Para las economías de América Latina, 2016 continúa marcando una marea de cambios. En toda la región las marejadas de políticos populistas con tendencias de izquierda que trajeron al poder a la presidenta Dilma Rousseff en Brasil y a Cristina Kirchner en Argentina parecen estar en retirada. En su lugar, una nueva ola de políticos de centro-derecha ha emergido en un intento de reformar y abrir al liberalismo las economías de la región para ayudar a revivir sus riquezas.
Un equipo de especialista de BNY Mellon compuesto por Alexander Gorra, estratega senior de ARX, Sophia Whitbread, gestora de mercados emergentes de Newton, Carl Sheperd, gestor de renta fija de Newton, Rodica Galvan, gestor de Insight Investment y Javier Murcio, gestor de mercados emergentes para Standish, debaten sobre las perspectivas de América Latina, sobre su situación económica y política, y sobre la consideración de cuándo y cómo invertir.
En Brasil, los mercados han reaccionado positivamente al nombramiento de Michel Temer como nuevo presidente. Incluso aunque el país se enfrentó durante este verano al doble desafío de organizar unas olimpiadas y llevar a cabo el proceso de destitución de la presidente Dilma Rousseff. El índice Bovespa de renta variable continúa progresando lentamente, pero firme desde los mínimos alcanzados en año anterior.
“En nuestra perspectiva, el mayor potencial al alza está en la renta variable, ya que las acciones podrían reflejar cualquier mejora realizada para regresar a Brasil en la senda del crecimiento. Temer ha manifestado que no se presentará a presidente después de que su mandato actual expire en diciembre de 2018. Creemos que esto proporciona un cierto margen para manejar reformas impopulares o difíciles que el país necesita para regresar al crecimiento sostenible de 2,5% a 3%. Se han preparado reformas en el sistema de seguridad social y hay un movimiento para incrementar el estímulo fiscal a la vez que se reduce el número de trabajadores estatales”, comenta Gorra.
En Argentina, el retorno triunfante a los mercados internacionales de deuda ha sido templado por unos débiles fundamentales en la economía y el legado de décadas de un mandato peronista. En 2019, unas nuevas elecciones generales podrían hacer girar el progreso alcanzado por el presidente de centro-derecha Mauricio Macri.
En Venezuela, décadas de mala gestión han creado un país al borde de saltar por los aires en un colapso económico. Solo la venta de las reservas de oro y las inyecciones de capital por parte de gobiernos extranjeros han podido parar un impago hasta la fecha actual.
“Se trata de una crisis auto-impuesta, no podemos pensar en muchos países en el mundo que se las hayan arreglado para destrozar su economía en tan poco tiempo. Esto es por lo que se trata de una situación única. Si algo sucediera en Venezuela, dudo de que hubiera algún contagio a Colombia o México. La lista de características idiosincráticas de este país es interminable. La tasa de cambio fijada, el gasto fiscal, una compañía estatal petrolera que sirve como medio de transferir riqueza, son cosas que no se han dado en otros países, incluso aunque otros productores de petróleo estén también sufriendo en estos momentos. Ningún otro país actúa como Venezuela, es realmente único”, comenta Javier Murcio.
En México, la presidencia alcanzada por Enrique Peña Nieto tras las elecciones de 2012, fueron un catalizador para las reformas que abarcaron casi todos los sectores de la economía: desde el sistema fiscal a las telecomunicaciones. La fractura entre la compañía estatal petrolera Pemex y el fortalecimiento del comercio con Estados Unidos proporciona vientos adicionales de cola para los inversores de la segunda mayor economía en la región.
En Colombia, los inversores están anticipando un acuerdo de paz, a la vez que la guerra civil más larga de la historia llega a una resolución. Incluso a pesar de la alta inflación y la bajada de los precios, la administración del presidente Juan Manuel Santos continúa en el camino de la reforma.