La normativa SFDR (acrónimo en inglés del reglamento europeo sobre la divulgación de información relativa a la sostenibilidad) entrará en vigor el próximo 10 de marzo. ¿Qué implicaciones tendrá sobre el mercado financiero, las estrategias de inversión y las gestoras de activos? Natalie Westerbarkey, directora de Políticas Públicas de la Unión Europea en Fidelity International, responde en una serie de tres vídeos a estas preguntas. En el primero de ellos, analiza las implicaciones de la nueva normativa en el proceso de inversión. En la gestora, las funciones de Natalie se centran en las políticas relativas a las finanzas sostenibles, sobre todo en Europa, pero también a escala mundial.
¿Cuáles son las principales novedades en las políticas de la Unión Europea en materia de finanzas sostenibles para 2021?
Ya han entrado en vigor un gran número de políticas en materia de finanzas sostenibles, pero vendrán muchas más. Una forma eficaz de estructurar la nueva reglamentación es subdividirla en tres partes. La primera parte guarda relación con las políticas que afectan al proceso de inversión y la información empresarial. La segunda se refiere a las políticas relativas a la distribución y a la interacción con los clientes. La tercera, por último, se refiere a las políticas ESG que son más relevantes en materia de de impacto estratégico y empresarial.
¿Cuáles son las perspectivas sobre las políticas ESG más relevantes para el proceso de inversión?
En el centro de estas políticas están la taxonomía definida por la Unión Europea y los actos delegados. Es la primera de su clase y evolucionará con el tiempo. El énfasis recae en los aspectos medioambientales, es decir, en las actividades económicas que contribuyen, de forma sustancial, a uno de los seis objetivos vinculados al medio ambiente, sin perjudicar de forma significativa ninguno de los otros cinco, y respetan las salvaguardias mínimas en materias de derechos humanos y laborales.
Se refiere, por tanto, a la mitigación y adaptación al cambio climático, es decir, al freno al cambio climático y la preparación frente a sucesos meteorológicos más graves y frecuentes. Los sectores en los que se centra esta taxonomía son aquellos con las emisiones más altas, como la electricidad, el transporte, la industria y otros.
¿Y cómo se puede integrar esta casuística en el proceso de inversión?
Las acciones necesarias son principalmente dos. En primer lugar, la taxonomía se dirige no solo al sector financiero, sino también a las empresas de todos los sectores. Eso significa que ahora a las empresas se les insta a evaluar su actividad económica basándose en la taxonomía y a informar a los inversores sobre su grado de cumplimiento.
Hay una nueva directiva de la Unión Europea sobre información no financiera en fase de revisión que debería promover una mayor transparencia por parte de las empresas y una mayor calidad y comparabilidad de los datos.
En segundo lugar, las gestoras de activos deberán adquirir una comprensión profunda de la taxonomía para poder utilizarla en el momento en el que evalúen a las empresas en relación con su conducta. Sin embargo, cuando se dé el caso de que no existan datos, tendremos que utilizar datos indirectos. En Fidelity hemos desarrollado nuestro propio sistema interno de calificaciones ESG y nos encontramos en la fase de integración de la taxonomía de la Unión Europea en nuestra herramienta de análisis interno para valorar mejor las empresas en las que invertimos. Además, somos una gestora de activos que realiza análisis internos de bottom-up, lo que significa que es realmente importante que todos los profesionales de la inversión y los analistas comprendan la taxonomía en general y para los sectores específicos que cubren.
¿Qué va a pasar con las políticas de la Unión Europea en lo que respecta al proceso de inversión?
En Fidelity International damos la bienvenida al hecho de que la taxonomía de la Unión Europea cubra también las actividades de transición y apoyo. Así pues, nuestro próximo paso importante como firma internacional de gestión activa de inversiones es dialogar con las empresas en las que invertimos para ayudarles a implantar el cambio y a afrontar esta transición. Esto tendrá un impacto. Abordamos esta actividad como parte de nuestro compromiso y de nuestra gestión, como una responsabilidad ante nuestros clientes y el dinero que gestionamos en su nombre.
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