La Fed decidió la semana pasado no subir, por ahora, los tipos de interés. Algunos gestores habían previsto ya este escenario y otros dudaban qué pasaría, sin embargo la decisión pilló por sorpresa a muy pocos. Aunque Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) indicó que el estado de la economía estadounidense sigue generando confianza, también quedó claro que los riesgos externos y los acontecimientos en los mercados financieros, junto con las bajas tasas de inflación, habían sido factores decisivos contra la subida de tipos esta vez.
“El reciente endurecimiento de las condiciones financieras en Estados Unidos -provocado por la fortaleza del dólar y la oleada de ventas de agosto en los mercados- podría, de mantenerse, terminar generando una ralentización del crecimiento estadounidense. El estado de la economía china y las vulnerabilidades de otros mercados emergentes acentúan la incertidumbre general en estos momentos”, explica Anna Stupnytska, economista global de Fidelity Worldwide Investment.
En el actual contexto de mercado, no sorprende realmente que la Fed decidiera mantenerse a la espera de acontecimientos. Stupnytska cree que todavía es probable que se produzca la subida de tipos en diciembre, “siempre que los datos aguanten, la inflación y las expectativas de inflación muestren alguna señal de giro al alza y las condiciones financieras se relajen ligeramente. No obstante, el riesgo de que el calendario de subidas se traslade a 2016 es ahora mayor”, especifica.
Para Paras Anand, director de renta variable europea de Fidelity, hay muy pocas ocasiones en el pasado en las que se haya prestado tanta atención como ahora a las posibles acciones de la Fed en relación con los tipos a corto. “Eso responde a una sensación de vulnerabilidad en las bolsas -que han subido al calor de la expansión de los múltiplos de valoración, en lugar del crecimiento de los beneficios- y a que están más inquietas por el crecimiento económico, especialmente en China y los mercados emergentes. En este entorno, una subida de tipos (que se vería como una reducción de la liquidez en los mercados) es una mala noticia para muchos actores del mercado. En cualquier caso, creo que se puede hacer un diagnóstico más benigno”, explica.
En primer lugar, enumera el director de renta variable europea de Fidelity, rara vez el mercado se ve tan perturbado por acontecimientos que ha tenido ocasión de analizar durante un periodo prolongado. “Hubo un episodio de nerviosismo similar en los mercados en relación con los recortes automáticos del gasto público que amenazaron a EE.UU. en 2013 (el famoso secuestro fiscal)”, recuerda.
En segundo lugar, prosigue, para que una presidenta de la Fed inequívocamente proclive a la expansión monetaria se plantee subir tipos, debe existir la confianza de que la economía ha entrado en un periodo de crecimiento más fuerte (autónomo) y que los riesgos inflacionistas están girando al alza. “Desde el punto de vista de las empresas y los inversores bursátiles a largo plazo, resulta difícil no ver esta situación como positiva”.
En tercer y último lugar, dice Anand, a la vista del efecto desinflacionista de la tecnología en muchos sectores de la economía, una subida de tipos no indica necesariamente el comienzo de un ciclo acelerado.
“Para los inversores en las bolsas europeas, el hecho de que la economía estadounidense y el valor relativo del dólar sigan dando muestras de fortaleza sería una evolución positiva, a la vista de la exposición del sector empresarial a EE.UU. y -en lo que posiblemente sea un entorno favorecedor para las operaciones corporativas- el aumento del poder adquisitivo de las empresas estadounidenses”, afirma el experto de Fidelity.