Aunque el mercado tiene mucho que digerir, tácticamente resulta complicado ser demasiado pesimista. En Estados Unidos, las próximas elecciones reducen considerablemente las probabilidades de una recesión.
Según apuntan desde Fidelity International, Trump todavía puede hacer muchas cosas para “exprimir” la economía (presionar de forma constante a la Reserva Federal, alcanzar un acuerdo parcial en la guerra comercial, recortes de los impuestos sobre la renta, estímulos presupuestarios para la construcción de infraestructuras, etc).
La actuación de los bancos centrales
La Fed y el Banco Central Europeo (BCE) han dejado atrás el endurecimiento cuantitativo para abrazar la relajación cuantitativa. La liquidez general y el crecimiento de la masa monetaria han rebotado casi por todo el mundo y en China se han estabilizado. Lo anterior ha tenido claramente una repercusión positiva en los mercados este año.
Estados Unidos
En Estados Unidos el empleo se mantiene en niveles bastante elevados y aunque los indicadores empresariales parecen sugerir que en estos momentos estamos inmersos en una recesión del sector industrial, cuando uno se fija en la fortaleza del consumo estadounidense cuesta imaginar que nos encontremos en medio de una recesión general en Estados Unidos, como algunos comentaristas han apuntado.
Aunque no existen datos tangibles que lo apoyen (todavía), si se observan los datos de los pedidos industriales (pedidos de máquinas, herramientas) se puede ver que las empresas han adoptado una postura tan defensiva (reduciendo sus existencias) que incluso el más pequeño atisbo de sentimiento positivo podría desencadenar un vigoroso movimiento de reposición de existencias. Eso suele ser un potente impulsor de las ventas y los márgenes, como se vio con los pedidos de Apple y las presiones sobre su cadena de suministro cuando la demanda del iPhone superó las expectativas.
En Fidelity International esperan que los beneficios sean un factor determinante para la evolución de los mercados el próximo año. La economía se encuentra claramente en una fase tardía del ciclo y algunos indicadores, como las encuestas del sector manufacturero, emiten señales de debilidad.
Sin embargo, este factor no tiene el mismo peso que antes. De cara al año electoral que se avecina, el presidente Trump ha señalado recientemente su deseo de aplicar más estímulos presupuestarios que tomen el relevo de las rebajas del impuesto de sociedades que tiraron al alza con tanta fuerza de los beneficios de las empresas estadounidenses en 2018.
Algo que sostiene la economía ante la debilidad de la industria es la fortaleza del consumo, especialmente en Estados Unidos, pero también en todo el mundo. El resultado de este nivel sin precedentes de divergencia entre el consumo y la industria es una mayor diferenciación entre las empresas con balances sólidos y aquellas con balances endebles, que suelen pertenecer al sector industrial.
En Fidelity creen que la fortaleza del consumo basta para sostener la economía estadounidense, ya que el consumo nunca había sido tan grande, tanto en términos absolutos como relativos. Los estímulos presupuestarios del próximo año, sumados a la continuación de la política monetaria expansiva, deberían dar más apoyo al consumo.
En cuanto a los resultados del sector industrial, la reciente temporada mostró tendencias dispares. Las cifras sólidas han venido acompañadas de fuertes subidas de las cotizaciones, pero los malos resultados también han sido acogidos con revalorizaciones. Los mercados parecen pensar que lo peor ha quedado atrás.
En consumo básico se han visto tendencias bastante diferentes; así, los beneficios en sintonía con las previsiones provocaron descensos de las cotizaciones, mientras que los beneficios inferiores a las previsiones fueron castigados.
Entre los bancos estadounidenses, la mayor sorpresa en el plano de los resultados fue el crecimiento de los beneficios, algo que no se esperaba a tenor del comportamiento de la curva de rendimientos a comienzos del tercer trimestre.
Las tendencias generales apuntaban a un pequeño aumento de los ingresos, pero con un crecimiento del crédito menor de lo previsto, mientras que los depósitos han aumentado a pesar de situarse en territorio negativo durante los últimos trimestres. Los márgenes de intermediación fueron planos, mientras que los ratios de eficiencia tampoco han mejorado mucho. Las hipotecas también crecieron con fuerza, pero desde una base muy baja.
Europa: el Brexit sigue señalando una fragmentación del mercado
El Brexit ha dominado la política británica durante los últimos tres años y podría seguir haciéndolo durante muchos más, incluso si se sella un acuerdo de salida de la UE. Pero la incertidumbre política que ha engendrado se refleja en muchos mercados de todo el mundo; los desacuerdos políticos no son, pues, un fenómeno exclusivamente británico.
La decisión del Reino Unido de abandonar la UE es solo un ejemplo de la fragmentación que está produciéndose en todo el mundo a medida que cobran fuerza los llamamientos a los políticos para que aborden la desigualdad de riqueza y contengan la globalización. Eso ha provocado el auge del populismo y las medidas proteccionistas, como los aranceles y los controles a los capitales. Estas cuestiones reflejan un menor apoyo político no solo a un sistema comercial mundial, sino también a un sector financiero mundial en el que el capital ha fluido prácticamente sin trabas por todo el mundo.
El Reino Unido exporta ya más al resto del mundo que a la UE, que es el destino del 46% de los productos y servicios británicos. El crecimiento del comercio fuera de la UE marca una tendencia a largo plazo que se acentuó con la crisis de deuda de la zona euro y se prevé que continúe con independencia del resultado del Brexit. A consecuencia de ello, el Reino Unido necesitará que sus acuerdos comerciales con el resto del mundo ocupen este espacio.