La preocupación por la renta fija se ha generalizado y, a la cautela ante la deuda gubernamental y el high yield, se han unido el crédito corporativo, la deuda emergente, la deuda periférica y los fondos flexibles. En las carteras conservadoras se da respuesta a la problemática de la renta fija con dos estilos de gestión opuestos: delegación vs. gestión.
En renta variable se aprecia que los gestores profesionales están más dispuestos a asumir riesgos que los asesores financieros, ya que, mientras los primeros han incrementado renta variable, los segundos parecen recibir flujos en sus perfiles conservadores.
En los alternativos, las estrategias más demandas continúan siendo aquellas con una menor correlación con los activos tradicionales y con una menor volatilidad, como las long short de renta variable, las de market neutral, las global macro de renta fija o las multialternative.
La ya tradicional preocupación de los inversores por la duración, los emergentes y el high yield, se ha ampliado prácticamente a todo el espectro y las estrategias que hasta este momento eran la opción
que acaparaba los flujos, los fondos flexibles globales, han comenzado a ver descender sus entradas debido a su sesgo al crédito global. De esta forma, las categorías en las que más se ha invertido son
las más defensivas, es decir, los cortos y muy cortos plazos.
Juan José González de Paz, consultor senior en el equipo de Dynamic Solutions de Natixis Investment Managers, ha indicado que «los inversores comienzan a estar preocupados por los spreads de crédito además de por la duración. En otros mercados como EE.UU., donde el ciclo de tipos está más avanzado, sucede lo mismo y se priorizan los plazos cortos y muy cortos, aunque allí ofrecen una mayor rentabilidad a vencimiento. En Europa, donde los corto plazos ofrecen una rentabilidad mucho más limitada, su razón de ser es proteger contra el impacto de una subida de los tipos de interés”, apunta.
En el caso de la renta variable, los gestores han decidido aumentar la exposición a la bolsa. Sin embargo, los asesores parecen ser algo más cautos y se registran flujos de los perfiles agresivos a los
moderados y conservadores. “Los asesores desean reducir el perfil de riesgo de sus carteras ante el incremento de la volatilidad desde principios de 2018”, explica González de Paz.
En el caso de los fondos de retorno absoluto, continúa la tendencia de buscar activos más conservadores y estrategias descorrelacionadas con los mercados tradicionales y con menor volatilidad, como las estrategias market neutral de deuda y renta variable, las long short de renta variable, las multialternative y las global macro de renta fija. Por el contrario, se ha reducido la exposición a estrategias long short de crédito y la razón puede ser también su sesgo a crédito corporativo, que los gestores parecen estar reduciendo.
Según Almudena Mendaza, directora de ventas para Ibera de Natixis IM, “la gestión activa y el asesoramiento personalizado son la clave para encontrar rentabilidades en un entorno en el que es cada vez más complicado disfrutar de retornos atractivos. En ese sentido, parece que los activos alternativos comienzan a ganar más protagonismo en las carteras para hacer frente a la volatilidad de los mercados. Estas estrategias están descorrelacionadas con las clases de activo tradicionales, por lo que también son capaces de ofrecer rentabilidad independientemente del entorno de mercado y sin tener que elevar necesariamente el nivel de riesgo. Cada inversor debe analizar en su propia cartera qué tipo de activos necesita añadir, por eso es tan importante recibir un asesoramiento que se ajuste al perfil de inversor y a los objetivos”.