Desde los años 30, el mundo nunca se había visto enfrentado a semejante auge del populismo. En opinión de Nicolas Forest, responsable de gestión de renta fija de Candriam, los inversores no deben subestimar la crisis presupuestaria protagonizada por Italia a finales de octubre. Es más, a menos de ocho meses de las elecciones europeas, los movimientos populistas pisan con fuerza en Italia.
Algunos ejemplo del auge de los populismos se ve claramente con la Agrupación Nacional y Francia Insumisa en Francia, La Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas en Italia, Alternativa para Alemania y Die Linke en Alemania, Ukip en el Reino Unido, Podemos en España, el PiS en Polonia, el Fidesz en Hungría, Syriza en Grecia, el FPO en Austria, el PVV en Países Bajos o Vlaams Belang en Bélgica son, todos ellos, partidos a las puertas del poder. En Estados Unidos y Latinoamérica (como lo demuestra la reciente victoria de Jair Bolsonaro en Brasil), el populismo no deja de crecer.
Según un estudio de Bloomberg, el 41% del PIB de los países del G20 está hoy en manos de gobiernos populistas frente a solo un 4% en 2007. “El populismo se ha vuelto popular. Se manifiesta en concreto en el cuestionamiento de la independencia de los bancos centrales, la crítica contra instituciones supranacionales y el auge del proteccionismo”, señala Forest.
En su opinión, el gobierno de Trump brinda un perfecto ejemplo, como evidencian las críticas inéditas del presidente contra la Fed o la imposición de aranceles adicionales contra las mercancías procedentes de China. “Pero si bien Donald Trump es un caso paradigmático del peligro populista que acecha las democracias, no es su causa. Solo es un síntoma, y su marcha, cuando concluya su mandato, o sus mandatos, o incluso antes, eso ya lo decidirá la Historia, no resolverá las causas, que son mucho más hondas”, advierte el experto de Candriam.
Impacto en la renta fija
Con este escenario de fondo, Forest plantea que, en un momento en que muchos economistas debaten sobre el fin del ciclo estadounidense y una probable recesión, “sería prudente preguntarse por el impacto del riesgo político, tan importante al menos como el económico, en los mercados y la economía”. Desde su punto de vista, para el inversor en renta fija, hay dos cuestiones cruciales para determinar los riesgos de su inversión: ¿podrá devolverle el dinero el emisor de la deuda, los Estados, en el caso que nos ocupa? Y ¿tiene intención de hacerlo?
La primera cuestión, obviamente, es el meollo del análisis de renta fija. Matemáticamente, la capacidad de amortización se determina mediante el presupuesto primario, el crecimiento nominal y el coste de la deuda. “Ahora bien, observamos que el populismo de nuestro tiempo fomenta la expansión presupuestaria”, afirma.
Según observa la gestora, en Estados Unidos, Italia o China, un movimiento masivo de gasto presupuestario está conduciendo a un desmán de los déficits. Este movimiento resulta inusual, más por la coyuntura que por su amplitud: para Estados Unidos, fomentar el gasto presupuestario con una tasa de desempleo tan baja (menos del 4%) es un hecho inédito desde hace más de 50 años. En cuanto a la salida de la austeridad para el gobierno italiano (cuyo endeudamiento ronda el 130%), también es lo nunca visto desde la creación de la Unión Europea. “Por lo tanto, el endeudamiento público dista de emprender una senda de disminución. Cuando un país controla su moneda, siempre podrá amortizar su deuda tras una fuerte devaluación de su moneda. Pero hoy día esa solución resulta imposible para un país miembro de la zona euro como Italia”, señala Forest.
La segunda cuestión es más complicada de tratar, en opinión del experto, ya que el auge del populismo podría resquebrajar esa voluntad. Por consiguiente, la cuestión italiana podría ser ante todo una cuestión de voluntad. “Para un inversor en renta fija, es más imprescindible hoy que nunca incorporar factores de gobernanza, sociales y ambientales en su análisis. Además del análisis de la sostenibilidad de la deuda, incorporamos a nuestro análisis el grado de corrupción de un país, el de libertad y el respeto a las libertades civiles, la independencia del banco central y el respeto a las instituciones. Para cumplir los objetivos establecidos por la ONU, es determinante analizar la protección social de un país o la distribución de su riqueza. Por último, los criterios medioambientales pesarán cada vez más en la deuda de los Estados. La gestión de los recursos naturales y de la contaminación son retos primordiales para los gobiernos. Todos los países, tanto los desarrollados como los emergentes, se ven confrontados a esos mismos desafíos”, concluye.