Pese al contexto de renovado optimismo después de la revisión al alza de algunos indicadores económicos, desde Mapfre Economics señalan que su escenario central para este año es el de estancamiento con precios elevados, lo que se conoce como estanflación. Pero, casi con la misma probabilidad, contemplan un escenario de recesión con precios elevados. Así lo han explicado Gonzalo de Cádenas-Santiago, director de análisis macroeconómico y financiero del Servicio de Estudios, y Ricardo González, director de Análisis, Estudios Sectoriales y Regulación.
Los expertos sitúan el comienzo de la recuperación en la segunda mitad del año, pero advierten de que será asimétrica, frágil e irregular. Esa fina línea que nos separa de la recesión estará marcada por la inflación y la evolución de las políticas monetarias.
“Este caldo de cultivo de inflaciones diferentes y política económica que no funciona como en el pasado puede tener impactos negativos sobre la renta, el ahorro, consumo, inversión, divisas, apalancamiento de países emergentes, deuda, rentabilidad… las cosas no van bien, pero podrían ir peor, el problema es que la probabilidad es muy alta”, alerta Cádenas-Santiago.
Sin embargo, el experto también nos deja los ingredientes de la receta que puede hacer que este escenario de recesión no se materialice. Esta lista contiene balances saneados, alivio del precio del petróleo, expectativas de inflación aún ancladas y una menor volatilidad externa en emergentes.
El mundo crecerá al 2% y España al 1%
Con esto sobre la mesa, a nivel global, la entidad espera un crecimiento del 2% (que implica un 50% menos de su potencial), con apenas aportación significante de los mercados desarrollados que compensarán los emergentes, fundamentalmente los asiáticos, aunque advierten que China, a pesar de haber rebajado las medidas COVID, no crecerá tanto como su media de los últimos años.
Concretamente, España crecerá un 1%, mientras que esperan que la inflación sea del 4,3% en 2023, pero se dirija hacia el 2,5% en 2024. “Creemos que España crecerá a tasas similares a las de antes de la pandemia pasado 2024 e incluso 2025”, advierten los expertos.
Respecto a la inflación, aunque lo peor parece haber quedado atrás, los expertos advierten que aún está por atemperar. “Está en curso hacia tasas más sostenibles, pero eso no quiere decir que se ubique en los objetivos de los bancos centrales (en torno al 2%)”, advierte Cádenas-Santiago. Por ello, considera que la política monetaria seguirá siendo restrictiva, al menos durante la primera mitad de 2023, y advierte de que en el mercado sigue latente el riesgo de que los bancos centrales se pasen de frenada.
Para 2023 esperan que el tipo de interés en EE.UU. se quede por encima del 4,5% y en Europa del 3,5%, pero advierten de que en un escenario adverso podría ser más agresiva la subida.
En este sentido, Mapfre Economics espera que la volatilidad se mantenga elevada a lo largo del año. Acompañada de nuevos riesgos que emergen, como convertir un problema de liquidez en uno de solvencia. “Es lo que ocurrió en 2008 a escala global, pero no vemos la misma situación gracias a la situación saneada de las empresas y familias”, matiza Cádenas-Santiago.
El futuro ya condiciona el presente
Otra de las reflexiones que han lanzado los expertos tiene que ver con los riesgos estructurales a los que nos enfrentaremos en un futuro no tan lejano, y cuyas repercusiones ya se empiezan a sentir. “El futuro está más lleno que nunca de riesgos e incertidumbre, y ya condiciona al presente. No es un riesgo que está por llegar y es necesaria una acción política económica global inmediata”, apunta Cádenas-Santiago.
Entre las tendencias a largo plazo que vigilar, el experto menciona la fractura y alineamientos globales (principios vs necesidades), la autonomía estratégica y dominancia tecnológica/ productiva; el cambio climático y los costes asociados; las dinámicas demográficas; los ajustes en renta y riqueza que son regresivos y afectan a los que menos tienen; los factores de soporte anteriores a esta crisis se diluyen (la remisión de las Ds: desinflación, digitalización, desregulación, demasiada liquidez…); y la permanencia de algunos factores negativos (demografía, baja productividad, más bajo aun tipo de interés natural, etc.); así como nuevos problemas como la desglobalización, la reconfiguración cadenas de valor, fragmentación de mercados de capitales etc.