En la tercera edición de Al Andalus Innovation Venture, celebrado recientemente en Sevilla, la mesa “Visión Ibérica del venture capital” analizó las características del ecosistema de startups en Europa y, en concreto, en la Península Ibérica, donde los expertos destacaron el común denominador cultural que hace que españoles y portugueses seamos reticentes a presumir de los éxitos, mientras que sí hablamos de los fracasos.
Portugal ha sido este año el invitado especial en Al Andalus y por eso ha contado con The Square, agencia de comunicación de las empresas disruptivas, innovadoras y de la economía digital con oficinas en Lisboa y Madrid, para dar voz a las empresas con vocación ibérica. Así, Mariola Montoya, PR Specialist de esta compañía, fue la moderadora de la mesa y preguntó por las diferencias del mercado de startups españolas y portuguesas frente a las de otras regiones. Todos los ponentes coincidieron en que se trata de un ecosistema emergente, pero con obstáculos que todavía debe superar para seguir creciendo.
“Faltan referentes en Iberia”, afirmó Pedro Almeida, VC investor en Armilar, gestora de fondos de capital riesgo en fase inicial, con un sólido historial de apoyo a fundadores de startups digitales a lo largo de todo el recorrido, desde el inicio hasta la salida. Pero no porque no existan, sino porque no se habla de ello. “No hay celebración de las historias de éxito, ni en Portugal ni en España. Y es una pena que no se diga que puedes vivir en Iberia, el lugar que amas y donde está la gente que quieres, y aun así tener éxito, y generar crecimiento, empleo y prosperidad. Las compañías que triunfan no lo comparten ni se ven en los medios de comunicación. Deberíamos estar hablando de los emprendedores que han cambiado sus ciudades y deberíamos celebrarles”, se lamentó.
Con él estuvo de acuerdo Tomás Penaguião, socio de Bynd Venture Capital, firma que invierte mayoritariamente en startups en fase pre semilla y semilla en Iberia. Penaguião indicó que de hecho se destacan más los fracasos que los casos de éxito, y pidió mayor cobertura por parte de los medios sobre el sistema emprendedor, para hacerlo atractivo. “Cuando un estudiante es brillante, no se plantea emprender, sino incorporarse a una gran compañía por la falta de información positiva”, indicó.
En la misma línea, Marcos Osorio, director del equipo de inversión en Ciberseguridad de Bright Pixel, brazo inversor en tecnología del grupo multinacional Sonae, señaló que “los ibéricos no somos buenos hablando de nuestros éxitos, es algo cultural”. “Tenemos que hacerlo, compartir y legitimar los buenos ejemplos y demostrar que es posible”, agregó. En opinión de Osorio, los founders deben apoyarse los unos a los otros para fortalecer el ecosistema. “Colaboración y no competición, compartir el expertise, la coinversión, y echarse la mano cuando es necesario. Si uno triunfa, triunfamos todos”, sostuvo.
Nuno Brito, CEO y fundador de Goparity, plataforma de crowdfunding para proyectos alineados con los ODS que tiene por misión democratizar las finanzas sostenibles, con oficinas en Portugal, España y Canadá, destacó que todas las startups deberían poder nacer con vocación global, pero la realidad como founder en Portugal y España es que al principio la capacidad de serlo es baja y en los inicios toca enfocarse a lo local. Esto puede ser una ventaja también para validar el modelo de negocio en los comienzos. “La vocación global es clave, pero tiene que estar integrada con los valores culturales de la empresa, manteniéndolos al crecer”, explicó.
Brito consideró que la alta regulación en el sector que hay en Europa está justificada, aunque en ocasiones pueda parecer desconectada de la realidad en cuanto a su aplicación. “Somos los alumnos aventajados a nivel mundial, pero nos toca esperar a que el resto del mundo se ponga a la misma altura para que todos podamos jugar con las mismas reglas”, aseveró.
Sin embargo, Osorio mostró la otra cara de la moneda y consideró que en Europa “somos muy buenos innovando en normativas”. “Hay una línea muy delgada entre crear una normativa que pueda reflejar lo que puede contener el marco de la innovación, y crear una que haga que la innovación no suceda, precisamente por esa estricta regulación”, concluyó.