Desde el impulso a los combustibles aéreos sostenibles hasta los derechos de los trabajadores de la minería y la deforestación, las interacciones de los analistas de Fidelity International con las empresas en el último año muestran que la conversación sobre el clima y la sostenibilidad está ganando en profundidad. No existe una solución milagrosa, pero el papel de la gestora como inversor consiste en seguir el rumbo trazado.
Mensajes desde la primera línea
La segunda encuesta ESG anual de Fidelity International, que se basa en aproximadamente 200 respuestas de analistas de renta variable y renta fija, muestra que los directivos se enfrentan a los desafíos provocados por la guerra en Ucrania y la desaceleración mundial, pero también que la atención a la transición climática y los factores sociales no ha desaparecido. Eso se debe en parte al creciente interés de los inversores por estas cuestiones, a lo que se suman una mayor intervención de los reguladores y los incentivos públicos.
Existen claras distinciones regionales. En China, donde muchas empresas todavía se encuentran en las primeras fases de su actividad en el área de la sostenibilidad, predominan las iniciativas públicas y la normativa y los inversores apenas están empezando ahora a ser una parte más importante de este proceso. Cumplido el primer año de la administración Biden, los analistas apuntan a que la normativa y los estímulos públicos son los principales motores de la aceleración del cambio también en EE.UU. mientras que, en Europa, que se encuentra más adelantada en el proceso, los inversores desempeñan un papel más importante junto con la normativa.
Después de las perturbaciones que se han sufrido durante el último año las cadenas de suministro están en el punto de mira, sobre todo las cuestiones laborales, que experimentaron el mayor incremento en las menciones por parte de los analistas.
“En esta fase, la atención se centra en la creación de relaciones y en fomentar una mayor divulgación”, afirma un analista que cubre el sector financiero. “Ese es sobre todo el caso de las empresas estadounidenses, que están menos avanzadas en sus planes en materia de ESG con respecto a las empresas en Europa”.
Temas candentes
El informe de analistas de Fidelity International expone que, después del gobierno corporativo, las emisiones de gases de efecto invernadero siguen protagonizando las conversaciones en las reuniones con los consejos y los equipos directivos, mientras que existe un marcado aumento de las interacciones en el consejo sobre cuestiones sociales, como el bienestar de los empleados y la diversidad.
Después de las perturbaciones que se han sufrido durante el último año, las cadenas de suministro están en el punto de mira, sobre todo las cuestiones laborales, que experimentaron el mayor incremento en las menciones por parte de los analistas. Pero lo relacionado con el medio natural también preocupa y la biodiversidad sube desde un nivel bajo para aparecer en el 26% de las conversaciones de los analistas y, además, el equipo prevé que este porcentaje aumente durante el próximo año. Estas cuestiones siguen sin ser una prioridad para las empresas del sector de telecomunicaciones, la industria y la banca, pero, por ejemplo, los productores de artículos de consumo básico están ahondando en ellas e invirtiendo en programas para reducir el consumo de nuevos plásticos, abastecerse de forma más sostenible y reducir su impacto en los océanos. “Las empresas son más conscientes de la huella medioambiental y están empezando a actuar y participar —principalmente como patrocinadores financieros— en proyectos para compensar el impacto negativo”, afirma un analista de consumo discrecional. “Por ejemplo, en mi sector, los operadores de cruceros están contribuyendo a proyectos que limpian los océanos o protegen determinadas especies marinas en peligro de extinción”.
Primer escalón
Estas conversaciones no solo las llevan a cabo los equipos de Relaciones con Inversores. Desde Fidelity International constatan un mayor compromiso con las cuestiones de sostenibilidad por parte de los máximos responsables ejecutivos. La cifra ya era elevada en 2021, pero volvió a crecer durante el último año. En Europa, que encabeza la transición energética, en torno al 60% de los procesos de diálogo han sido con la alta dirección. Se trata de un fenómeno mundial, ya que la implicación de los directivos de las empresas ha aumentado en prácticamente todos los mercados y sectores. “Las empresas ‘lo entienden’ y el objetivo es ayudarlas por etapas en lugar de ofrecer un impulso transformador”, declara un analista que cubre productores de materias primas y otros materiales, muchos de ellos en mercados emergentes. “Las compañías están interesándose por las cuestiones ESG y el cambio en general, pero debemos recordar que la mayoría son empresas estatales. No se las puede tratar con condescendencia”.
Sin embargo, el diálogo con la alta dirección no se ha incrementado de forma generalizada. Por ejemplo, en el sector de los servicios públicos y el consumo básico, el número de reuniones con los directivos ha caído ligeramente con respecto al año anterior. “En algunos sectores hay señales de que los consejeros delegados y los directores financieros están dialogando menos”, afirma otro analista. “En ocasiones, eso puede reflejar que las empresas por fin se toman en serio estas cuestiones y, en otras, que ahora existe menos diálogo a ese nivel, posiblemente porque ya se ha fijado el programa”.
