La economía global se está desacelerando rápidamente y el intercambio comercial en el mundo se contrae desde junio. En este contexto, las continuas tensiones comerciales entre Estados Unidos y China echan más leña al fuego sobre todo tras haber iniciado el pasado domingo una nueva fase de sanciones: un 15% de aranceles sobre importaciones chinas valoradas por 110.000 millones de dólares y entre un 5%-10% de tarifas adicionales sobre alimentos estadounidenses recibidos en las aduanas chinas.
“Este movimiento rompe el tono relativamente optimista que se había respirado a mediados de semana, cuando ambas partes habían relajado el tono de las conversaciones. A pesar de ser ampliamente anticipados, los nuevos aranceles han generado notables pérdidas en las bolsas mundiales y enviado al billete verde a nuevos máximos de más de dos años”, explican los analistas de Monex Europe.
Estos cambios de bruscos en el tono de las negociaciones desorienta a los inversores y analistas. Los expertos de Unigestion afirman que la falta de transparencia en las negociaciones entre Estados Unidos y China está “afectando al sentimiento inversor, en un enfrentamiento en el que China parece estar lejos de rendirse”. Por ahora ambos países han agendado un encuentro este mes, pero una nueva ronda de aranceles sobre 160.000 millones de dólares de importaciones chinas y un total de 75.000 millones de dólares de envíos norteamericanos sigue programada para mediados de diciembre. Según indica el documento Macro Insights preparado por el equipo de Macro Research de AXA IM, “si Estados Unidos vuelve a aumentar los aranceles en diciembre, China reintroducirá las tarifas automáticas del 25%”.
Sin duda, los analistas y casas de inversión coinciden en que una estabilización de la guerra comercial podría contribuiría al crecimiento del mercado y alejaría este sentimiento negativo. Desde Unigestion apuntan dos factores clave que ayudarán a estabilizar el enfrentamiento entre China y EE.UU: “Por un lado, hay un límite a las devaluaciones que puede implementar China si quiere evitar que haya una fuga masiva de inversiones extranjeras directas de China; por otro, las elecciones se ha aproximan en EE.UU. y el presidente estadounidense, Donald Trump, de cara a su reelección, no puede permitirse terminar su mandato en recesión. Simultáneamente, los índices del comercio mundial en los últimos dos meses se han recuperado, y cualquier mejora adicional en este frente sería un factor positivo adicional, empujando el sentimiento en una dirección positiva”.
En cambio, desde Schroders han reducido sus previsiones de crecimiento mundial como consecuencia de la reciente escalada de tensión en la guerra comercial entre ambos países. “Ahora esperamos un crecimiento del PIB del 2,6% este año y del 2,4% el siguiente, frente al 2,8% y el 2,6% que preveíamos anteriormente. Si se cumplen las previsiones, el crecimiento mundial en 2020 sería similar al de 2008, justo antes de la gran recesión de 2009”, indica Keith Wade, economista jefe de Schroders.
En su opinión, la escalada de la guerra comercial no ofrece muchas posibilidades de mejorar las perspectivas de los mercados emergentes. “Reducimos las expectativas de crecimiento de las economías BRIC este trimestre y esperamos que la guerra comercial la debilidad de 2020. En un tono más positivo, creemos que ahora hay margen para una mayor relajación cuantitativa por parte de los bancos centrales de los países emergentes, mientras sus homólogos desarrollados adoptan una postura más dovish”, añade Wade.
Mercado estadounidense y chino
Si hacemos casos a las últimas manifestaciones de ambos países, tanto China como Estados Unidos están dispuestos a resistir los aranceles. “Cada vez es más difícil que reducir el nivel de tensión actual. Mientras tanto, la confianza empresarial de EE.UU. continúa suavizándose a medida que aumentan las incertidumbres comerciales, mientras que el último dato del sentimiento del consumidor retrocedió a los niveles de 2016”, apuntan desde AXA IM.
En el mercado chino estas tensiones comerciales se mezclan con otras realidades como la depreciación del renminbi, la evolución de sus índices, su problema de deuda o el menor crecimiento del país. “Creemos que la fuerte corrección del mercado del año pasado fue excesiva. Esto puede haber contribuido al repunte durante el primer trimestre de este año. En este sentido, es cierto que las entradas de flujos de fondos pasivos que se han producido gracias a la inclusión de las acciones A en los tan seguidos índices MSCI han supuesto un gran impulso. Sin embargo, pensamos que lo más importante es que el consumo interno y los servicios están impulsando el crecimiento del PIB del país en la actualidad y no las exportaciones. El mercado de acciones clase A está mucho más expuesto al consumo interno que los mercados chinos offshore, lo que explica por qué las acciones clase A se están comportando relativamente bien. Asimismo, pensamos que el mercado está volviendo a centrarse en los fundamentales de las compañías”, explica Nicholas Yeo, el responsable de renta variable china de Aberdeen Standard Investments.
En opinión de Yeo, sigue habiendo oportunidades en el mercado chino: “Encontramos el mayor potencial en los títulos orientados al consumo, capaces de beneficiarse del crecimiento estructural en la nación de una población cada vez más envejecida y con mayor poder adquisitivo. Actualmente, en nuestro fondo Aberdeen Standard SICAV I- China A share sobreponderamos consumo, compañías de seguros de vida y empresa del sector salud”.