Desde que Donald Trump fue elegido como presidente de los Estados Unidos, las tensiones comerciales están a la orden del día debido a los constantes anuncios de aranceles, que han avivado los temores de una guerra comercial y que podría llevarnos a un crecimiento más lento y una mayor inflación.
Según el análisis de los expertos de Loomis Sayles, la afiliada de Natixis IM, el alcance y la gravedad de una guerra comercial dependen del objetivo final del presidente Trump. Es decir, si busca negociar acuerdos con los socios comerciales o si pretende imponer aranceles permanentes. Ahora bien, a partir de mañana sabremos ante cuál de las dos opciones estamos.
Un aspecto sobre el que los expertos de la gestora llaman la atención es que Estados Unidos tiene sus mayores déficits comerciales en computadoras y productos electrónicos, equipos de transporte y productos eléctricos. En cambio, registra superávits en productos agrícolas, petróleo y carbón, y gas y petróleo crudo. «Mantiene un importante superávit en el comercio de servicios con muchos países, lo que, en opinión de los analistas, podría convertirlo en un objetivo de represalias, ya que aquellos países con un gran déficit comercial en bienes, y que no pueden responder con aranceles, podrían recurrir a barreras no arancelarias, como restricciones a ciertas industrias y empresas de tecnología y servicios financieros», señalan.
Además, apuntan que Europa tiene el segundo mayor déficit comercial, impulsado por productos químicos, maquinaria no eléctrica y equipos de transporte (incluidos automóviles). “Europa es clave, ya que se encuentra en la intersección entre comercio y seguridad. Los líderes de la Unión Europea están integrando las políticas de EE. UU. en su estrategia y ajustando el gasto fiscal en respuesta”, concluyen desde Loomis Sayles.