En 2013, tras varias décadas de sinsabores, el mercado bursátil japonés registró la mejor rentabilidad de los 14 últimos años. Las acciones se vieron impulsadas por el prometedor comienzo de la ambiciosa iniciativa económica del primer ministro Shinzo Abe y su Ejecutivo denominada Abenomics. La finalidad de ese programa es dar un nuevo impulso a la economía nipona, de capa caída durante los últimos decenios, y salir de la espiral deflacionista que lastra las inversiones de las empresas y el consumo de los hogares.
Aunque el mercado ha sufrido algunas correcciones desde entonces, en Banque de Luxembourg Investments (BLI) siguen confiando en su potencial para impulsar el crecimiento, lo que se reflejará en un buen comportamiento de la renta variable. Steve Glod, gestor de renta variable de BLI y del fondo BL-Equities Japan, cree que, de los tres pilares en los que se fundamentan las Abenomics (una política monetaria expansionista, un aumento del gasto presupuestario y la aplicación de reformas estructurales), esta última pata -que pretende desarrollar estrategias de crecimiento, con la consigna “Japón está de vuelta-, es la más importante y un factor clave para el éxito del experimento de Abe.
“Estas iniciativas, si se llevan a cabo de manera eficaz, podrían generar un círculo virtuoso en el que un aumento de la productividad de las empresas y una subida de los salarios serían los motores de un crecimiento económico más vigoroso. Para nosotros, inversores fundamentales centrados en las empresas y no en la evolución macroeconómica, se trata claramente del aspecto más interesante de las Abenomics: su éxito podría mejorar sustancialmente el entorno en el que evolucionan las empresas japonesas”.
El archipiélago afronta graves dificultades que le impiden reforzar su mano de obra y la rentabilidad de sus empresas, explica el experto, dos componentes fundamentales de un crecimiento económico real. Las reformas estructurales concebidas por el Gobierno pretenden mejorar el clima de los negocios y poner freno a problemas como la débil evolución demográfica (“si desea invertir la tendencia, el Gobierno nipón no tendrá más remedio que flexibilizar su sumamente rígida política de inmigración y aumentar la tasa de participación de las mujeres japonesas en la mano de obra”) o la baja rentabilidad de las empresas niponas. Una débil rentabilidad debida a factores como “la miríada de normativas gubernamentales, lo que perjudica la productividad y supone un freno para la innovación”, las escasas inversiones hacia Japón (“una mayor apertura a las importaciones estimularía la competencia, la eficiencia y la innovación”), la pérdida en parte de su cultura de innovación en los sectores orientados a la exportación, su cultura de mantener a flote las empresas nada rentables (las empresas zombis) o la rigidez del sistema laboral.
En junio de 2013, el Gobierno validó un paquete de propuestas de estrategias de crecimiento y empezó a adoptar dichas medidas. “El objetivo es apoyar las reformas estructurales al tiempo que se estimula la demanda, tanto interna como externa”, explica el gestor. Entre esas reformas figuran las siguientes:
- Una reforma del sistema de empleo, cuyo fin es aumentar la flexibilidad de los trabajadores e incrementar la tasa de participación de las mujeres. La creación de plazas adicionales en los centros infantiles debería poder resolver el actual problema de las largas listas de espera para la inscripción en las guarderías. También se están estudiando medidas que faciliten la llegada de trabajadores extranjeros.
- Reformas destinadas a promover la concentración y la consolidación del sector agrícola para reforzar la productividad.
- La creación de zonas económicas especiales. Las principales ciudades japonesas podrían convertirse en zonas estratégicas donde las empresas se beneficiarían de incentivos fiscales, de una normativa menos compleja y de una burocracia menos asfixiante.
- La negociación de alianzas económicas estratégicas, cuya finalidad sería aumentar significativamente el número de transacciones comerciales internacionales enmarcadas en acuerdos de librecambio, por ejemplo, suscribiendo el Acuerdo de Asociación Transpacífico.
- Medidas políticas que deberían permitir explotar mejor el potencial turístico de Japón, ahora subdesarrollado, y aumentar su contribución al crecimiento, por ejemplo flexibilizando los criterios de obtención de visados para los turistas del sudeste asiático.
Para el gestor, la puesta en marcha de estas reformas estructurales llevará más tiempo que la de las medidas monetarias y presupuestarias, y requerirá un consenso nacional entre las empresas, el Gobierno y los sindicatos. “En el pasado, Japón ha demostrado en reiteradas ocasiones que su sociedad sabía afrontar las dificultades y adaptarse a las transformaciones necesarias. Así, pues, ha llegado la hora de que Japón demuestre una vez más que es capaz de superar los desafíos y adoptar las medidas necesarias para reactivar una economía que tanto lo necesita”.
Y ya hay signos positivos para el accionista. “Entre las evoluciones positivas ya visibles figura la tendencia de las empresas japonesas a mejorar su política de remuneración de los accionistasy a priorizar más su rentabilidad. Esto podría representar una oportunidad para los inversores en renta variable, ya que las empresas niponas suelen estar a la zaga en materia de rentabilidad en comparación con sus homólogas internacionales. Aunque los márgenes ya alcanzan niveles récord en otros países (principalmente, en Estados Unidos), todavía pueden aumentar en Japón”, dice el gestor. Gracias a una rápida subida de los resultados y de la rentabilidad, las empresas japonesas lograron en 2013 reducir el abismo que las separaba de sus competidoras extranjeras en términos de rentabilidad sobre fondos propios, un comienzo prometedor. «La rentabilidad de las empresas ya arroja una clara mejora, y éstas conceden más importancia a los intereses de los accionistas. En vista de esas evoluciones, y teniendo en cuenta además que las valoraciones son inferiores a las de la mayoría de los mercados desarrollados, Japón representa una verdadera oportunidad de inversión”.
Nuevo índice bursátil
Otro factor para el optimismo es el lanzamiento de un índice bursátil que abarca las 400 empresas japonesas más grandes en términos de rentabilidad sobre fondos propios, lo que para el gestor confirma «un cambio de mentalidad en Japón». “Este nuevo índice debería intensificar el atractivo del mercado de renta variable japonés para los inversores extranjeros que buscan empresas de calidad, sobre todo teniendo en cuenta el nivel de valoración de las empresas (en función del ratio precio/valor contable), el mercado japonés sigue ofreciendo un descuento con respecto a la mayoría de los demás mercados bursátiles”. La creación de dicho índice también debería resultar beneficiosa para las empresas en las que invierte su fondo.
Foco en las empresas de calidad
«En cualquier caso, la paciencia y la perseverancia serán los factores clave del camino seguramente escarpado de una reactivación económica duradera en Japón. Habida cuenta de la fragilidad de las perspectivas económicas, la mejor estrategia para un inversor es optar por un horizonte a largo plazo y centrarse en las empresas de calidad que presenten una ventaja competitiva. En efecto, éstas no dependen tanto del incierto resultado de las políticas presupuestaria y monetaria del programa de Abe, y además se encuentran bien posicionadas para beneficiarse de sus reformas estructurales». Estas empresas de calidad deberían poder crear valor a largo plazo para los accionistas y resultar inversiones interesantes, incluso en el caso de que la senda hacia la recuperación económica de Japón resultase más tortuosa de lo previsto, apostilla el gestor de BLI.