Las acciones rusas en Ucrania desencadenarán sanciones económicas, aumentando la incertidumbre y la volatilidad de los mercados. ¿Cuáles son las implicaciones macroeconómicas de esta escalada? ¿Y qué pueden esperar los inversores en el futuro? Son algunas de las preguntas que Kim Catechis, estratega de Inversiones del Franklin Templeton Institute, respondió a lo largo del webinar “Las aguas profundas de la geopolítica que se juega en Ucrania. ¿Cómo reaccionarán los mercados?”, que tuvo lugar el pasado 1 de marzo.
El experto, que cuenta con 25 años de experiencia analizando el riesgo macroeconómico y político desde el punto de vista de la inversión, se refirió en primer lugar a las posibles consecuencias de la invasión rusa de Ucrania en el corto plazo, marcadas por la elevada volatilidad, la exacerbación de los precios del petróleo y el gas y el impacto en el producto interior bruto europeo.
Según explicó, los precios de los combustibles, de los que Rusia es uno del principales exportadores, probablemente permanecerán altos a lo largo del 2022. En Europa, un descenso del 30% y el 42% de las importaciones de gas ruso en la primera y segunda mitades de 2021 respectivamente, ha dejado unas reservas menguadas que habrá que subsanar de cara al próximo invierno con compras masivas que contribuirán a mantener los precios elevados.
Por otro lado, la posible firma de un acuerdo nuclear entre Estados Unidos e Irán podría aliviar los costes, pero la certeza y las fechas de este pacto aún están por concretar. Mientras tanto, la volatilidad sigue preocupando: el Cboe Volatility Index (VIX) se sitúa en el 34,6%, un aumento significativo desde el 19,7% del 2021.
El impacto de todo esto en el crecimiento económico se verá limitado por el «exceso de ahorro» relacionado con la COVID y el apoyo del Gobierno, según Catechis, que estima que la caída del producto interior bruto en Europa podría situarse en un rango entre el 3% y el 5%.
Los bancos centrales retrasan la subida de tipos
«Lógicamente, el crecimiento es más lento y, al mismo tiempo, las expectativas de inflación podrían ralentizar el ritmo de endurecimiento frente a las previsiones. El calendario de subida de tipos de los bancos centrales, incluyendo la Fed, va a ser más lento, porque no es inteligente dar un golpe de timón con una economía que ya está sufriendo debido a los precios de la energía, entre otros problemas», destaca el experto de Franklin Templeton.
Entre las consecuencias más dramáticas en el largo plazo, Catechis señala la posibilidad de la creación de una “frontera militarizada” entre Europa y Rusia al estilo del telón de acero durante la guerra fría. «Se espera un incremento del gasto en defensa, un fortalecimiento de la OTAN y existe la posibilidad de una Fuerza de Respuesta Rápida unida de la UE», afirma.
La agresividad y rapidez de las sanciones podrían contribuir a la “desconexión” entre Occidente y Rusia, lo que a su vez empujaría a esta última a fortalecer su comercio con China. No obstante, los rusos son conscientes, asegura el estratega de Inversiones, de que China no aceptará comprar la energía al precio al que lo hacía Occidente. En cuanto a los ganadores de este conflicto en largo plazo, productores de gas como Qatar, Algeria y posiblemente Irán, serán los grandes beneficiados al ver un importante repunte en sus exportaciones.
Gas natural licuado, una posible alternativa al gas ruso
Según el estratega de inversiones, el freno a las importaciones de gas ruso supone una situación inédita en Europa, ya que ni siquiera durante la guerra fría se produjo un corte total de suministro. El problema viene agravado por el referido déficit de importaciones en 2021. “No hemos estado comprando suficiente, vamos a tener que hacer un reabastecimiento en verano”, recalca Catechis.
La respuesta parcial a este drama energético en potencia es el gas natural licuado (GNL), pero aún queda trabajo por hacer para construir toda la infraestructura necesaria para poder distribuirlo efectivamente por Europa. “Tenemos suficientes terminales pero no están todas en el sitio adecuado. Alemania es la que más usa y no tiene terminales de GNL y no las tendrá totalmente operativas hasta hasta 2025 o 2026”, apunta el experto.
Aunque podría parecer mucho, no se trata de un lapso de tiempo tan grande, en opinión de Catechis, que señala que lo importante no es dotar a Alemania u otros países de una gran capacidad de almacenaje, sino lograr la integración europea de las redes de suministro, lo que permitiría, por ejemplo, acumular gas en España y desde allí enviarlo al país germano.
Asimismo, la guerra en Ucrania producirá con toda probabilidad una gran presión en la producción agroalimentaria, ya que una importante porción de los cereales que importa Europa (tanto para consumo humano como para pienso animal) proceden de este país, que no en vano ostenta el sobrenombre de «el granero de Europa». Durante esta época del año la alternativa natural es el maíz argentino, pero la producción del país ha sido también impactada por el fenómeno climático de La Niña, por lo que los precios podrían incrementar notablemente.
Una economía dependiente de las exportaciones y poco diversificada
En cuanto a Rusia, el problema que las sanciones suponen para su economía se agravará en un futuro a medida que las economías a las que exporta energía vayan disminuyendo su dependencia en combustibles fósiles en su camino hacia la transición ecológica. “Putin ha cometido un error al no diversificar su economía, casi un 52% de sus exportaciones se basan en petróleo y gas”, explica.
En cambio, las importaciones rusas a Europa suponen en su mayoría productos sofisticados y de valor (30%), como por ejemplo componentes tecnológicos. Su ausencia sería un problema adicional en la ya golpeada economía del país euroasiático. En lo referente a la exposición bancaria, los países que más participación tienen en el sector ruso y que por tanto se verán más impactados por su desconexión, son Italia, Francia y Austria.
No obstante, la más que probable disrupción en las cadenas de comercio con Rusia no será una eventualidad que pille totalmente desprevenido a Occidente. “La quiebra de la globalización comercial ya estaba en marcha, con la ruptura de las cadenas de suministro que vimos, por ejemplo, tras el colapso del mercado chino a raíz de la pandemia, así que estábamos más o menos preparados para esta reconfiguración”, asevera el experto.