Desde que empezó 2018, los inversores han estado observando de cerca las consecuencias de los cambios de la política de los bancos centrales. La Reserva Federal y el Banco Central Europeo son los protagonistas. El equipo de gestión de activos de Fidelity aprecia un margen limitado de sorpresas por parte de los bancos centrales de los mercados desarrollados en el resto del año, pero las perspectivas de la economía global plantean dos cuestiones clave que inciden en su opinión sobre las clases de activos.
La primera pregunta se refiere a la dirección del crecimiento estadounidense. Después de varios años de liderazgo y en un momento en el que el país consigue su octavo trimestre consecutivo de crecimiento del PIB (la serie de crecimiento interanual positivo más larga desde 1947), cabe preguntarse cuánto tiempo más durará esa fortaleza.
En general, desde Fidelity creen que el ritmo del crecimiento probablemente se ralentizará en lo que queda de 2018, pero el impulso de la política fiscal debería seguir dando respaldo hasta 2019. En este contexto, aunque todavía no han visto señales reales de recesión, el equipo se mantiene atento a las circunstancias; la relación entre la curva de tipos y el crecimiento del PIB, por ejemplo, es una de las áreas sensibles.
La segunda pregunta gira en torno al panorama de crecimiento de China, cuya desaceleración estructural a largo plazo continúa en marcha. Este mes, los miembros del grupo de asignación de activos de Fidelity han vuelto a hablar de varios motivos de inquietud amortiguados por una serie de datos que siguen siendo relativamente saludables. Es obvio que la inversión, especialmente en infraestructuras, está siendo muy débil, igual que la construcción inmobiliaria. Las ventas minoristas se han desplomado, y el hecho de que las cifras de PIB del segundo trimestre se vieran apoyadas por un “consumo” significativo sugiere que el crecimiento podría ser bastante más bajo que la cifra oficial.
Pero esos indicios negativos se equilibran con unos PMI que siguen estables, un IPP de fabricación saludable y la fortaleza de los precios de la vivienda. Incluso en un contexto de posibles guerras comerciales, las importaciones se han mantenido relativamente fuertes en general y hay escasas evidencias de un deterioro repentino del crecimiento en términos amplios. En este entorno, el panorama macroeconómico de China es mixto, aunque su dirección sin duda ha sido bajista.
En general, el grupo de asignación de activos se ha ido volviendo más precavido sobre las perspectivas de los mercados en los últimos meses. Aunque la perspectiva amplia sobre la renta variable, la renta fija y el efectivo no ha cambiado, los gestores de fondos están centrados en aumentar el carácter defensivo de las estrategias de inversión en un intento de aprovechar oportunidades surgidas de dislocaciones a corto plazo, pero manteniendo la cautela en general.
Es relativamente habitual que los mercados experimenten un periodo de volatilidad pronunciada a finales del verano. Aunque esa situación no se ha observado en la primera quincena de agosto, apreciamos una serie de catalizadores potenciales que podrían generar problemas en un contexto de escasa liquidez estival.
Desde la crisis que se ha desplegado en Turquía (y el riesgo de contagio asociado para las economías emergentes y otros mercados) hasta las turbulencias políticas persistentes en casi todas las regiones geográficas, creemos que tiene sentido posicionarnos defensivamente sin dejar de aprovechar las oportunidades a corto plazo que podrían surgir en los próximos meses.