Las bolsas modernas de China solo tienen tres décadas de historia, pero el “Año Lunar del Buey (o Toro)” ha conseguido hasta ahora hacer honor a su nombre entre los inversores. El último “Año Lunar del Buey”, en 2009-2010, trajo consigo una escalada del 51% en el índice de referencia Shanghai Composite. En el ciclo anterior, en 1997-1998, la subida fue del 27%. Obviamente, las rentabilidades pasadas no son un indicador fiable de los resultados futuros, pero ante el arranque de este nuevo “Año Lunar del Buey” el 12 de febrero, varios serán los factores que coparán la atención de los inversores en los mercados chinos.
Según apuntan los expertos de Fidelity International, el primero de ellos es que la amplia liquidez y la condición de China como país que primero entró y primero dejó atrás las consecuencias económicas de la pandemia de COVID-19 parece que contribuirán a sostener el sentimiento alcista en los mercados de cara a la primavera, tanto en el mercado interno como en Hong Kong. Sin embargo, cualquier repunte de las presiones inflacionistas -o un giro brusco hacia el endurecimiento monetario- podría atenazar a unos mercados que avanzan con fuerza.
La recuperación continúa
Como en 2009, actualmente los inversores se han animado en vista del crédito barato y el sólido rebote del crecimiento posterior a la crisis. La coyuntura macroeconómica ayuda: China fue la única gran economía que registró un crecimiento positivo en 2020 y las previsiones de consenso para este año proyectan un aumento del PIB en torno al 8%. Los analistas también esperan un sólido crecimiento de los beneficios en las empresas chinas, al menos durante los dos primeros trimestres.
En marzo se prevé que el parlamento chino (la Asamblea Popular Nacional) desvele los detalles del 14º plan quinquenal del país, que definirá las prioridades en materia de crecimiento y desarrollo hasta 2025. Este año también cabe destacar que en julio se celebrará el centésimo aniversario de la creación del Partido Comunista que gobierna en China y mantener la estabilidad social y la fortaleza económica son objetivos de la máxima importancia. El deseo declarado de las autoridades chinas de conseguir “una sociedad moderadamente próspera en todos los sentidos” significa no ahorrar esfuerzos para sostener el crecimiento y, al mismo tiempo, minimizar los riesgos sistémicos.
Evoluciones divergentes
Sin embargo, los inversores también deberían estar atentos ante la alta volatilidad y la marcada divergencia que se observa en la evolución de los sectores. En la opinión de Fidelity International, algunas valoraciones ya están forzadas en sectores como tecnología, consumo y atención sanitaria, donde las apuestas masificadas podrían provocar mayores oscilaciones de los precios. Por otro lado, muchos grandes valores del sector financiero se mantienen rezagados y cotizan a múltiplos de valoración de un dígito o con descuentos frente al valor en libros.
A diferencia del movimiento alcista generalizado de 2009, las temáticas de crecimiento estructural probablemente imperen este año y algunos sectores candentes y líderes sectoriales dominarán la escena. El consumo interno debería seguir brillando, ya que las autoridades chinas tratan de impulsar la demanda interna ante las constantes tensiones comerciales con Washington.
Los consumidores podrían recoger el testigo de los exportadores, que desempeñaron un papel clave en la recuperación de China el año pasado. El mercado laboral se ha estabilizado y el desempleo ha retrocedido hasta niveles anteriores a la pandemia, mientras que las grandes bolsas de ahorro permiten liberar más poder adquisitivo, toda vez que China cuenta con una de las tasas de ahorro más elevadas entre las grandes economías. El año pasado, ante las incertidumbres de la amenaza del virus, el consumidor chino ahorró aún más recortando en viajes y otros gastos discrecionales, pero los programas de vacunación y la recuperación sostenida podrían permitirles abrir otra vez sus billeteras.
El futuro
Los flujos de entrada en la renta variable china llevan varios meses aumentando de forma constante a medida que los inversores extranjeros buscan exposición a la revalorización del yuan y al crecimiento económico chino. Los inversores también podrían estar dejando atrás el mercado inmobiliario interno, donde el gobierno ha impuesto duras medidas para frenar la especulación. Las recientes salidas a bolsa de empresas chinas, sobre todo en Hong Kong, se han saldado favorablemente.
No obstante, no hay forma de saber cuánto puede durar la racha alcista de 2021. En Fidelity International ven más motivos para la cautela en sectores donde los múltiplos de valoración se han inflado rápidamente. Un riesgo clave es un endurecimiento monetario más rápido de lo previsto. A medida que continúe la recuperación y aumenten las presiones inflacionistas, China podría convertirse en el primer país que necesita absorber liquidez.
En lo que llevamos de año, el Banco Popular de China ha estado enviando señales dispares, en ocasiones drenando liquidez para comprobar la reacción del mercado. La inquietud ante el endurecimiento provocó una sacudida en el mercado a finales de enero. Podrían darse nuevos pequeños pasos para moderar la inflación o contener las burbujas de los activos. Sin embargo, en Fidelity International esperan que la posible normalización de la política monetaria sea lenta y gradual, ya que el banco central tratará de mantener la estabilidad en los mercados, en lo que China espera que sea otro buen año.
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