Durante los últimos dos años, la economía de Brasil ha sufrido un shock en términos de comercio, así como en el plano fiscal y político. Todo al mismo tiempo. Esto ha dado lugar a siete trimestres consecutivos de contracción económica (la recesión más larga desde al menos la época de la Gran Depresión en la década de 1930) y múltiples rebajas a su calificación crediticia, que ha devuelto el rating de Brasil al nivel de «basura» por las principales agencias de calificación.
Con la excepción de una gran depreciación de la divisa, recuerda Matt Hildebrandt, estratega global de crédito de Eaton Vance, los avances de Brasil para adaptarse a estas dificultades han sido limitados. Los déficit fiscales han aumentado y los niveles de deuda pública han crecido mucho sin que haya indicios de sostenibilidad de la deuda a la vista. Para empeorar las cosas, escribe el gestor en el blog de la firma, la presidente Dilma Rousseff se enfrenta a un proceso de impeachment en el Congreso, mientras que el ex presidente Lula da Silva y los jefes de las dos cámaras -alta y baja- del Congreso han sido implicados por corrupción en el curso de la Operación Carwash.
“Los activos brasileños han repuntado en las últimas semanas, porque el mercado ha interpretado las noticias negativas relacionadas con la presidente Dilma como algo positivo para el país. El pensamiento es el siguiente: si Dilma cae, esto podría aliviar el bloqueo político que actualmente paraliza las decisiones políticas, lo que le permitiría al gobierno desarrollar e implementar un plan que ponga la deuda del país en una senda sostenible y que mejore la competitividad de la economía”, explica Hildebrandt.
Esa forma de pensar puede resultar correcta a largo plazo, dice, pero el proceso político probablemente será complicado. Incluso si Dilma desaparece de la escena, la clase política se seguirá plagada de personalidades sin escrúpulos, con intereses creados y las facciones del partido seguirán divididas. Por eso, cree el experto de Eaton Vance, el camino para conseguir niveles de deuda sostenibles y una mayor competitividad económica será largo.
“Desde una perspectiva de largo plazo, creemos que los activos brasileños ofrecen muchas oportunidades atractivas. Sin embargo, el reciente repunte del mercado ha descontado el mejor resultado posible a corto plazo a pesar de que el panorama es incierto”, apunta Hildebrandt.
Con todo esto, Eaton Vance espera más volatilidad en el mercado brasileño en los próximos meses hasta que el gobierno, independientemente de quien se postule, sea capaz de articular e implementar una trayectoria política más coherente de cara al futuro. “Sólo en ese momento podremos decir que hay algo de luz al final del túnel”, concluye.