Desde la aparición del Ranking de sostenibilidad de los países de la OCDE, elaborado por Degroof Petercam Asset Management, Estados Unidos siempre se ha situado en el tercio inferior de la tabla, con una puntuación de poco más de 50/100, y según los datos de este año, el país norteamericano corre el riesgo de desviarse aún más del objetivo.
La gestora utiliza este ranking basado en los cinco pilares principales de la sostenibilidad -transparencia y valores democráticos; población, salud y distribución de la riqueza; medio ambiente; educación e innovación; y economía- para determinar qué obligaciones del estado son elegibles para sus fondos de sostenibilidad. Para ello, selecciona los países que se consideran más responsables y sostenibles.
Noruega lidera una lista dominada en su parte alta por los países escandinavos, e Irlanda muestra la mejor puntuación en términos relativos, en referencia a la relación entre la carga fiscal del país y su índice de sostenibilidad.
La distancia de cinco puntos de Estados Unidos con la media de los 35 países miembros de la OCDE se explica en gran parte por los criterios de medioambiente y bienestar. Por una parte, Estados Unidos sigue siendo un consumidor importante de carbón, con emisiones elevadas de gases de efecto invernadero, y, por otra, la proporción de energía renovable en la combinación total de fuentes de energía permanece por debajo de la media.
En el ámbito social, la considerable desigualdad social en Estados Unidos es notoria, tal como evidencia el coeficiente GINI. Solo México tiene puntuaciones por debajo de las de Estados Unidos. La multitud de personas encarceladas en Estados Unidos también juega un papel importante en el panorama general.
El elevado número de personas obesas es un problema para la población estadounidense a medio y corto plazo, ya que comporta riesgos importantes para la salud e importantes implicaciones económicas.
«Aunque Estados Unidos obtiene una buena puntuación general en términos de democracia y libertades civiles, lamentamos el hecho de que no se haya reconocido el Tribunal Internacional de Justicia o la Convención de Ottawa sobre las minas antipersona. Además, en algunos estados todavía no se ha abolido la pena de muerte», explica Ophélie Mortier, estratega de inversión responsable de la gestora.
Estados Unidos mantiene su liderazgo en lo que se refiere a innovación e inmigración
Queda clara la posición destacada de Estados Unidos en materia de innovación. El país sigue jugando un papel líder en este aspecto, tanto en inversión en I+D como en el número de patentes registradas.
La innovación constituye un reto importante para los países desarrollados y Estados Unidos ha entendido a la perfección esta situación. El índice de empleo de los inmigrantes también se sitúa claramente por encima del índice de empleo de inmigrantes de muchos otros estados miembros, incluida Bélgica. Esto puede atribuirse en parte al hecho de que Estados Unidos pretende atraer al país a inmigrantes con formación superior.
“Los niveles de formación de los inmigrantes americanos y canadienses se sitúan muy por encima de los europeos. En conjunto, dos tercios cuentan con una titulación de educación superior, casi el doble que en Europa” indica Mortier.
Donald Trump puede provocar un nuevo descenso de EE. UU. en el ranking
Las declaraciones de Donald Trump no sugieren que la situación vaya a mejorar, más bien al contrario. Aunque está claro que Trump no tirará por la cuneta el Acuerdo de París firmado por su predecesor, tampoco hará un gran esfuerzo por alcanzar los objetivos del acuerdo en relación con la reducción de los gases de efecto invernadero.
Las declaraciones de Trump durante la campaña electoral muestran un claro soporte hacia el incremento de la producción de carbón, una revisión de la operación del oleoducto XL de Keystone y la producción de petróleo y gas en Alaska y el Golfo de México.
A pesar de la negación de la importancia del cambio climático en el Primer Plan Energético de América de Trump, muchos estudios diferentes demuestran la vulnerabilidad continuada de Estados Unidos en este ámbito.
Sin embargo, la intención de reducir el impuesto sobre sociedades del 35 % al 20 % es positiva para la transparencia fiscal de las empresas norteamericanas. Después de todo, ya no tendrán ningún incentivo para que sus beneficios tributen en el país que presume de los tipos fiscales más bajos.
«A corto plazo, dichas medidas suponen un gran impulso, pero a medio/largo plazo pueden plantear riesgos para la financiación de las políticas gubernamentales. Aunque la medida no comporta un crecimiento económico real, los sectores de la educación y la sanidad serán los primeros en empezar a pasar apuros a causa de los recortes presupuestarios de la política de Estados Unidos, una economía que ya está muy endeudada. Por este motivo, mejorar las previsiones de la puntuación de Estados Unidos en estos dos criterios de sostenibilidad sigue siendo un tema delicado», explica Mortier.