Grecia abandona oficialmente el programa de rescate. El país heleno ha puesto punto y final a ocho años de rescate financiero que ha supuesto 386.000 millones de euros en préstamos, un incremento de su deuda para poder hacer frente a sus acreedores, una reestructuración de su deuda y un periodo de políticas de recortes para el país. Pero, ¿qué pueden esperar ahora los inversores de Grecia?
Desde 2016, los datos macroeconómicos empezaron a ser positivos y el año pasado su economía creció un 1,4%, gracias a la buena marcha de sus exportaciones. “La política y la economía griega se han estabilizado en los últimos años. Quedan muchos desafíos estructurales, pero ambas partes desean lograr un resultado positivo y alejarse de la era de los programas de asistencia oficial en la periferia de la zona del euro”, destacan desde el departamento de análisis de Deutsche Bank.
De hecho, Grecia ha experimentado un crecimiento positivo todos los trimestres desde 2017 y un aumento de la confianza en su economía. “Desde una perspectiva estructural, la mejora de la economía no se ha traducido en un aumento de la demandad interna, que ha caído durante estos años. Los salarios cayeron en la última década, pero los precios no se ajustaron tanto, lo que empujó a la baja la demanda interna pero sin mejorar realmente la competitividad. Esto sugiere que las reformas del mercado serán tanto o más importante que las reformas del mercado laboral en los próximos años”, apuntan desde la entidad alemana.
El país griego tiene por delante todavía un camino lleno de retos. “Grecia tiene que empezar a considerar un acceso normalizado al mercado de bonos, una estandarización ilustrada por la fuerte caída en las tasas de interés en los últimos años. Cabe señalar que si bien las necesidades de financiación para 2022 son extremadamente bajas, la sostenibilidad de la deuda aún no está asegurada a largo plazo”, explica Guillaume Rigeade, gestor de fondos de Edmond de Rothschild Asset Management.
La carga de la deuda sigue siendo cercana al 190% del PIB y, a partir de 2035, las necesidades de financiación de Grecia volverán a ser sustanciales. Según Rigeade esto explica que “tasas de interés para los bonos griegos sigan siendo las más altas ofrecidas por la deuda soberana en la zona del euro”.
En opinión de Joseph Mouawad, gestor de Carmignac, lo que más importa es la situación en la que sale Grecia, no la salida en sí del programa de rescate. «Grecia se encuentra con un gran superávit primario, sin grandes amortizaciones de deuda en el corto y mediano plazo, un gran colchón de efectivo de 20.000 millones de euros, una economía competitiva como consecuencia de muchas reformas y una dolorosa devaluación interna, y lo más importante, el crecimiento está nuevamente en territorio positivo y se dirige hacia el 3%”, destaca Mouawad.
La gestora se muestra optimista y reconoce que siguen siendo inversores a largo plazo en Grecia. “Buscamos una ola de actualizaciones de calificación que comenzó con una actualización de 2 niveles de Fitch hace apenas unas semanas”, afirma el gestor de Carmignac.