Tras diez años como gestor del fondo Fidelity Funds European Dynamic Growth Fund, Fabio Riccelli explica que su filosofía de inversión consiste en simplemente tener en cartera empresas de crecimiento de calidad que coticen por debajo de su valor intrínseco. Así, el gestor ha conseguido un crecimiento anualizado del 15,2% durante la última década, después de comisiones, frente a la rentabilidad del 10,8% del índice MSCI Europe (N).
“Cuando evalúo la calidad no me fijo en una cosa nada más, sino en el conjunto del negocio. Eso engloba sus ventajas competitivas y lo sólidas que son sus “defensas”, las barreras de entrada, si el mercado en el que opera el negocio registra un crecimiento estructural o si es cíclico y lo adecuado del posicionamiento de la empresa en este mercado, las rentabilidades que consigue, cómo son de sostenibles esas rentabilidades y sus flujos de efectivo. Es un proceso muy detallado y exigente que supone mirar debajo de muchas piedras con la esperanza de encontrar una joya. Para este análisis cuento con los recursos que me brinda el equipo de 39 analistas de renta variable europea de Fidelity”, argumenta.
Según comenta el gestor, no le preocupa en exceso el hecho de que las valoraciones de las acciones de crecimiento hayan subido sustancialmente, pues siempre se enfoca en empresas cuyo valor intrínseco actual sea sustancialmente más alto que su cotización.
“Gestiono el fondo con un enfoque enteramente ascendente, con un sesgo hacia el crecimiento de calidad, pero siempre me fijo en la valoración. Me planteo el debate entre el crecimiento y la infravaloración como las dos caras de la misma moneda. Si quieres realizar una inversión rentable, tienes que pagar el precio adecuado, no importa si la empresa está creciendo o no. Prefiero invertir en empresas que poseen los rasgos de calidad y que crecen, porque entonces el valor del negocio va aumentando con el paso del tiempo”.
“Cuando los valores han registrado avances especialmente fuertes y ya no ofrecen una rentabilidad anual superior al 10%, tengo la disciplina necesaria para venderlos y reemplazarlos por otros más atractivos. Algunos ejemplos de valores que he vendido recientemente por motivos de valoración son L’Oréal y Sartorius Stedim Biotech”, agrega.
Por último, el gestor reconoce que trata de no fundamentar sus decisiones de inversión en factores que se puedan ver influenciados por el clima económico general o el ruido político, que son muy difíciles de predecir; en su lugar, se centra en aquellos valores de calidad que tienen un buen posicionamiento para seguir creciendo.
“Resulta muy fácil mirar a Europa y pensar en el Brexit, el deterioro del crecimiento económico, los problemas políticos de Italia y España, la pérdida de competitividad de Alemania… existen tantos problemas que muchos inversores no quieren exponerse. Sin embargo, creo que esa es no la forma correcta de abordarlo.
Invertir en una empresa europea no es como invertir en la economía de un país europeo. Por ejemplo, LVMH tiene su sede en Francia, pero estás comprando exposición a una empresa líder mundial de productos de lujo a la que apenas le influye la economía francesa. Europa alberga algunas empresas increíbles que son líderes mundiales de sus sectores, como SAP en TI y Novo Nordish en atención sanitaria. Invertir en Europa y, concretamente, invertir en el Fidelity Funds European Dynamic Growth Fund, tiene que ver más con comprar acciones de estas excelentes empresas que con beneficiarse de la evolución económica de cada país”, añade.