La guerra en Ucrania es una tragedia tanto para la humanidad como para el medio ambiente. Esta situación está dando lugar a un aumento temporal de las emisiones a medida que algunos países recurren a combustibles más contaminantes y se alejan del petróleo y el gas rusos, que resultan políticamente tóxicos.
Sin embargo, a más largo plazo, acelerará la adopción de soluciones energéticas alternativas. Ya hemos asistido a una serie de anuncios de políticas destinadas a desarrollar la capacidad de las energías limpias a raíz de la guerra. Un mes después de la celebración del Día de la Tierra, Velislava Dimitrova y Cornelia Furse, gestoras de carteras de renta variable en Fidelity International, repasan algunos de los avances más importantes de los últimos años en la lucha contra el cambio climático que explican el creciente impulso del movimiento climático.
La urgencia de usar energías limpias se ha incrementado
Hace dos meses, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió sobre las perspectivas de un aumento de las emisiones a medida que los países recurran al carbón y se alejen del petróleo y el gas rusos, que resultan políticamente tóxicos. Este hecho se produce después de que la generación eléctrica a base de carbón alcanzara un nivel récord en 2021, en gran parte debido a la búsqueda de alternativas más baratas a los altos precios del gas. No obstante, este incremento del uso del carbón, aunque no es bienvenido, no está ralentizando el despliegue de las energías renovables, sino que va en detrimento del gas.
La urgencia de luchar contra el cambio climático sigue siendo enorme. Vamos retrasados para cumplir con el objetivo de cero emisiones netas para 2050 y la vuelta al carbón agrava el problema. A corto plazo, veremos un incremento del uso del carbón, pero el efecto de la guerra a largo plazo será que los responsables políticos desarrollen con mayor urgencia las energías renovables. De hecho, recientemente hemos sido testigos de importantes avances de las autoridades en todo el mundo para acelerar la transición hacia las energías sostenibles. Durante los últimos años, se ha producido un flujo constante de iniciativas en torno al cambio climático, pero en la actualidad observamos acciones tangibles con frecuencia, lo que indica una aceleración de la dinámica para luchar contra el calentamiento global.
Los responsables políticos aceleran los esfuerzos en materia de descarbonización
Hace dos meses, la Comisión de Valores y Bolsa de EE.UU. (SEC) propuso nuevas normas para la divulgación obligatoria de información relacionada con el clima, de tal modo que los informes acerca de las emisiones sean tan comunes como las cifras de beneficios en los estados financieros de las compañías cotizadas en EE.UU. Si se aceptan estas medidas, se crearía un marco de divulgación estándar que daría lugar a la elaboración de informes sobre emisiones más homogéneos y de mayor calidad por parte de las empresas, lo que permitiría a los inversores fundamentar mejor sus decisiones financieras. El mercado estaría en mejor posición para discernir entre los rezagados y los líderes en cuestión de sostenibilidad, y las compañías estarían más presionadas para actuar frente al cambio climático. Las propuestas de la SEC simbolizan hasta qué punto está generalizándose la concienciación con el cambio climático y siguen los pasos de la UE en lo que se refiere a las obligaciones de divulgación sobre sostenibilidad empresarial presentadas el año pasado.
Recientemente, la UE ha publicado su plan REPowerEU para incrementar el uso de las energías renovables y reducir a mayor velocidad los combustibles fósiles. La UE también pretende avanzar hacia una economía circular y en marzo propuso una serie de cambios legislativos que deberían alargar la vida de los productos, facilitar su reparación y conseguir que los ciclos de producción consuman menos energía. Estos planes son de gran calado e incluyen ampliar el uso de las etiquetas energéticas normalizadas, que ya son obligatorias para las lavadoras y los frigoríficos, a una gama más extensa de productos. Los productos vendrán con un pasaporte que creará más transparencia en torno a la cadena de suministro y habrá un sistema de certificación para etiquetar los productos como “sostenibles”, “respetuosos con el medio ambiente”, etc.
