La antorcha olímpica será encendida el próximo 21 de abril en la ciudad griega de Olimpia para después ser entregada en Brasilia a los organizadores de los próximos Juegos Olímpicos de Río 2016. El 3 de mayo, comenzará de forma oficial el relevo de la antorcha olímpica, un recorrido de 95 días por 300 ciudades brasileñas que será patrocinado por Coca-Cola, Nissan y Bradesco. Pero todavía está por ver si el enorme gasto y esfuerzo realizado por Brasil se verá compensado con la celebración de los juegos.
En abril de 2014, John Coates, vicepresidente del Comité Olímpico Internacional comentó que el retraso de las instalaciones deportivas en Río era “crítico”. Citando que ni siquiera Atenas, una ciudad que finalizó sus obras en el último momento, tenía tanto retraso como las obras de Río a dos años de que se celebran los Juegos.
En los dos años siguientes, el país se ha visto inmerso en una profunda recesión, en parte causada por la caída a nivel global de los precios de las materias primas y en especial por la bajada del precio del crudo, que hasta entonces proporcionaba con sus royalties un superávit al Estado de Río. Además, Brasil se ha visto sumido en un escándalo de corrupción a nivel nacional que ha afectado a los principales ejecutivos de las grandes constructoras del país y ha situado a su presidenta al borde del juicio político. “A pesar de su riqueza en recursos naturales, enormes territorios y gran población, una sofocante burocracia cuesta a la economía brasileña miles de millones de dólares cada año y la impide alcanzar su potencial económico. Según la Federación de Industrias del Estado de Sao Paulo (FIESP), la mayor asociación industrial del país, la corrupción cuesta a la economía cerca de 32.000 millones de dólares al año”, comenta Mark Mobius, presidente ejecutivo de Templeton Emerging Markets, en una reciente publicación de su blog: “La ambición olímpica de Brasil”.
Poco después de que las investigaciones por los casos de corrupción comenzaran, había un flujo constante de escépticos comentando que los trabajos de construcción no serían terminados a tiempo. Pero las preparaciones para los Juegos Olímpicos avanzan a pesar de la situación económica y política de Brasil. El comité organizador ha comunicado que más del 95% de las instalaciones deportivas están completas a cuatro meses de la ceremonia de apertura y las cifras muestran que el gasto se ha mantenido bajo control.
Aún con estos avances, es pronto para afirmar que los Juegos Olímpicos estén libres de problemas. Algunos de los proyectos todavía están por terminar, como es el caso del velódromo, la pista de tenis, y el centro de hípica. La construcción del metro que debe unir la playa de Ipanema con Barra de Tijuca está lejos de finalizar, aunque el Estado de Rio de Janeiro, responsable de las obras, garantiza que los trenes comenzaran a funcionar en julio. Por otro lado, el brote del virus Zika está poniendo a prueba la infraestructura sanitaria del país; y los brasileños están en su mayoría mostrando poco interés por las competiciones hasta el momento. Tan sólo la mitad de las entradas han sido vendidas, un porcentaje tan bajo que ni siquiera se ha desarrollado un sistema de reventa.
Tras su reciente visita a Brasil, Mobius compartía sus impresiones sobre el enorme gasto realizado para organizar los Juegos, frente a los posibles beneficios que éstos puedan generar para el páis: “Nos dirigimos hacia los alrededores del Parque Olímpico, el estadio HSBC Arena (el nombre probablemente cambie a Bradesco Arena, ya que Banco Bradesco compró recientemente las operaciones de HSBC en Brasil). Conducimos por las enormes autopistas que llegan a la villa Olímpica; había por lo menos siete estadios y pistas en la zona. La pista de balonmano tenía una señal diciendo que la construcción costó unos 158 millones de reales brasileños (o unos 42 millones de dólares). Obviamente, esta dimensión de gasto había atraído las críticas a la luz de las duras condiciones que atraviesa la economía brasileña. En una cerca de madera pudimos leer un grafiti a modo de protesta “Lava Jato Olímpico” o “Lava Auto Olímpico, ligando los gastos de las olimpiadas al escándalo de corrupción Lava Jato que continua en el país. Algunas personas se han quejado de que el dinero de la recaudación fiscal ha sido malgastado. Si Brasil será capaz de recuperar las inversiones impulsadas por los Juegos Olímpicos en un incremento de turistas está por ver, pero el país tendrá la oportunidad de brillar, y puede que incluso sean capaces de conseguir una imagen más positiva del país a raíz de los Juegos Olímpicos”.