Dado que ningún sector es inmune a la disrupción, ¿podría el sector tecnológico existir por sí mismo? Mark Hawtin, de GAM Investments, analiza la naturaleza omnipresente de la tecnología hoy en día y cuestiona la efectividad de los actuales índices de referencia.
En los últimos diez años, se ha asistido a importantes cambios en el uso de la tecnología en todos los sectores. Con la llegada del smartphone, el mundo ha pasado a estar conectado por miles de millones de dispositivos, lo que, para los nuevos negocios de gran envergadura basados en plataformas, ha generado la oportunidad de revolucionar los modelos de negocio tradicionales.
Amazon domina el mundo de la distribución; Google y Facebook se han hecho con una parte importante del sector global de publicidad; Netflix ha cambiado los patrones del consumo multimedia y Tesla la forma en que conducimos. En la última década, la tecnología ha pasado de ser un sector vertical dominado por los vendedores de software y hardware a una economía horizontal en la que la forma en que usa es mucho más importante que la propia tecnología.
“Siempre buscamos utilizar la tecnología como vía para invertir en las temáticas de mayor crecimiento del mundo. La combinación de un conductor tradicional según la ley de Moore (que establece que la velocidad y la capacidad de los ordenadores aumentará, mientras el coste disminuirá) con el efecto más reciente de la ley de Metcalfe (que mide el crecimiento de una red de telecomunicaciones) conlleva que la tecnología ya no constituye un catalizador predominante de la eficiencia y la productividad en los modelos de negocio existentes. En su lugar, permite a las empresas empezar desde cero y desarrollar nuevos modelos competitivos y realmente disruptivos en todos los sectores de consumo y empresas”, expone Hawtin.
En pocas palabras, la tecnología lo está impregnando todo, y ya no resulta razonable analizar el sector tecnológico de forma individual a modo de referencia práctica para reflejar lo que ofrece la tecnología en la actualidad. De hecho, si un fondo elige replicar de forma activa el sector tecnológico, podría dejar de lado muchas de las empresas más disruptoras que existen en el mundo hoy día. Este extremo no ha pasado desapercibido para los proveedores de índices S&P y MSCI, que realizaron el mayor cambio en sus índices en el cuarto trimestre de 2018. Para reflejar con mayor exactitud el mercado final de la tecnología, trasladaron Facebook y Google del sector tecnológico al de comunicaciones. Netflix y Disney también pasaron del de consumo discrecional al de comunicaciones.
En total, se reclasificó el 10 % de los índices por capitalización bursátil, lo que constituye el mayor indicio hasta la fecha del efecto que está ejerciendo la tecnología. Desde una perspectiva más amplia, el mercado total es la verdadera referencia para la tecnología y su naturaleza disruptora. No obstante, en GAM Investments creen que el índice de crecimiento mundial es claramente el subgrupo en el que se cimientan las inversiones que lideran la tecnología como motor del crecimiento.
“A nuestros ojos, el efecto red, junto con tecnologías más nuevas y rápidas, como la inteligencia artificial, el internet de las cosas, el big data y el blockchain, impulsarán aún más el poder disruptivo de la tecnología, y la polarización entre ganadores y perdedores se intensificará. Tengamos en cuenta los diez últimos años del sector de la distribución, en los que el comercio electrónico ha destruido los negocios tradicionales y grandes partes del mercado publicitario han migrado a actores digitales como Facebook y Google. Ahora imaginemos ese nivel de cambio en los servicios financieros, la sanidad, el consumo básico y otros sectores. En este contexto, ¿por qué la verticalidad de la tecnología tendría sentido como representación de la temática? Creemos que este enfoque ha dejado de ser válido”, comenta Hawtin,
El panorama se complica ligeramente ante la evidente rentabilidad superior del sector tecnológico en los últimos años. Esta tendencia se ve apuntalada por el implacable (y, en su opinión, erróneo) auge de todos los valores ante el impulso generalizado de la disrupción. En GAM Investments creen firmemente que esta realidad no tiene en cuenta el hecho de que no se ha producido una recesión económica en los últimos diez años, por lo que no hay forma de cuantificar el componente cíclico que afectará, sin duda alguna, especialmente a los segmentos de semiconductores y de hardware a medida que el ciclo entre en terreno de recesión.
A sus ojos, cualquier recesión y finalización del ciclo mostrarán de forma aún más clara que las inversiones más valiosas y efectivas en tecnología ya no se basan en la verticalidad del sector y, por consiguiente, que el índice tecnológico ya no constituye una referencia apropiada.
Para intentar este extremo, GAM Investments analizan la rentabilidad de los principales títulos desde que el S&P 500 alcanzó su punto máximo antes de la gran crisis financiera: el 11 de octubre de 2007. El periodo desde entonces representa casi un ciclo completo desde el punto máximo hasta el mínimo. El famoso índice de semiconductores ha subido 3,6 veces desde esa fecha, un ritmo de crecimiento más elevado que el índice general MSCI World Technology, que se ha revalorizado 2,6 veces (en ambos casos, con reinversión de dividendos).
Ahora, si se tiene en cuenta la rentabilidad de los modelos más disruptivos en este ciclo de 12 años: Apple, en calidad de líder en smartphones, se ha revalorizado 11 veces durante el periodo; Netflix, creador de un modelo de consumo multimedia totalmente nuevo, ha registrado una impresionante subida de 97 veces. El disruptor de las ventas digitales Amazon se ha revalorizado 19 veces, mientras que Visa y Mastercard, disruptores del pago en efectivo, 12 veces y 17 veces, respectivamente.
Todos ellos han eclipsado los subsectores (como el de semiconductores) que atraen tanta atención ahora a medida que se entregan a los excesos de un mercado alcista de diez años de duración.
“Comparemos esta evolución con la rentabilidad de las tecnologías maduras, el universo de los teléfonos móviles antes de los smartphones: Nokia y Ericsson han caído un 87 % y un 35 %; Blackberry, prácticamente borrado del mapa, un 93 %. Los que fueran durante mucho tiempo gigantes de la tecnología no han tenido mejor suerte: Cisco ha registrado una evolución del +40 %; Intel, del +120 %; Dell, del +11 %; IBM, del +14 %; y Juniper y HP Inc han registrado una tendencia a la baja durante este periodo de 12 años”.
En última instancia, lo importante no es qué es la tecnología. La cuestión no gira en torno a los chips, las cajas y el software básico, esto es, los sectores que conforman buena parte del índice tecnológico. Lo que realmente importa es la forma en que estas tecnologías y nuevas versiones de las mismas se utilizan en realidad en la creación de modelos de negocio y empresas que aprovechan la inversión en estas «materias primas» para arrojar unas rentabilidades muy superiores. Por este motivo, en GAM Investments creen firmemente que no solo procede contar con un índice más amplio, sino que es absolutamente necesario. Este es también el motivo por el que consideran que el sector tecnológico «antiguo» pronto se verá como otra versión del de materiales básicos, quizás con algo más de dinamismo que el cobre o el mineral de hierro, pero también cíclico por naturaleza, y sin las características disruptivas de los verdaderos ganadores en la actualidad.
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