Hemos llegado a la mitad de 2022, un año que difícilmente podría haber sido más complicado en lo que a rentabilidad se refiere para muchas clases de activos, en un entorno caracterizado por una terrible guerra, una inflación elevada y una postura restrictiva de los bancos centrales, desesperados por conseguir la estabilidad de los precios. Como resultado, Fidelity International ha reunido a sus CIOs para analizar algunas de estas dinámicas y cómo afectan a las perspectivas de crecimiento, exponiendo sus expectativas sobre la posibilidad de una recesión inminente.
Salman Ahmed, responsable global de Macroeconomía y Asignación Estratégica de Activos, cree que que se está afianzando un nuevo entorno macroeconómico, caracterizado por la volatilidad y con la inflación en el primer plano. Desde la entidad han denominado a este acontecimiento el “Gran Reajuste” e identifican tres factores principales que esperan que determinen la evolución de los mercados en el tercer trimestre. El primero son las expectativas de un aterrizaje “forzoso” o incluso “de emergencia” en EE.UU., ya que la probabilidad de que se produzca un aterrizaje “suave” parece haber disminuido.
Asimismo, ven probable que un segundo factor clave para el devenir de los mercados sea el final de los confinamientos por COVID de China, que dependerá de las decisiones que se tomen sobre su política de cero COVID, como los periodos de cuarentena (que, efectivamente, se han reducido en fechas recientes). Por último, estarán pendientes de la fortaleza del consumo, ya que la elevada inflación está agravando la crisis del coste de la vida y los bancos centrales están subiendo los tipos de interés para gestionar la demanda agregada.
En lo que respecta al análisis de escenarios, consideran más probable que se produzca un aterrizaje forzoso en EE.UU. (la probabilidad es del 60%, lo que supone un aumento desde el 35% tras la última lectura del IPC estadounidense). Por último, mantienen la posibilidad de un escenario estanflacionista en el 20%; «Seguimos creyendo que pronto pasará el pico de estanflación y que es probable que el aumento de la presión ralentice el crecimiento de los precios», apunta Ahmed. No obstante, recuerda que la situación en Europa es ligeramente diferente debido a sus problemas con el suministro de gas ruso, que podrían dar lugar a un mayor racionamiento de la energía a medida que nos adentremos en el invierno.
Expectativas de inflación
Desde Fidelity creen que algunas fuerzas inflacionistas se mantendrán a medio plazo. «La mediana de la inflación estadounidense de los últimos cien años se ha situado en torno al 3%, no en el 2% que se fija a menudo como objetivo, siendo los últimos 20 años una anomalía», aclara Ahmed. Según explica, estas expectativas se sustentan en tres factores principales: los bancos centrales serán más tolerantes en lo que respecta a la inflación, ya que les permite hacer frente a los lastres de deuda existentes (que están en niveles récord). «Estimamos que una inflación adicional del 1% anual durante los próximos diez años pagará en torno al 60%-70% de la factura de las ayudas contra la pandemia de COVID en términos reales», apunta.
En segundo lugar, apunta a la desglobalización y la reconfiguración de las cadenas de suministro mundiales, en vista de las tensiones geopolíticas y la competencia internacional. Por último, a la descarbonización, porque los precios del carbono tendrán que aumentar para atenuar los riesgos climáticos. «El encarecimiento de los combustibles fósiles ya está provocando presiones inflacionistas y este canal tendrá un efecto similar. En definitiva, creemos que los bancos centrales permitirán que la inflación se asiente en un nivel más alto y que este nivel también será más volátil de lo que nos hemos acostumbrado a ver en las últimas décadas», apunta.
Cautela en la inversión
A la hora de elegir empreas en las que invertir, Jeremy Podger, gestor de fondos de renta variable mundial, considera que es acertado mantener cierta cautela en la actualidad. «Buscamos características defensivas, como unos balances sólidos, poder de fijación de precios, control de los costes, etc. Eso nos lleva a sectores como la atención sanitaria, que debería crecer incluso en un entorno más complicado. La atención sanitaria parece estar mejor posicionada que el consumo básico, por ejemplo, donde hemos visto que podrían surgir presiones sobre los márgenes, ya que la crisis del coste de la vida obliga a los consumidores a cambiar los productos de primera calidad por otros más baratos», detalla.
Según Andrew McCaffery, CIO global del área de Gestión de Activos, desde el punto de vista táctico, son cautos y mantienen una infraponderación en la renta variable y la deuda corporativa. No obstante, señala que es importante tener en cuenta lo que ocurre bajo la superficie. «Optamos por los bonos investment grade en la deuda corporativa en lugar de los títulos high yield y recientemente hemos reforzado la duración, teniendo en cuenta lo que podría ocurrir en las expectativas de crecimiento en Europa y EE.UU. y el probable respiro posterior en materia de expectativas de subida de tipos», detalla.
Respecto a la renta variable, señala que les parece atractiva en algunas regiones del mundo, en vista de las recientes oleadas de ventas. Entre ellas, encontramos a China, partes de los mercados emergentes (especialmente en Asia) y Japón, que también les parece interesante teniendo en cuentas sus perspectivas de política monetaria y la reciente devaluación del yen. En Europa y, en parte, en EE.UU.,son más cautos debido a la interacción entre la inflación, la política y el crecimiento. «Para este último, somos conscientes de que el conjunto del mercado manifiesta un sesgo de crecimiento y, por lo tanto, abogamos por un enfoque activo a la hora de invertir en esta área», añade.
En lo que respecta a las divisas, McCaffery señala que el dólar estadounidense ha tenido una buena racha y espera que continúe a corto plazo, pero advierte de que existe una creciente incertidumbre en torno al tiempo que se mantendrá si las expectativas de subida de tipos llegan al máximo. «Si la Reserva Federal pasa de una postura de endurecimiento a otra neutral, podríamos ver que esta tendencia empieza a disiparse o incluso revertirse. Otros aspectos que debemos tener en cuenta son la oportunidad de que los mercados se equilibren ligeramente, con una recuperación del riesgo basada en una mayor certeza sobre los rendimientos y los precios de las materias primas», explica. «A medio plazo, podrían producirse más caídas más adelante en el año si nos acercamos a un escenario de aterrizaje forzoso», alerta.
¿Tiempo para las inversiones alternativas?
Respecto al papel de los activos alternativos, digitales (como las criptomonedas) y no cotizados dentro de la asignación de activos a largo plazo, McCaffery considera que el capital riesgo, la deuda corporativa, el sector inmobiliario y las infraestructuras son asignaciones básicas para muchos inversores. «El desafío reside en que no son inmunes a los factores de riesgo o a las presiones en las valoraciones a las que se enfrentan otros mercados, y ya estamos viendo precios elevados en sectores como los bonos de infraestructuras y el capital riesgo», advierte.
«La deuda corporativa no cotizada, especialmente en el extremo de más calidad del espectro, será valiosa para la asignación de activos en vista de sus tipos variables, los niveles atractivos de compensación del riesgo, la protección contra la inflación, etc. Somos cautos en las criptomonedas en este momento, pese a las pérdidas que hemos observado. Si la volatilidad descendiera, este sector sería muy atractivo debido a su potencial para ofrecer diversificación a una cartera equilibrada. No obstante, la actual volatilidad es un obstáculo para ello. A más largo plazo, lo que nos parece más atractivo en esta área es la tecnología subyacente», resumen el experto.