Estados Unidos ha cerrado el primer trimestre del año con un panorama radicalmente diferente a cómo lo comenzó. Por citar una cifra, la semana pasada conocíamos que las solicitudes de ayudas por desempleo se dispararon hasta alcanzar las 6,6 millones de peticiones. El país se prepara para afrontar la parte más dura de la pandemia, tanto a nivel sanitario como económico.
Por el lado sanitario, las perspectivas son malas. El propio presidente, Donald Trump, ha estimado que las muertes por el COVID-19 podrían llegar a una horquilla de entre 100.000 y 200.000 personas. Para frenar la pandemia, el gobierno norteamericano y los respectivos estados están adoptando medidas similares a las del resto del mundo, por lo que es previsible el mismo parón económico que se ha visto en Europa o en China.
Uno de los síntomas más visible ha sido ese último dato de parados. En opinión de James McCann, economista senior global de Aberdeen Standard Investments, los datos muestran la primera caída del empleo mensual desde 2010. En concreto, las nóminas no agrícolas descendieron en 710.000 y la cifra de paro del país se ha situado en los máximos de 2017, en el 4,4% desde los mínimos situados en el 3,5%.
“Esto datos son solo una muestra de todo lo que está por llegar. Las cifras sólo cubren el comienzo del período de confinamiento, por lo que sabemos que hay muchas más personas desempleadas de las que se pueden ver en estas cifras. Esperemos que estos datos estimulen al Congreso en la elaboración del próximo paquete de estímulos fiscales. La pérdida de empleos a esta escala es casi como abrir una enorme trampilla bajo la economía. Nadie sabe cómo de profundo es el agujero, pero el Congreso tiene que hacer lo que sea para llenarlo lo más rápido posible con todas las medidas que puedan encontrar. Pero no hay duda de que estos números apuntan a un shock económico como nunca antes hemos visto”, apunta McCann.
El último informe de BofA Global Research, señala que la entidad ha rebajado su previsión sobre el PIB de Estados Unidos y espera que se reduzca un 7% en el primer trimestre, dejando la recuperación para el último trimestre del año. “Esperamos que se recorten entre 16 y 20 millones de puestos de trabajo con una tasa de desempleo máxima del 15,6%”, señalan.
Misma perspectiva negativa tiene Alvise Lennkh, analista de Scope: «Estados Unidos se dirigen hacia una profunda recesión en 2020, a pesar de los importantes estímulos monetarios y fiscales. La economía se contraerá al menos un 3,5%, el desempleo aumentará por encima del 10%, el déficit fiscal se situará en torno al 15% y la deuda pública en casi el 125% del PIB»
Desde La Financière de l´Echiquier señalan que persisten las incertidumbres en Estados Unidos. “Si bien algunos Estados están confinados (California, Estado de Nueva York), muchos no lo hacen, lo que aumenta el temor a una epidemia desbocada, lo que es aún más perturbador, ya que el sistema de salud estadounidense no parece preparado para enfrentar la situación. Además, los intentos de cuantificar el impacto de la crisis actual en el crecimiento del PIB del segundo trimestre arrojan resultados sin precedentes: -12% según lo estimado por JP Morgan o -24% según Goldman Sachs (sobre una base anualizada). En cualquier caso, es seguro que el PIB de EE. UU. experimentará un frenazo muy violento en los próximos meses”, insisten.
«Estamos pronosticando una recesión en la primera mitad de 2020. Se espera que la actividad económica caiga dramáticamente en el segundo trimestre. Cuando el crecimiento económico de EE.UU. cae por debajo de la tendencia, la utilización de la capacidad cae, poniendo una severa presión a la baja en los beneficios económicos antes de impuestos. Es probable que haya una recuperación en forma de V una vez que el brote del virus se supere, pero nuestro escenario base prevé una caída de más del 60% de los beneficios antes de impuestos en el segundo trimestre”, estima Irene Lauro, economista de Schroders, sobre cómo espera que se noten los efectos del coronavirus en su economía.
A la pérdida de beneficios por parte de la empresas se suma la alta volatilidad de los mercados, que han sufrido pérdidas históricas e intenta ahora afianzar la senda de las subidas. Según apunta Philippe Zaouati, consejero delegado de Mirova (Natixis IM), aquí lo relevante serán los tiempos. “Los primeros datos de PMI (Purchase Managers Index) de EE.UU. no han sido tan malos como se esperaba, pero eso parece responder a la fecha en la que se realizó la encuesta y esperamos que los futuros datos reflejen un deterioro mayor de las condiciones económicas en EE UU. Sabemos que los datos van a ser malos, la cuestión es cuánto de malos y durante cuánto tiempo”, destaca.
