La lógica detrás de la inversión value siempre ha sonado fuerte. Es una afirmación del equipo de expertos de Fidelity International compuesto por Rosanna Burcheri, Fiona Stubbs, Ashish Bhardwaj y Patrick Graham. Estos comentan que la inversión value “tiene sentido de manera intuitiva”: elegir compañías que están bien gestionadas, con un modelo de negocio fuerte, pero que actualmente están infravaloradas con respecto a su potencial de largo plazo, y un poco por debajo de donde deberías ser capaz de realizar su justiprecio.
Sin embargo, el equipo de experto constata que, durante la última década, “esta propuesta se ha visto socavada, aunque no su lógica”, en el sentido de que los inversores dieron una prioridad masiva a las historias de crecimiento en detrimento del valor en un entorno de endeudamiento ultra barato. “Pero el año pasado parecía un punto de inflexión en esa historia, y un examen de las décadas previas sugiere que, de hecho, podría haberlo sido”, añaden desde la gestora.
Desde Fidelity International han dedicado un gráfico de su sección Chart Room al eterno pulso entre el growth y el value; en concreto, el gráfico muestra que las apuestas value han batido en rentabilidad a las ideas growth todas las décadas desde 1930, “a través de distintos entornos de crecimiento, tipos de interés e inflación”. El gráfico ilustra concretamente la evolución de la renta variable estadounidense por décadas en el periodo 1930-2020. Muestra que las acciones con el precio/valor en libros más bajo ganaron de media un 5,22% más al año, que las acciones con el valor en libros más elevados. Las excepciones fueron la década de 2010, con los tipos de interés ultrabajos, y en la era puntocom de los 90.
“Los periodos en los que las acciones growth baten al mercado tienden a estar asociados con la emergencia de nuevos y grandes motores inesperados de crecimiento. A medida que emergieron esos motores de crecimientos, se hizo claro qué compañías se beneficiarían, y esas empresas empezaron a hacerlo mejor que la media del mercado”, explican desde Fidelity International. Pero, una vez que se obtuvo una buena comprensión de dichos motores de crecimiento, “la especulación tomó el relevo y los valores de crecimiento empezaron a valorarse con una prima salvaje con respecto al mercado, que en términos de valoración no estaba justificada por su potencial de crecimiento futuro”, resumen los expertos de Fidelity, que dividen la última fase de dominio del growth en dos partes: el periodo 2007-2015, caracterizado por “una rentabilidad superior genuina del growth”, y el periodo 2016-2020, donde la rentabilidad superior fue “más especulativa”. “Observamos un comportamiento similar del mercado durante la década 1990-1999”, añaden desde la gestora.
El equipo compuesto por Burcheri, Stubbs, Bhardwaj y Graham recuerda que, en estos ciclos de crecimiento, realmente existe una tercera “en la que se impone la realidad y se vuelve a algo parecido al valor razonable”. En concreto, según su estudio, típicamente esta fase duró entre 5 y 6 años (aplicado a los anteriores periodos de rentabilidad superior del NASDAQ), “lo que normalmente ha sido el tiempo que ha tardado el mercado en asimilar los cambios en los fundamentos de los antiguos motores de crecimiento y en emerger nuevos motores de crecimiento”.
Aunque desde la gestora recuerdan que los datos proporcionados se basan en rentabilidades pasadas, consideran que sí “encaja a la perfección con la teoría básica de los negocios: surgen nuevas empresas, se desarrollan, captan un mercado en expansión dinámica antes de establecerse en modo «gallina de los huevos de oro», tras lo cual llega más competencia y su ventaja como pioneros se evapora”. Ponen como ejemplo desde el streaming a los servicios en la nube o las redes sociales. En cuanto a los próximos motores de crecimiento, citan entre algunos candidatos actuales “la IA, la tecnología verde o el metaverso”.
Mientras tanto, en el entorno actual de mercado, desde Fidelity International constatan que “los inversores pueden volver a centrarse en ideas de valor que no se rigen por variables macroeconómicas como los tipos de interés, sino por el análisis fundamental”. “Ese análisis permite conocer mejor las empresas en las que se invierte y los vientos de cola a largo plazo que apoyan a los sectores. Pero también se basa en algunas nociones de «sentido común»: que las empresas de calidad que cotizan por debajo de su valor intrínseco son atractivas tanto para las empresas que buscan crecer mediante fusiones y adquisiciones como para los inversores de capital riesgo o de valor dentro de los gestores de activos”, añaden.
“Al fin y al cabo, es la misma lógica que solemos seguir en nuestra vida cotidiana: nunca comprarías una casa sin pensar en su valor razonable. Esfuércese, de hecho, por comprar cualquier activo con descuento, un descuento con respecto a su valor razonable”, concluyen los expertos.