Según indican desde Fidelity International, son tres los motivos principales por los que los inversores deberían considerar la renta fija high yield europea en sus carteras: la primera es que la necesidad de rentas ha llegado para quedarse, la segunda, que las perspectivas de impago en Europa van a ser más benignas que en Estados Unidos, y la tercera, que un enfoque activo en bonos high yield europeos aporta valor a largo plazo.
En primer lugar, destaca que la necesidad de rentas ha llegado para quedarse. Las medidas de relajación de los bancos centrales han propiciado nuevos mínimos en los rendimientos de la deuda pública (gráfico 1), de ahí que los inversores sigan preguntándose cómo se pueden generar rentas en este entorno.
La incertidumbre derivada de la pandemia de la COVID-19 sigue siendo elevada, lo que afecta a los bonos high yield, aunque a unos sectores más que a otros. Las valoraciones se han ajustado desde los máximos que registraron los diferenciales en marzo, pero la acumulación estable de cupones/rentas domina las rentabilidades totales en los bonos high yield (gráfico 2).
En Fidelity International creen que la elección del índice de referencia y la inversión en emisores domiciliados en Europa en lugar de títulos high yield denominados en euros se traduce en una mejora estructural del rendimiento, situada actualmente en 50 puntos básicos (a 30 de junio, participaciones EUR H).
Además, existe una fuerte erosión de las rentas procedentes de las acciones debido a las cancelaciones de dividendos y las condiciones de las ayudas de los gobiernos, que benefician a los bonistas en detrimento de los accionistas.
En segundo lugar, Fidelity apunta que las perspectivas de impago van a ser más benignas que en EE. UU. El ciclo de impagos puede acelerarse a medio plazo desde los niveles actuales debido a la recesión sin
precedentes. No obstante, en Fidelity International piensan que en Europa los impagos podrían ser inferiores a las expectativas de consenso a corto plazo, debido a las acciones decididas para recapitalizar y rescatar a las empresas afectadas por las consecuencias de la COVID-19.
Los bonos high yield europeos también evolucionan mejor que los estadounidenses por varios motivos, por ejemplo por la composición sectorial: los bonos high yield europeos son una clase de activos con un gran peso del sector financiero y se han beneficiado de las políticas de las autoridades, centradas en preservar la liquidez y la solvencia de los bancos. Al mismo tiempo, una mayor exposición a telecomunicaciones y servicios públicos también protege su perfil de impagos. Por el contrario, la ausencia de algunos de los sectores en mayor riesgo que representan un porcentaje mayor del mercado de high yield estadounidense, como el de energía, también explica en parte la diferencia (gráfico 3).
La calificación crediticia global de este universo ha sido superior históricamente; así, los emisores BB han tenido un mayor peso en la zona euro que en EE.UU., mientras que los títulos CCC e inferiores han tenido un menor peso.
En Europa, los equipos directivos de las empresas han sido históricamente menos proclives a declarar la quiebra por el estigma que supone la insolvencia de una empresa, lo que no parece ser el caso en EE.UU..
Y por último, la gestora apunta que un enfoque activo en bonos high yield europeos aporta valor a largo plazo. Los bonos high yield europeos muestran unas sólidas rentabilidades ajustadas al riesgo a largo plazo y han conseguido batir a otros tipos de bonos high yield, así como a muchos índices de renta variable europea con el euro cubierto (gráfico 5).
La gestión activa puede demostrar sus ventajas en el volátil entorno actual, donde evitar las caídas es aún más importante. Lo anterior también se demuestra desde una perspectiva histórica gracias al perfil de rentabilidad superior del FF European High Yield frente a los vehículos pasivos (gráfico 4).
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