Los expertos y estrategas esperaban una recesión económica derivada de las constantes subidas de los tipos de interés durante todo 2023. Por ahora, las economías han aguantado, pero todo apunta a que habrá una desaceleración en la recta final del año. Eso sí, la intensidad del frenazo económico aún está en el aire, así como la respuesta de los bancos centrales. Una incertidumbre que marca las estrategias de inversión.
Los expertos de Muzinich&Co reconocen que “a medida que transcurre el año, aumentan los paralelismos con la década de 1970”. Entre ellos, la firma destaca que mientras la actividad económica se ralentiza en Estados Unidos y la inflación se mantiene obstinadamente por encima del objetivo, “la estanflación, al igual que en los años setenta, sigue siendo un riesgo de cara al futuro”.
De esta forma, en la gestora puntualizan que aunque los precios de la energía son un factor clave de la inflación general, también considera que hay factores estructurales que pueden mantener la inflación por encima del objetivo de la Reserva Federal y el BCE en los próximos años. Entre ellos, “parece que el gasto público va a aumentar, sobre todo en materia de Defensa y en transición energética verde”. Además, la desglobalización “está reduciendo la eficiencia de las cadenas de suministro; el cambio climático merma la disponibilidad y fiabilidad de los productos agrícolas; la menor circulación de mano de obra debido al deterioro de la cooperación internacional está presionando al alza los costes, y es probable que un periodo sostenido de tensión en las regiones productoras de petróleo mantenga elevados los precios de la energía”, sentencian en la firma.
Por su parte, Eric Winograd, economista jefe de AllianceBernstein, no tiene tan claro que la inflación vaya a ser excesivamente fuerte. Su escenario base apunta a “una desaceleración gradual y controlable de la economía mundial acompañada de una caída igualmente gradual de la inflación, aunque esperamos que no llegue a los niveles anteriores a la pandemia”. Aunque el experto admite que este escenario no difiere mucho del de hace un año, “no podemos dejar de reconocer los riesgos que rodean nuestras expectativas” y que se resumen en unos tipos de interés elevados y un crecimiento que se ralentizará.
“Si bien los choques pasados se han absorbido cómodamente, los futuros pueden no ser tan fáciles de gestionar”, según Winograd, que ve incertidumbres derivadas de un apretado calendario político mundial, la persistencia de las tensiones geopolíticas y una serie de incógnitas desconocidas en el futuro podrían resultar problemáticas. El experto cree que los inversores “deben ser optimistas y pensar que los próximos trimestres serán razonablemente buenos”, pero también “deben estar atentos a los acontecimientos que podrían cambiar el panorama”.
Martin Wolburg, economista senior en Generali Investments, pone el foco en el ahorro de los particulares a la hora de prever cómo puede evolucionar la economía en los últimos meses de 2023. “Ahora que el exceso de ahorro se ha agotado en su mayor parte, y que las tendencias del crédito al consumo y del empleo se ralentizan, tememos que el coeficiente de ahorro repunte y frene el gasto en el futuro”, asegura el experto que ve como segundo factor a tener en cuenta la política fiscal, “mucho menos predecible” que la evolución del ahorro. En este punto, afirma que a pesar de que la tasa de desempleo se sitúa cerca de mínimos históricos, ha sido sorprendentemente expansiva.
También cita los problemas que acarrearía un cierre de la Administración estadounidense, que “perjudicaría a la economía”. Eso sí, “no mucho, a menos que dure”. En este campo, la mayor preocupación de Wolburg radica que un acuerdo sobre financiación estatal “incluya finalmente una contención del gasto que provoque un cambio en el impulso fiscal”. En este punto, concluye que, la resistencia de Estados Unidos a un endurecimiento de la Fed de 525 puntos básicos es “impresionante”, pero también que la economía estadounidense sigue a punto de ralentizarse, “y no tan suavemente: los indicadores adelantados siguen apuntando hacia un crecimiento cero”.
Para Europa, el experto cree que la zona “flirtea con la recesión, sin bazuca chino” y ve riesgos en la parte energética, en tanto que aunque los precios del gas natural se han normalizado, “aún siguen siendo más de cuatro veces superiores a los de Estados Unidos”. Y, teniendo en cuenta que la producción de los sectores de alto consumo energético se ha desplomado, existe un débil crecimiento de la productividad y falta de innovación, Europa ha llegado a “un prolongado bajo rendimiento económico y no vemos motivos para una mejora repentina”.
Andrew McCaffery, CIO global de Fidelity International, tampoco es muy optimista. “La situación es lo suficientemente incierta como para creer que es mucho más probable que haya recesión que no la haya”, afirma, para concluir que existe una probabilidad del 60% de recesión cíclica, “en la que el desempleo suba hasta una horquilla comprendida entre el 4,4% y el 6,5% en Estados Unidos durante los próximos doce meses”.
Este sería el desenlace de las señales que observa McCaffery, entre ellas la transmisión de la política monetaria restrictiva a la economía real que, con todo, no ha sido tan rápida como los bancos centrales habrían deseado. En última instancia, “creemos que el mecanismo de transmisión se ha retrasado, en lugar de romperse, y la situación podría invertirse rápidamente, sobre todo cuando las empresas comiencen a refinanciar su deuda el próximo año”.
Entretanto, el experto prevé aumentos moderados de los precios durante los próximos seis meses y ponen de relieve la persistencia de las presiones en las cadenas de suministro de sectores como la industria y los servicios de comunicación. “La Reserva Federal no ha resuelto todavía el problema de la inflación”, concluye el experto, que matiza que los bancos centrales han aprendido de sus errores de hace dos años y esta vez no van a subestimar las presiones inflacionistas, “por lo que el mensaje parece claro: los tipos se mantendrán en niveles más elevados durante más tiempo”.
No obstante, considera que es una estrategia arriesgada, especialmente “ahora que se acercan rápidamente los vencimientos de la deuda de las empresas: muchos de nuestros analistas esperan que los gastos por intereses de las empresas que cubren aumenten entre un 15% y un 25%”.
Ignacio Muñoz-Alonso, estratega jefe macroeconómico de Inversis, resalta que la zona euro continúa debilitándose en el segundo trimestre del año, pero esquiva, de momento, la recesión. “Se espera que el PIB se estanque en el tercer trimestre y se mantenga moderado en el cuarto debido al freno del sector servicios y el manufacturero, así como el endurecimiento de las condiciones de crédito”. En cuanto a la inflación, Muñoz-Alonso augura que los precios en Europa siguen una senda de moderación, aunque aún lejos del objetivo del 2% del BCE. “Habría que esperar al tercer trimestre de 2024 para acercarnos a un suelo del 3%. La volatilidad de los precios de la energía y la presión de los salarios seguirán marcando la evolución de la inflación subyacente”, sentencia.
Si persiste la inflación, el estratega considera que los bancos centrales se encontrarán en una “situación difícil durante un tiempo”. Las señales de advertencia de una próxima recesión -especialmente en Europa- están ahí, según Muñoz-Alonso, “pero una inflación obstinadamente alta puede exigir un mayor endurecimiento en los próximos meses y, como mínimo, podría retrasar cualquier relajación de la política monetaria”. Actualmente, el mercado no espera nuevas subidas por parte de la Reserva Federal ni del BCE y está aceptando el mensaje de higher-for-longer, “sin embargo, varios oradores de los Bancos Centrales han subrayado que persisten los riesgos al alza para la inflación, que se han visto amplificados por el conflicto de Oriente Medio y su posible propagación a otros países”.