El año 2022 ha estado marcado por los efectos económicos de la guerra de Ucrania, que ha derivado en la crisis energética, por un lado, por la incertidumbre de mantener el suministro, y, por otro, por el encarecimiento de las materias primas. Esto ha propiciado un incremento de las tensiones inflacionistas en las principales economías, ya iniciado en 2021, situando la tasa de inflación en la eurozona a finales de noviembre en el 10,1%. Esto ha hecho que el crecimiento de la economía mundial, europea, y, por supuesto española, se esté viendo fuertemente afectado, y se esté ralentizando, aunque de momento, se está alejando el fantasma de la recesión técnica.
En España, la última revisión del INE ha constatado un mayor crecimiento en el primer semestre, pero en el tercer trimestre se ha ralentizado hasta el 0,1%, y se espera que en el cuatro trimestre se sitúe en el mismo nivel, debido fundamentalmente al mantenimiento de la demanda interna, del consumo y de las exportaciones. Otro factor positivo ha sido el alargamiento de la temporada turística como consecuencia de unas condiciones climáticas favorables. Todo ello, entre otros factores, ha hecho que en tasa interanual el crecimiento en el tercer trimestre haya sido del 4,4%, 6 décimas superior al adelantado en octubre (3,8%), aunque 3,2 puntos menos que en el segundo trimestre, que fue del 7,6%. La inflación se ha moderado en el trimestre, del 10,2% a finales de junio al 8,9% en septiembre y ha seguido reduciéndose hasta el 6,8% en el pasado mes de noviembre, siendo el dato más bajo de la eurozona, en donde, a pesar de haberse moderado en noviembre, se ha situado ligeramente por encima del 10%. Este diferencial con la zona euro es beneficioso para nuestras exportaciones, que parecen que están tirando del crecimiento.
En diciembre el IPC, según el dato adelantado hoy por el INE, ha crecido un 0,3%, aunque en tasa interanual se ha reducido un punto respecto a noviembre, 5,8% frente al 6,8% anterior. Esto ha sido debido, según el INE, a que los precios de la energía suben menos que en diciembre de 2021 y los carburantes registran un descenso mayor que el año anterior. Sin embargo, la inflación subyacente se mantiene desde el mes de julio por encima del 6%, alcanzando en diciembre el 6,9%, 6 décimas mas que el mes anterior. Este componente estructural de la inflación subyacente hace que desde el Observatorio Financiero del Consejo General de Economistas aumenten su previsión en la tasa de inflación para 2023 hasta el 5%.
El año también ha estado marcado por el cambio en la política monetaria del Banco Central Europeo, con el anuncio de la finalización del programa de compras de activos en marzo de 2023 y las cuatro subidas de tipos de interés desde el mes de julio, que lo han situado en el 2,5%. Estas subidas de tipos de interés tienen como objetivo la moderación de las tasas de inflación por lo que ha asegurado que se producirán nuevos incrementos para lograr el objetivo de estabilidad de precios y normalizar la inflación, a pesar del riesgo recesivo que entraña. Además el aumento del coste de financiación de la deuda pública incide negativamente en los presupuestos por el aumento del gasto, y en el coste del endeudamiento de las empresas y familias.
En base a estas consideraciones, en especial la revisión al alza del PIB de los dos primeros trimestres y, previendo que el crecimiento de cuarto trimestre se mantenga en un nivel similar al tercer trimestre, con la moderación de la tasa de inflación, procedemos a aumentar en 3 décimas nuestra previsión de crecimiento para 2022, y de 2 décimas para 2023, dado el efecto tracción que tiene el último trimestre sobre el primero de 2023. Parece que, a pesar del cambio de coyuntura, el segundo semestre de 2022 está siendo mejor de lo esperado, haciendo que se esquive la recesión, aunque se haya ralentizado el crecimiento en comparación a 2021.
El empleo está teniendo un buen comportamiento hasta la fecha, manteniéndose el número de parados por debajo de los tres millones desde el mes de julio, (2,88 millones en noviembre), lo que hace que mantengamos nuestra previsión de la tasa de paro en el 12,7% en 2022, y que pueda incrementarse al 12,9% en 2023 debido precisamente a las menores expectativas de crecimiento de la economía en el año próximo.
En cuanto al déficit público, se mantienen las previsiones actuales del 4,6% y el 4,5% para 2022 y 2023, respectivamente. En septiembre, según datos del Ministerio de Hacienda, el déficit de las Administraciones públicas ha sido de 1,69% del PIB, frente al 4,57% de septiembre de 2021, debido en gran medida a la reducción del déficit del Estado por el incremento de los ingresos por recaudación de impuestos. En noviembre, el déficit del Estado ha sido de 2,02%, frente al 5,83% del año anterior.
El saldo de la deuda de las Administraciones públicas según el Protocolo de Déficit Excesivo ha ascendido a 1.497 millones de euros en octubre de 2022, con una tasa de crecimiento del 5,3% en términos interanuales, inferior a la registrada en septiembre, 1.504 millones de euros. En base a ello, desde el Observatorio mantienen su previsión de crecimiento de la deuda a 31 de diciembre, en el 113,9%. Para 2023 consideran que será algo superior, en torno al 114,3%.