China fue responsable del 28% de las emisiones mundiales de carbono en 2020, por lo que su estrategia de descarbonización resulta fundamental. De acuerdo con su último plan quinquenal (2021-2025) anunciado en enero, las autoridades provinciales deben presentar planes de reducción de emisiones y su banco central está ensayando programas de financiación ecológica y divulgación obligatoria de información sobre riesgos medioambientales. China también ha lanzado un sistema de comercio de emisiones para el sector energético, que contribuye en un 40% a las emisiones nacionales totales. La hoja de ruta del Consejo de Estado para la descarbonización detalla su marco integral y, aunque se critica que no adopta suficientes medidas a corto plazo, es evidente que el país se toma en serio el desafío y la instauración de una base a largo plazo para conseguir una drástica reducción de las emisiones.
Tecnologías resucitadas
Estos recientes movimientos de las autoridades hacia una sostenibilidad medioambiental mayor tienen lugar en una cultura que asume cada vez más la lucha contra el cambio climático. Llevamos cerca de 14 años siguiendo el debate climático y la diferencia entre 2008 y la actualidad es abismal, superando con creces las expectativas de la mayoría de la población.
En 2008, las tecnologías como los vehículos eléctricos o el hidrógeno verde se veían como soluciones futuristas, inalcanzables durante al menos una generación, y se descartaban completamente. Los vehículos eléctricos se consideraban caros y pesados, disponían de baterías ineficientes, se creía que las flotas ejercían demasiada presión sobre las redes eléctricas y parecía imposible construir una infraestructura de carga a gran escala. Algunos artículos incluso predijeron la desaparición de la tecnología y en el documental de 2006 “¿Quién mató al coche eléctrico?” pareció escribir el epitafio del sector. No obstante, los detractores se precipitaron. La secuela del documental, estrenada en 2011 bajo el nombre “La venganza del coche eléctrico”, tuvo como protagonista al joven Elon Musk en su intento por lanzar el Tesla Roadster, una ambición que desencadenó la comercialización generalizada de los vehículos eléctricos.
Si bien la tecnología del hidrógeno ha estado en funcionamiento durante décadas, aún no se ha generalizado dado que el coste de la producción del “hidrógeno verde” (hidrógeno libre de emisiones) es elevado y la infraestructura para almacenarlo y transportarlo todavía debe desarrollarse. Sin embargo, tras numerosas falsas alarmas, parece que la energía a base de hidrógeno despegará con fuerza.
El creciente número de países que se comprometen a alcanzar las cero emisiones netas indica que necesitarán energía a base de hidrógeno para el proceso de descarbonización, algo que la electrificación estándar no puede conseguir. Los camiones podrán beneficiarse de la densidad energética del hidrógeno líquido, mucho mayor que la de las baterías de iones de litio, que son demasiado voluminosas y pesadas para los vehículos comerciales. El transporte marítimo, la calefacción y la producción de acero y de cemento podrían adoptar la tecnología del hidrógeno.
El hidrógeno verde, que se produce mediante electrolizadores, debe abaratar su coste. No obstante, del mismo modo que la energía eólica y la solar tuvieron apoyo de los gobiernos a través de subvenciones y ventajas fiscales para ser económicamente competitivas, el hidrógeno verde se beneficiaría de unas ayudas similares. A nivel mundial, se han destinado cerca de 65.000 millones de dólares al mercado del hidrógeno durante la próxima década, incluidos 30.000 millones de dólares en subvenciones públicas.
El Hydrogen Council prevé que el coste de la producción, almacenamiento, distribución y utilización del hidrógeno en un amplio abanico de aplicaciones se habrá reducido un 50% para 2030, y que 22 de las 35 aplicaciones del hidrógeno analizadas serán competitivas en costes frente a otras alternativas bajas en emisiones de carbono. En lo que se refiere a la capacidad, la AIE estima que los proyectos planificados en más de 30 países aumentarán la capacidad mundial de los electrolizadores de 0,3 gigavatios en 2020 a aproximadamente 17 gigavatios en 2026. A más largo plazo, los proyectos de electrolizadores anunciados hasta octubre de 2021 habían alcanzado más de 260 gigavatios.