Los analistas y gestores saben que esos “tiempos” no se pueden prever y menos controlar, pero siguen insistiendo que el efecto de las medidas tomadas por el Congreso estadounidense y la Fed comenzarán a notarse. Por ejemplo, entre las medidas más relevantes de la Fed los analistas destacan la liquidez ilimitada que ha anunciado y el hecho de que haya reactivado programas como el TALF (Term Asset Backed Securities Loan Facility), que tanto éxito tuvo para la recuperación de 2009.
Dentro de esas medidas, la Fed lanzó el pasado jueves 9 de abril un nuevo plan de rescate de 2,3 billones de dólares. Según ha explicado la institución monetaria, estos recursos irán destinadas a las pymes, ayuntamientos y Estados más afectados por la pandemia del coronavirus. Para proveer de liquidez a ciudades y municipios que han disparado gastos para luchar contra la pandemia, la Fed asegura que comprará deuda a corto plazo por 200.000 millones de dólares directamente de los estados y condados con al menos 2 millones de habitantes, y de ciudades con una población de al menos un millón, explican desde EFE.
“La expansión de más de una década que siguió a la crisis financiera mundial se vio apuntalada por la fortaleza del gasto en consumo. Hoy en día, de repente, se ha arrebatado a la economía este pilar básico, a una velocidad y a una escala nunca vistas. El sector de servicios, que representa el 50% de la economía estadounidense, se ha visto drásticamente reducido, lo que ha afectado por igual a dentistas, optometristas, camareros y propietarios de pequeños negocios. Y aunque el Gobierno trata de contrarrestar el enorme menoscabo en las rentas de los hogares y en el posterior consumo, cualquier paquete fiscal solo podrá amortiguar el golpe hasta cierto límite”, señalan desde MFS Investment Management.
¿Qué pasa en los mercados?
Respecto a los activos norteamericanos, los gestores reconocen las caídas y ajustes de valoración que se han producido durante las últimas semanas, pero también siguen viendo en ellos activos atractivos para un momento como el actual. Según Thomas Friedberger, CEO y Co-CIO de Tikehau IM, los mercados comienza a respirar.
“Tras las indiscriminadas ventas en los mercados que ocurrieron de forma rápida y violenta causadas por el pánico debido al desapalancamiento, al que le siguió un fuerte repunte, los mercados parecen empezar a estabilizarse en niveles bajos. Las acciones hasta la fecha han caído entre un 20%-30% y los mercados de crédito en Estados Unidos y Europa han perdido un 15%, high yield y préstamos)”, señala Friedberger.
Para Adam Vettese, analista de eToro, los mercados bursátiles y cómo, desde un punto de vista técnico, el S&P 500 “ha roto la secuencia de máximos más altos que había iniciado en el rally de la semana pasada y ha caído dentro de la tendencia bajista de las semanas anteriores”. Vettese advierte de las crecientes posibilidades de que EE UU se convierta en el nuevo epicentro de la pandemia del coronavirus: “La infección y los números de víctimas mortales se dispararán mucho más de lo anticipado inicialmente”. Por otra parte, el analista de eToro invita a prestar atención a los números del índice ISM de actividad manufacturera que se conocerán hoy, después de que el índice de confianza del consumidor “haya ido mejor de lo esperado”. Vettese recuerda que “son los consumidores los que han alimentado el crecimiento de EE UU durante años, ante el declive de la actividad manufacturera”
Sin embargo, desde PIMCO, por ejemplo, siguen manteniendo su apuesta por invertir en Estados Unidos. Desde un punto de vista de la inversión, PIMCO considera que el “panorama será completamente diferente” en el mercado de crédito, aconseja a los inversores “paciencia”, pero advierte de que “surgirán puntos de entrada atractivos” y apuesta por activos de EE UU. Entre los que señala específicamente, destacan los MBS (Mortgage Backed Securities) y los ABS (Asset Backed Securities) donde ve oportunidades.
Y David Norris, responsable de crédito estadounidense de TwentyFour (Vontobel AM), espera que la demanda de crédito con grado de inversión de Estados Unidos siga siendo bastante favorable, ya que los rendimientos del grado de inversión en dólares siguen pareciendo históricamente atractivos para los inversores asiáticos, así como para los inversores nacionales, en este caso. “Hay una perturbación en el mercado de papel comercial, que ha estado sometido a una tensión considerable, ya que los inversores se han convertido en compradores reacios, lo que significa que los tipos a largo plazo del papel comercial han aumentado de manera significativa, con lo que muchas empresas no han podido emitir con plazos superiores a una semana. En segundo lugar, estos prestatarios de alta calidad parecen haber pagado primas elevadas para emitir deuda este mes, e impreso en diferenciales secundarios no vistos desde la crisis financiera. Estas condiciones más atractivas para los inversores han dado lugar a una fuerte demanda de bonos”, explica.