En un contexto de imparables subidas de los mercados como las vistas este año, es bueno y deseable que haya correcciones pues dan paso a consolidaciones de los niveles y asientan las bases de la siguiente fase alcista. Por eso, explica Fidelity WI en su último documento de perspectivas, los inversores deben resistir la tentación emocional de vender típica de las fases de debilidad porque, estiman sus expertos, “perderse las recuperaciones puede erosionar las rentabilidades a largo plazo”. En definitiva, ceder al miedo parece la fórmula más directa para dañar el portfolio.
«Es normal que la volatilidad repunte en este periodo del año, y es normal que se produzca un retroceso temporal que permita a las bolsas prepararse para un periodo de rentabilidades estacionales más fuertes durante los próximos meses”, explica Trevor Greetham, responsable de asignación táctica de activos de la firma.
En ocasiones, la irracionalidad del mercado puede crear descuentos importantes en las cotizaciones con respecto al valor intrínseco de las empresas. Es el momento exacto para que los inversores activos descubran gangas que han sido injustamente penalizadas por el mercado.
“Tras las avalanchas de ventas suelen producirse importantes subidas”, dice la gestora, que apoya la afirmación con datos: De los 20 mejores días de la historia del S&P 500, 15 corresponden al periodo de la Gran Depresión –con variaciones porcentuales que van desde el 15,34% en marzo de 1933 al 7,12% de un año antes. De los 5 restantes la crisis financiera de 2009 acapara tres subidas por encima del 6%.
Lo ideal es comprar cuando otros tienen miedo y los precios están bajos y vender cuando los demás quieren comprar y los precios han subido, pero cuesta mucho llevar a cabo un comportamiento de este tipo porque hay que luchar contra las emociones. Y ésa es una meta no al alcance de todos.
La otra táctica nefasta, además de dejarse llevar por el miedo, es la de entrar y salir constantemente del mercado. “Algunos inversores pueden encontrar tentador este enfoque, pero está lleno de trampas, no sólo por los mayores costes de negociación que conlleva y la necesidad de contar con una bola de cristal”, apunta el informe.
Las cotizaciones se mueven en última instancia por factores fundamentales como los beneficios empresariales, no por el sentimiento a corto plazo. En periodos más largos las acciones baten ampliamente a otros tipos de inversiones y se revalorizan por encima de las tasas de inflación. “Esa es la razón por la que los inversores no deberían dejar que la volatilidad a corto plazo dé al traste con sus planes de inversión a largo plazo”, concluye Fidelity, que porpone la estrategia de promediar costes, es decir, inversiones periódicas con una cantidad mensual o trimestral y una revisión periódica de la cartera como forma de una buena forma de sobrellevar los periodos de volatilidad. Y lo que es más, elimina las emociones de la inversión.