Marcar la diferencia
Entre las respuestas a la encuesta, se encuentran ejemplos de los pequeños pero necesarios cambios que están realizando las empresas con las que Fidelity International y otros gestores de activos han dialogado. Por ejemplo, tras las reuniones con los analistas, China Power International presentó un plan detallado para la transición hacia energías ecológicas con un objetivo claro en 2025 sobre el porcentaje de capacidad e ingresos que generaría a partir de energías renovables. Este cambio obedeció principalmente a los cambios de índole macro que anunció el gobierno, pero la dirección de la empresa también estaba dispuesta a responder a las necesidades de los inversores internacionales y Fidelity International planteó específicamente la necesidad de establecer un objetivo basado en los ingresos.
En otro ejemplo, en Fidelity International se utiliza la información recopilada de los diálogos con la alta dirección de bancos británicos para guiar sus decisiones de voto en relación con las propuestas de acuerdos presentadas a los accionistas. La gestora cree que eso les ayudó a apoyar a los bancos y a los directivos que realmente avanzaban en su política climática y a evitar aquellos que daban una imagen favorable, pero que apenas actuaban al respecto. No obstante, a menudo es imposible señalar el momento exacto en el que un diálogo marca la diferencia y da lugar a un cambio real. “En las empresas de gran capitalización, es una falacia pensar que podemos presentarnos a una reunión, hablar sobre las cuestiones ESG, que la compañía quede sorprendida y se produzca un cambio”, sostiene el mismo analista de materiales citado arriba. “Se trata de mantener muchas conversaciones y arrancar pequeños progresos con el tiempo”.
Se avecinan elecciones más difíciles
Los bancos, que pueden permitirse crear departamentos que hagan el trabajo, están impulsado una mayor divulgación medioambiental, sentando las bases para las decisiones más difíciles que tendrán que tomar en el futuro. “La divulgación es fácil y a los directivos no les importa comprometerse a realizarla”, señala un analista que cubre bancos europeos. “Te comprometes, designas algunas personas para que lo lleven a cabo y se hace. El gran problema es lo que viene después: los bancos no pueden financiar una economía verde si la propia economía no avanza en la dirección correcta”.
La estandarización de la divulgación debería ayudar a otras empresas, pero algunas todavía tienen que tomar decisiones difíciles, como qué financiar y cuándo, en vista de las presiones sobre el capital y la ausencia en muchos sectores de las tecnologías necesarias para completar la transición. Por ejemplo, los analistas del sector aéreo afirman que Boeing, Airbus y una serie de fabricantes de motores están profundizando en el proceso de producción de aviones con menos emisiones de carbono. “Todos saben que es una enorme ventaja competitiva para el primero que lo consiga”, afirma uno. “No obstante, la tecnología sigue en los laboratorios universitarios. El motor eléctrico no es realmente viable. La densidad de las baterías debe ser mucho mayor. En diez años será otra historia, pero no puedes resolver ese problema simplemente invirtiendo dinero”.
La colaboración puede ser eficaz
En muchos casos, se ha dialogado con empresas junto con otras gestoras de activos que promueven programas similares. Más de un tercio de los analistas europeos y cerca del 40% de los que cubren China sostienen que hacerlo podría tener más peso que el diálogo en solitario.
Los bancos, que pueden permitirse crear departamentos que hagan el trabajo, están impulsado una mayor divulgación medioambiental, sentando las bases para las decisiones más difíciles que tendrán que tomar en el futuro.
La pequeña interacción grupal de los analistas de Fidelity International con Bank of China el año pasado, por ejemplo, brindó a la empresa recomendaciones claras sobre la financiación ecológica y el establecimiento de objetivos; después, sus directivos pusieron en práctica muchas de ellas en un plan detallado para reducir su huella de carbono que incluía pruebas de estrés medioambientales. La experiencia sectorial de los analistas del sector financiero a menudo ha demostrado ser importante. Poseen relaciones con empresas desde hace mucho tiempo y conocen los retos a los que se enfrentan.
Se trata de empresas que durante algún tiempo los analistas de Fidelity International han cubierto sistemáticamente como inversiones financieras: entendemos sus negocios”, declara un analista del sector bancario. “No nos limitamos a espetar a los bancos que deben poner fin a las inversiones en petróleo y gas, sino que también podemos ser honestos con el equipo directivo de formas que otros no pueden serlo”.
Vigilar los detalles
Fidelity no es un inversor activista. Incluso trabajando en grupos con otros accionistas y gestoras de activos, no siempre consiguen lograr lo que quieren. No obstante, son gestores activos del capital de sus clientes y, al dialogar continuamente con empresas que conocen bien y compartir las soluciones que funcionan, pueden contribuir a lograr un cambio duradero.
“También ha habido ciertos rechazos. En EE.UU. hemos podido oír a gente preguntar ‘¿qué os creéis las gestoras? ¿Dios?’”, afirma otro analista que cubre aerolíneas y empresas del sector aeroespacial de EE.UU. y Europa. “Nuestro trabajo es cuidar los detalles para asegurarnos de que los objetivos climáticos llegan a los planes de incentivos a largo plazo y se evalúan correctamente y que se fijan metas razonables en el camino. Ese será nuestro trabajo”.
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