Los factores ambientales, sociales y de buen gobierno (ESG, por sus siglas en inglés) atraen, cada vez más, el interés de los inversores y reguladores, lo que hace que las gestoras de fondos presten más atención a su impacto, según concluye un informe publicado por Moody’s Investors Service.
“Los factores ESG han ganado importancia gracias a las nuevas regulaciones, al cambio climático, a las tendencias demográficas y a las expectativas cambiantes tanto del consumidor como del inversor. Esto crea la oportunidad para las gestoras de aplicar estrictos criterios ESG y así diferenciarse en el mercado. Por el contrario, aquellas firmas que no lo hagan podrán sufrir pérdidas financieras o ver dañada su reputación”, apunta Marina Cremonese, vicepresidente senior de análisis de Moody’s.
En este sentido, la agencia de calificación tiene en consideración los factores ESG a la hora de analizar la solvencia de las gestoras, incluso cuando éstos no están recogidos explícitamente en su informe de calificación o no pueden ser cuantificados. Normalmente, el factor de buen gobierno es el que más impacto tiene en la evaluación de solvencia de Moody’s, ya que la compañía considera que una mala gobernanza puede reducir la rentabilidad mediante reembolsos o multas.
El factor social también puede perjudicar a la rentabilidad. Por ejemplo, la falta de diversidad en la organización o de equidad en los salarios según el género puede conllevar sanciones o provocar que los clientes se marchen, llevándose su dinero.
Los factores ambientales suelen tener el menor impacto en la clasificación de las gestoras para la agencia de calificación. Sin embargo, algunas gestoras que sólo invierten en combustibles fósiles u otros activos dañinos para el medio ambiente pueden enfrentarse a mayores riesgos financieros como resultado de su propia actividad, según Moody’s.