A finales de 2017, la mayoría de los gestores veían en la deuda high yield un activo atractivo, pero ha ido perdiendo popularidad. Según Luke Copley, gestor y experto en renta fija de Allianz Global Investors, poco ha cambiado, pero el factor “miedo” ha aumentado y los diferenciales no son lo suficientemente baratos como para mejorar la convicción.
“El temor al aumento de las tasas de interés podría conducir a la relajación del comercio tras la era QE, durante la cual los inversores de bonos gubernamentales compraron títulos de investment grade y los inversores tradicionales de investment grade compraron high yield”, explica Copley, quien considera que este temor está relacionado también con un aumento de los incumplimientos.
En definitiva, estos activos han perdido atractivo porque no están pagando lo suficiente por las tasas de impago y la volatilidad esperadas. “Por dar un ejemplo, históricamente el mercado ha requerido 275 puntos básicos para cubrir solo la volatilidad, y éste debería ser el margen más bajo para los activos de calidad BB, incluso si uno no espera incumplimientos; actualmente nos pagan 245 puntos básicos. En la deuda europea de calificación B, sin embargo, el mercado está cotizando en más del 2,5% de las tasas de incumplimiento, que está por encima de nuestras previsiones para el año. Es decir, podemos argumentar que los diferenciales no son universalmente baratos; pero tampoco son ridículamente apretados”, comenta Copley.
De cara a lo que queda de año, este experto de Allinaz GI destaca que la fuerte demanda de activos de mayor rendimiento significa que otras partes del mercado no están compensando por completo al inversor. Aunque considera que los fundamentales económicos y empresariales son sólidos, “el aumento de las tasas, la volatilidad y las preguntas sobre el crecimiento mundial podrían llevar a que los diferenciales de high yield se amplíen modestamente. Estas presiones deberían ser menos pronunciadas en Europa que en Estados Unidos, pero es poco probable que Europa sea inmune. Sin embargo, esperamos retornos positivos, especialmente para aquellos gestores activos que sean capaces de descartar los nombres y sectores más débiles”.
Entre las oportunidades que ofrece la conyuntura de mercado, Coplay destaca los nombres europeos con calificación B. “Creemos que en este tipo de activo sí estamos siendo compensados por los riesgos. También creemos que el Brexit ha llevado a un abaratamiento de los créditos en libras esterlinas y no todos los emisores del Reino Unido tendrán un impacto negativo por el riesgo político”, apunta.
Desde una perspectiva sectorial, el gestor apunta que la clave de este año está más en “evitar” sectores, que en concentrarse en sectores. Para él, es igualmente importante buscar oportunidades en los activos desechados de algunos de los sectores “más estresados”.
El efecto del QE
Según Copley, desde la flexibilización cuantitativa, el mercado global de high yield ha crecido significativamente tanto en términos de número de emisores como de valor nominal. Esto ha permitido que los gestores activos puedan mejorar, en gran medida, la diversificación dentro de sus carteras.
“Si bien el alto rendimiento siempre ha sido una asignación a largo plazo para los gestores de Estados Unidos, sigue siendo una clase de activo más táctico en Europa. Además, especialmente en Europa, las líneas se han desdibujado entre los inversores de BBB y BB, lo que conduce al desarrollo de un mercado de cruce”, concluye Copley.