“Los argumentos económicos positivos de España siguen intactos”. Los datos macroeconómicos son el primer motivo por el que Tristan Cooper, analista senior de deuda pública de Fidelity, es optimista con el país. “El crecimiento del PIB ha tocado fondo y se espera que repunte en el tercer o cuarto trimestre. Además, el crecimiento de las exportaciones (un 8% interanual en julio) está siendo favorable para el saldo por cuenta corriente de España, que ahora es excedentario. También ha ayudado una temporada turística récord”, recuerda.
Es uno de los motivos por los que considera que España no verá su nota crediticia reducida al nivel de bono basura, salvo casos imprevistos. “Las agencias de calificación se verán forzadas a estabilizar las perspectivas de sus notas crediticias a finales de año conforme vayan registrándose crecimientos trimestrales positivos y vayan apareciendo pruebas de que el Gobierno está en el camino de cumplir sus objetivos presupuestarios. Un posible desencadenante de la estabilización crediticia sería la no renovación del programa de ayudas a la banca española del ESM a finales de año”.
El analista también valora positivamente la reforma laboral (“la elasticidad del empleo ha mejorado gracias a las últimas reformas, lo que significa que se necesita una menor tasa de crecimiento para crear empleo que antes”, dice) y cree que por ello la generación de empleo podría mejorar. Además, explica que han aparecido señales de que la dinámica del crédito al sector privado ha empezado a ser positiva en algunos sectores.
El analista tiene también razones para el optimismo ante la mejora de la salud del sistema financiero. “Los bancos españoles, después de superar su cura de adelgazamiento, parecen estar en una posición mejor que sus homólogos de cara a la inminente revisión de la calidad de los activos bancarios (AQR, por sus siglas en inglés) que realizará el BCE. A la vista de estas alentadoras señales, considero que las perspectivas negativas de las calificaciones crediticias de España podrían estabilizarse antes de finales de año. Y lo que es más importante: los objetivos de déficit de España para este año y el siguiente parecen alcanzables (suponiendo que la recuperación continúe)”, apostilla.
Además, cree que han aparecido las primeras señales de que «el impulso al crédito» ha empezado a ser positivo en algunos segmentos de la economía. “Esto debería favorecer el crecimiento del PIB ante el proceso de reducción del endeudamiento en que sigue inmerso el sector privado”.
Las preocupaciones
En el terreno de mayores dudas figura la caída de la demanda interna española ante problemas como la reducción del endeudamiento del sector privado, la caída de los precios inmobiliarios y el descenso de los salarios. Por ello, la recuperación está muy expuesta al devenir de las exportaciones. Además, España es vulnerable a las crisis exógenas procedentes de otros países de la periferia europea, como Italia o Grecia, donde la política sigue siendo convulsa.
A la vista del aumento continuo de la deuda pública, considera que la ejecución presupuestaria es otro área clave de riesgos. “Los datos fiscales hasta agosto dan una de cal y otra de arena”, dice, si bien considera improbable que se desate una gran tormenta política en torno a los presupuestos para 2014, cuyo objetivo será cumplir los parámetros de la Troika para el año que viene.
El analista señala también la falta de acceso al crédito y su alto coste para las pymes españolas. “Aunque han conseguido mejorar la liquidez, las LTRO del BCE no han tenido mucho éxito a la hora de reducir los costes de los créditos al sector privado en España y en otras zonas de la periferia. Los bancos siguen diciendo que es un problema de demanda, pero las empresas aducen que los bancos sólo dan créditos a los prestatarios de la máxima calidad y se los deniegan a muchas empresas más pequeñas que son solventes”, explica.