar ETFs: “Los inversores están mirando con fuerza la gestión pasiva y llevado 4.000 millones de dólares hacia fondos índice de renta variable americana desde 2007, de los cuales 1.200 millones han salido de fondos de bolsa gestionados activamente”, indica. Eso ha llevado a una fuerte concentración en índices y fondos indexados, generando un “problema de obesidad para el índice”. Y, además, las inversiones se han concentrado en nombres de calidad, alta capitalización y baja volatilidad, que se han encarecido.
El resurgir del value
Sin embargo, desde la segunda mitad del año pasado viene produciéndose un fuerte revival del value (sobre todo en sectores como materiales y financieras), demostrando que nada es permanente y castigando a los inversores centrados en la calidad. En ese momento, resultaba crucial ver el comportamiento del mercado y rotar las carteras hacia el value. “Tratamos de ver qué hace hoy el mercado, el ánimo de los inversores y qué valores se comportan mejor en este entorno, es algo predecible y medible, y nos exime de predecir la macro. Es más importante entender cómo reaccionan los inversores a los datos macro o políticos para entender qué valores lo harán mejor hoy”, explica.
Heslop, que considera que es casi imposible batir consistentemente a los índices con un mismo estilo en un mismo año porque la situación es muy cambiante, considera fundamental tener la capacidad de ajustar las carteras a cada entorno, basándose en ese comportamiento de los mercados. Así, cuando hay apetito por el riesgo (risk on), lo barato y de peor calidad funciona bien mientras en un entorno de miedo y risk off, la idea sería comprar empresas con sólidos balances, independientemente del precio, puesto que los nombres de calidad siempre se encarecen. “Empezamos 2016 con miedo pero la situación cambió y, desde julio, el sentimiento hacia el riesgo es consistente”, dice. Por eso, los retornos de los valores más baratos están siendo muy positivos… algo que Trump aceleró.
En sus carteras –cuyos retornos vienen en un 90% de la selección de valores dentro de los diferentes sectores, pero sin hacer apuestas sectoriales-, desde julio vienen vendiendo nombres de calidad y comprando value en todos los sectores, incluidos bancos. “Has de estar preparado para rotar”, dice Heslop. “Vemos una asignación de activos hacia segmentos de mayor riesgo, algo que durará. Si pudiera elegir solo un estilo, por primera vez desde 2008 sería el value”, apostilla.