Este año, los documentos de perspectivas de las gestoras internacionales coinciden en que estamos ante un nuevo escenario de inversión marcado por una inflación más elevada, una política monetaria dura y restrictiva, que significa que los bancos centrales ya no apoyarán los mercados, una mayor volatilidad y una mayor presencia de los riesgos geopolíticos. Este nuevo escenario y vuelta a la normalidad, supone una nueva lectura sobre las oportunidades de inversión entre las diferentes clases de activos. ¿Cuáles son sus principales apuestas?
En primer lugar, hay que destacar que las gestoras coinciden en que los activos de renta fija volverán a tener un lugar en las carteras del próximo año y, en general, todos apuntan al mercado de bonos y al mercado de crédito, pero siendo selectivos y buscando calidad. Por ejemplo, en opinión de BlackRock ha llegado el momento de “repensar los bonos”. Según explica la gestora, la renta fija ofrece por fin “ingresos» después de que los rendimientos hayan aumentado en todo el mundo.
“Esto ha aumentado el atractivo de los bonos después de que los inversores estuvieran hambrientos de rendimiento durante años. Para aprovechar esta circunstancia, adoptamos un enfoque de inversión granular, en lugar de tomar exposiciones amplias y agregadas. Por lo que la gestora sigue infraponderado la deuda pública a largo plazo en las carteras tácticas y estratégicas.
Según matiza Javier García-Díaz, responsable de ventas de BlackRock para Iberia, seguirá siendo necesario ser muy selectivos. “En deuda pública, preferimos los bonos ligados a la inflación y la deuda americana en el tramo corto, ya que confiamos menos en el tramo largo de la curva al considerar que ha perdido su función de protección. Vemos oportunidad en el mercado de crédito, en especial en investment grade por sus valoraciones y porque creemos que éstas sí han recogido ya el impacto que han generado los bancos centrales en el mercado de cara a los próximos 12 meses”.
Stefan Isaacs, Deputy CIO of Public Fixed Income de M&G, pone el foco en el high yield. “A finales de noviembre, los diferenciales mundiales de high yield se situaban en 508 puntos básicos, lo que, en nuestra opinión, compensa gran parte de las malas noticias económicas y ofrece un punto de entrada bastante atractivo para esta clase de activos”, señala.
El experto considera que esta clase de activo representa ahora un universo de mayor calidad en comparación con su situación antes de la pandemia. “Aunque esperamos que las tasas de impago aumenten desde los muy bajos niveles actuales, no prevemos un repunte brusco de los impagos. Con unos rendimientos totales ligeramente inferiores al 9%, creemos que la clase de activos ofrece un flujo de ingresos atractivo, que debería proporcionar un colchón significativo frente a cualquier nueva ampliación de los diferenciales o un aumento de los impagos”, matiza Isaacs.
Dentro de este consenso sobre ser selectivos en renta fija, Mike Della Vedova, gestor de carteras en T. Rowe Price, defiende que para el próximo año su preferencia es Europa. “Aun reconociendo que la economía europea podría sufrir una desaceleración más profunda que la de plazas similares, el high yield europeo debería beneficiarse de estar menos expuesto que el estadounidense a mercados cíclicos, como el de materias primas. Europa también tiene una mayor calidad crediticia que Estados Unidos, con más emisores con rating BB (70,7% en Europa comparado con 52,3% en EE. UU.) y menos empresas de calificación CCC o inferior (5,5% en Europa frente a 11,1% en EE. UU.).1 Además, el mercado europeo es más joven y menos maduro que el estadounidense, lo que significa que ofrece potencialmente más oportunidades de descubrimiento de precios e información”, argumenta.
Desde Allianz GI coinciden con esta visión y añaden que su visión sigue siendo favorecer la infraponderación de la beta de la renta fija, con el fin de reducir esa infraponderación de manera gradual a través de emisores de mayor calidad y una asignación libre por zonas geográficas. En este sentido, Franck Dixmier, CIO global de Renta Fija de Allianz GI, señala varias oportunidades más en renta fija para el próximo año: la deuda sostenible, los bonos corporativos de alta calidad y la deuda de mercados emergentes.