París, 2015 y el “efecto Greta”
Hace seis años se firmó el Acuerdo de París. Si bien el tratado contiene errores —no es suficientemente vinculante para los estados y los actuales compromisos para la reducción de las emisiones no son lo bastante ambiciosos—, ha establecido un objetivo específico sobre el calentamiento global, ha arrancado a los países el compromiso de elaborar planes y presentar informes en materia de cambio climático y es más inclusivo con los países en desarrollo en comparación con el Protocolo de Kioto de 1997. Los acuerdos establecen un marco financiero, tecnológico y de desarrollo de capacidades para reducir las emisiones. Incluso ha hecho posible que se interpongan con éxito denuncias relacionadas con el clima para obligar a los países y las empresas a reforzar la acción climática.
El Acuerdo de París también tuvo otro gran impacto que no debe subestimarse: al estar firmado por 195 países, supuso una enorme publicidad mundial para la agenda climática. No obstante, quizá el impacto más fuerte desde el punto de vista de la sensibilización de la población en materia de cambio climático fue la acción de una colegiala sueca.
Si el Acuerdo de París fue un logro cuantitativo, el activismo de Greta Thunberg fue uno cualitativo. El contundente discurso de Thunberg y su desafío sin miedo a los líderes políticos transformó su solitaria protesta ante el parlamento sueco en un movimiento mundial. En pocos meses, más de 20.000 estudiantes protestaban en más de 270 ciudades. Su campaña viral “Viernes para el Futuro” y su reivindicación de la justicia intergeneracional la han convertido en una inspiración para los jóvenes.
Thunberg ha recibido numerosos reconocimientos y se ha introducido en la cultura popular; además, su influencia en la concienciación de la sociedad sobre la emergencia climática se ha denominado el “efecto Greta”. El impacto de Greta Thunberg ha sido incluso materia de artículos académicos. Ahora, toda una generación de jóvenes anima a sus padres a actuar y serán activistas durante toda su vida como resultado del discurso de Greta Thunberg.
Avanzar en la dirección correcta
Según advierten en Fidelity International, debemos tener cuidado de no caer en la autocomplacencia ante el cambio climático, pero es justo reconocer los progresos realizados. Actualmente, los estudios científicos sobre el clima se aceptan de forma generalizada (algo que no ocurría hace una década) y numerosos gobiernos han establecido objetivos de reducción de las emisiones. Hemos desarrollado excelentes tecnologías que pueden llevar a cabo la mayor parte del trabajo de descarbonización y existen innovadores brillantes trabajando en el desarrollo y ampliación de estas soluciones. No solo las políticas públicas deben ser favorables, sino que la economía de la descarbonización debe funcionar para que las soluciones sean competitivas y alcancen una penetración completa.
El sector de la inversión desempeña un papel cada vez más importante, apoyado por inversores con conciencia climática. El conjunto de la población, particularmente las generaciones más jóvenes, es plenamente consciente de lo que hay en juego y presiona cada vez más a los gobiernos para que tomen medidas. Todavía queda mucho trabajo por hacer y vamos retrasados para conseguir las cero emisiones netas en 2050, por lo que debemos acelerar la transición. Como resultado de ello, es importante seguir presionando a los responsables políticos y a las empresas para que reduzcan sus emisiones.
Sin embargo, en Fidelity International creen que la confianza en el impulso hacia la sostenibilidad climática está justificada y que avanzamos en la dirección correcta. El progreso realizado durante los últimos 14 años se ha subestimado y, dado el creciente impulso en la lucha contra el calentamiento global, por eso, están seguros de que los próximos años superarán igualmente las expectativas.
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