Sobre ello explica, en primer lugar, que las rentabilidades que ofrece la deuda con etiqueta de sostenibilidad, como los bonos verdes emitidos principalmente en el segmento de grado de inversión, se han reajustado a niveles más competitivos. “Nosotros creemos que la crisis energética va a impulsar la demanda y la rentabilidad a largo plazo de la financiación verde y social, aunque a corto plazo se recurra a fuentes más contaminantes y haya topes en las facturas de la energía para evitar una crisis”.
En el caso de sus otras propuestas, Dixmier indica que tanto los bonos corporativos de alta rentabilidad y la deuda externa de los mercados emergentes han recuperado su valor y ofrecen un amplio colchón de rentas (vía cupones) y una rentabilidad potencialmente atractiva a largo plazo. Pero advierte: “Estos activos pueden conllevar una mayor volatilidad, así como riesgos de impago, por lo que la gestión activa es fundamental”.
Por último, profundizando más en los sectores, la gestora de T. Rowe Price ve valor en los operadores europeos de cable y telecomunicaciones integradas. “Esta industria está respaldada por tendencias a largo‑plazo en el consumo de medios de comunicación, modelos de negocio estables e ingresos recurrentes, lo cual es importante ahora que el crecimiento está desacelerándose. También hay oportunidades en el sector servicios. Se trata de un sector grande y muy diverso, con un amplio abanico de oportunidades interesantes; ahora bien, dado el aumento de los precios, el análisis fundamental es imperativo”, afirma Della Vedova.
¿Hay hueco para la renta variable?
Esta apuesta generalizada por los activos de renta fija ha restado cierta relevancia a la renta variable, sin embargo, las gestoras insisten en que también se puede encontrar valor en las acciones. Según indican, los inversores tendrán que tener en cuenta el área geográfica, la calidad de las empresas y la valoración a la hora de incluir activos de renta variable en sus carteras. En opinión de Justin Thomson, director de inversiones (CIO) y renta variable internacional de T. Rowe Price, tras el importante reajuste de las valoraciones de este año, todas las clases de activos principales, excepto la renta variable estadounidense, cotizan a precios bajos con respecto a los últimos quince años.
Según Melda Mergen, directora Global de Renta Variable de Columbia Threadneedle, “seremos testigos de una mayor dispersión en las valoraciones en 2023, y la más fustigada será la renta variable de mayor duración”. Según explican desde la gestora, al pensar en las oportunidades a escala mundial, a grandes rasgos, Estados Unidos resulta más atractivo que otras regiones.
“También considero que los valores de pequeña capitalización podrían proporcionar más oportunidades que los valores de gran capitalización, sobre todo si se tiene en cuenta que las compañías de mayor capitalización suelen exhibir una mayor exposición a los ingresos generados fuera de Estados Unidos y obtener cerca del 35% de ellos fuera del país. Asimismo, sigo pensando que cobra sentido decantarse más por el valor que por el crecimiento. Hay ciertos segmentos de valor, el industrial o la energía, por ejemplo, que seguirán cosechando beneficios en 2023. Dicho esto, el crecimiento se está tornando más interesante. Muchas compañías de crecimiento presentaron un comportamiento inferior en 2022. Sin embargo, sabemos que sus modelos de negocio no han quebrado y somos conscientes de que siguen teniendo una ventaja competitiva”, añade Mergen.
Desde BlackRock, García- Díaz afirma que se mantienen infraponderados en renta variable de cara al próximo año, pero reconoce que hay segmentos donde se puede encontrar valor. “Creemos que en sectores como la energía, la salud y el sector financiero y bancario hay valor. Nuestra posición infraponderada en general se debe a que consideramos que ni las expectativas de valoración ni de beneficios recogen el daño de los bancos centrales. Así que nuestro posicionamiento se modificará cuando veamos que esto cambia o que hay mayor apetito por el riesgo”.
Por último Fabiana Fedeli, CIO, Equities, Multi Asset and Sustainability de M&G, se une al mensaje de que este sigue siendo un mercado en el que los inversores activos pueden cosechar alfa, pero coincide en que ser selectivo será clave: identificar aquellas empresas con balances sólidos y un fuerte poder de fijación de precios. “A escala nacional, estamos encontrando oportunidades selectivas en todos los mercados, pero en Japón, donde la reforma y la reestructuración de las empresas sigue cobrando impulso, creemos que hay muchas posibilidades de aprovechar las oportunidades específicas de los valores. También hemos encontrado oportunidades atractivas en China. Aunque hemos tenido una de las mejores rachas de la historia, creemos que las valoraciones siguen siendo baratas, con valores que cotizan a niveles distressed que, en nuestra opinión, no reflejan los fundamentos subyacentes”, argumenta Fedeli.
Otras ideas de inversión
En Pictet AM lo tienen claro, su gran apuesta son los mercados emergentes. “Tenemos preferencia por mercados emergentes para 2023, acciones y bonos. En bonos tenemos preferencia por los latinoamericanos, dada que iniciaron antes el ajuste monetario, altas rentabilidades a vencimiento y probable debilidad del dólar. El dólar está sobrevalorado entre 20% y 40% en relación con algunos mercados emergentes, cerca de sus niveles más caros de la historia en conjunto y América Latina tiende a ser el principal beneficiario de su debilidad, que esperamos el año que viene. Pero queremos centrarnos en los mercados más grandes, básicamente, Brasil y México. En Colombia hay más riesgo político. En Brasil los bonos cotizan con rentabilidad real a vencimiento del 10%, aunque existen riesgos. Pero no es previsible una política excesivamente populista en el país, pues la izquierda no ha ganado con margen para reclamar un mandato fuerte. En todo caso hay que tener en cuenta la previsible rentabilidad adicional proporcionada por la revalorización de la moneda local. Pero en renta variable emergente preferimos Asia, donde la inflación es baja y el crecimiento aumenta”, señala Luca Paolini, estratega jefe de Pictet AM.
A esta idea, Paolini añade dos más: preferencia por invertir en sector con un crecimiento defensivo, básicamente salud, y el mercado de bonos. “No tenemos una señal clara sobre tamaño o estilo en 2023. Este año se ha tratado de valor vs. crecimiento, pero no el próximo. Aunque el crecimiento puede comportarse mejor el año que viene, no va a ser el factor clave. Por otra parte, la disminución del crecimiento del PIB nominal debe apoyar a los mercados de bonos. Efectivamente, a largo plazo, crecimiento nominal y rentabilidad de los bonos debe ser aproximadamente igual, como entre los años 90 y 2010. Pero en la mayoría de los mercados no se ha alcanzado el equilibrio. Solo en EE.UU. está más claro y nos gustan sus bonos de su gobierno. También la deuda empresarial grado de inversión de EE.UU. De todas formas, para la Reserva Federal, dada la inflación, el menor crecimiento probablemente no sea lo suficientemente significativo para verse obligada a recortar sus tipos de interés antes de 2024. Solo puede forzarla un gran accidente, como en Reino Unido. Nos mantenemos alejados de los bonos europeos. También vemos buen valor en el oro, una clase de activos a tener cuando los bancos centrales dejan de endurecer su política monetaria y el dólar cae”, apunta el estratega jefe de Pictet AM.
Por último, las gestoras reconocen que los activos alternativos y los mercados privados, tan populares durante 2022 como alternativas para buscar rendimientos, seguirán presentes en las carteras en 2023. De hecho, coinciden en que lo lógico es que, poco a poco, aumente su peso.
Según Will Nicoll, CIO, Private and Alternative Assets de M&A, más allá de la situación macroeconómica a corto plazo, las infraestructuras son un tema importante a largo plazo que se observa en todos los mercados privados. “Este es un momento especialmente emocionante para las infraestructuras, ya que nos embarcamos en la transición energética y el cambio a una economía digital: tenemos que rehacer por completo la infraestructura del mundo en los próximos años, y gran parte de ello se hará a través de la tecnología emergente, que estará respaldada por el capital privado, el capital riesgo (VC) y los préstamos privados”, concluye Nicoll.